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Semana Mundial de la Armonía Interconfesional
Del 1 al 7 de febrero de 2016

Mensaje del Secretario General con motivo de la Semana de la Armonía Interconfesional

Nueva York, 1 de febrero de 2013

Para miles de millones de personas en todo el mundo, la fe es un fundamento esencial de la vida. Da fortaleza en momentos de dificultad y un importante sentido de comunidad. La inmensa mayoría de las personas de fe viven en armonía con sus vecinos, sea cual sea su credo, pero cada religión también alberga a una minoría estridente dispuesta a hacer valer doctrinas fundamentalistas mediante el fanatismo y la violencia extrema.

Esos actos son una afrenta para el legado y las enseñanzas de todas las principales religiones. También contravienen la Declaración Universal de Derechos Humanos, que afirma el derecho de toda persona a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión. Es imperativo empoderar a la mayoría moderada para que actúe con firmeza contra las fuerzas del extremismo. No obstante, esto solo puede lograrse mediante un liderazgo firme.

El mes próximo en su foro en Viena, la Alianza de Civilizaciones proseguirá sus esfuerzos por unir credos y culturas. Ya sea en la escena mundial o en sus comunidades, los líderes religiosos y culturales tienen la responsabilidad de hablar el idioma de la tolerancia y el respeto. Este es un mensaje central de la Semana Mundial de la Armonía Interconfesional.

También debemos transmitir a los jóvenes un mensaje de esperanza. Con demasiada frecuencia los jóvenes se encuentran marginados, sin trabajo y ante un futuro incierto, por lo que pueden ser presa fácil de fanáticos que ofrecen una causa y un sentido de comunidad. Tenemos que poner en evidencia la invalidez de este reclamo y ofrecer una alternativa convincente.

Esto no puede lograrse con palabras solamente. Los jóvenes necesitan trabajo y formar parte significativa de un futuro en el que puedan creer. Las Naciones Unidas participan actualmente en la definición de un programa de desarrollo sostenible posterior a 2015. Nuestro objetivo es llegar a ver la erradicación de la pobreza extrema y promover oportunidades económicas equitativas para todos a la vez que se protege el medio ambiente. Para ello, necesitamos la colaboración de todos los interesados, incluidos los jóvenes y las comunidades de fe.

Vivimos en tiempos de agitación y transformación, de carácter económico, ambiental, demográfico y político. Esas transiciones traen consigo esperanza e incertidumbre. Nuestro deber consiste en asegurar que prevalezca la esperanza, y nuestra tarea será más fácil si los seguidores de todas las fes colaboran en una causa común. Nunca olvidemos que lo que nos divide es minúsculo en comparación con lo que nos une. Trabajando juntos podemos lograr todos nuestros objetivos de paz, prosperidad y bienestar físico y espiritual.

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