Señor Presidente, Distinguidos Delegados:
Al reunirnos en esta cálida "ciudad blanca" y Primera Capital
Americana de la Cultura. Mérida, lo hacemos con la convicción de que arribamos
a puerto seguro y con la satisfacción del deber cumplido: venimos a firmar la
Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción.
El proceso que iniciamos en enero de 2002 con la primera reunión del
Comité Especial encargado de negociar una convención de las Naciones Unidas
contra la corrupción hasta su final, el primero de octubre de
2003, amplio y diverso, arduo en ocasiones y flexible al mismo tiempo,
se convirtió en un profundo e intenso intercambio de experiencias jurídicas. políticas, sociales y culturales entre las delegaciones de
nuestros países.
Así, concluimos nuestros trabajos mejor compenetrados de la naturaleza
sin fronteras de la corrupción, y de la necesidad de aunar esfuerzos para
promover, facilitar y apoyar la cooperación internacional y la asistencia
técnica entre nuestros países en la prevención y la lucha contra este flagelo.
Pero, también aprendimos que "es conveniente reconocer diferencias,
examinar condiciones específicas, respetar legados culturales, pero para buscar
denominadores comunes de perfeccionamiento".
Permítame en este momento, al citar sus palabras. rendir
homenaje al Embajador Héctor Charry Samper, Presidente del Comité Especial, quien dedicó su
vasta experiencia y profundos conocimientos, junto con su pasión por la
justicia y el imperio de la ley. a que los trabajos
del Comité llegaran a feliz término. Su presencia de espíritu anima esta
Conferencia, así como las acciones que, de ahora en adelante, llevemos a cabo
para hacer de la Convención ese medio indispensable para promover la
integridad, la obligación de rendir cuentas y la debida gestión de los asuntos
y los bienes públicos.
Señor Presidente, Distinguidos Delegados:
Celebramos con optimismo la presencia de quienes asisten a la ceremonia
de apertura a firma de la Convención, y exhortamos a los que no pudieron estar
presentes para que puedan firmarla a la brevedad posible. De la misma manera.
deseo animar a todos para que realicemos los esfuerzos que sean necesarios para
que la Convención sea ratificada por los Estados Miembros de las Naciones
Unidas cuanto antes, sin excepción y con el mínimo de reservas posibles, como
una clara señal del compromiso adoptado de promover y fortalecer las medidas
para prevenir y combatir más eficaz y eficientemente la corrupción.
Al mismo tiempo, nuestro compromiso político y ético con la Convención
nos obliga a ponerla en vigor cuanto antes, de tal forma que aquellos que hacen
de la corrupción un medio ilícito de vida en cualquier parte del mundo. sepan que la justicia puede aplicarse para proteger los más
caros intereses de nuestros ciudadanos y las instituciones democráticas que son
la base firme e insustituible de nuestras sociedades.
Señor Presidente, Distinguidos Delegados:
En Nicaragua, a lo largo de nuestra historia, uno de los factores más
importantes que ha causado y mantenido nuestra pobreza,
ha sido la corrupción. Hoy estamos dedicados a la tarea de crear en nuestro
país una Nueva Era de renovación moral, de honestidad, transparencia y
rendición de cuentas. Esta tarea es imprescindible para comenzar un camino
nuevo hacia el desarrollo, para que aumente la confianza en las condiciones de
estabilidad y seguridad jurídica que ofrecemos a la inversión extranjera, para
la creación de más empleos, para cumplir los objetivos que nuestro Gobierno se
ha propuesto en su Plan Nacional de Desarrollo, ese Plan que hemos convertido
en la herramienta fundamental para construir un futuro diferente, un futuro
digno y de bienestar para todos los nicaragüenses.
En ese camino hemos creado una Oficina de Ética Pública adscrita a la
Presidencia de la República: redactamos un Plan Nacional de Integridad;
auspiciamos espacios útiles para abordar con todos los sectores sociales las
mejores prácticas para combatir la corrupción; modernizamos nuestra legislación
anti-corrupción y suscribimos acuerdos de cooperación
con otros países. Somos, también. Estado Parte de la Convención Interamericana
contra la corrupción y presentamos al Comité de Expertos del Mecanismo de
Seguimiento establecido por esa Convención, nuestro primer Informe sobre su
aplicación. Sin embargo, nos hace falta mucho por hacer.
Me es grato asegurar a esta distinguida Conferencia que la Convención de
las Naciones Unidas contra la corrupción. que hoy
suscribimos, será lo que deseamos que sea: un instrumento aplicable y eficaz,
un medio para cultivar la transparencia y la integridad, un recurso para
sembrar educación que forje nuevos valores en las generaciones más jóvenes, un
factor influyente para salvar los obstáculos que impiden el ejercicio idóneo de
la función pública en beneficio de nuestros ciudadanos.
Señor Presidente, Distinguidos Delegados:
El Gobierno de Nicaragua ha ofrecido ser sede, los días 19 y 20 de
febrero de 2004, de la Segunda Reunión de la Conferencia de los Estados Parte
de la Convención Interamericana contra la Corrupción. En esta Conferencia los
Estados Parte de la Convención ratificaremos el compromiso hemisférico de lucha
contra la corrupción y evaluaremos el funcionamiento del Mecanismo de
Seguimiento que aprobamos en Buenos Aires. Esta Conferencia servirá, también,
para pasar revista al trabajo del Comité de Expertos que ya ha analizado y
aprobado los Informes que le presentaron varios países latinoamericanos y que
constituyen una expresión clara de la voluntad de utilizar la Convención
Interamericana contra la Corrupción como un instrumento eficaz contra la
corrupción en sus diversas manifestaciones.
Esperamos que el apoyo decidido de los Estados Parte de la Convención
Interamericana contra la Corrupción para la realización de esta Conferencia, se
vea cristalizada en la "Declaración de Managua contra la Corrupción'.
Señor Presidente, Distinguidos Delegados:
Nuestras sociedades viven momentos cruciales de su historia cuando el
siglo XXI avanza vertiginosamente acompañado de acontecimientos que sacuden la
conciencia mundial. La democracia, la libertad, el progreso social, la
identidad cultural y la seguridad de nuestras sociedades se han convertido en
valores sin los cuales estamos condenados al atraso y al fracaso. Los desafíos
que la globalización ha traído a nuestros pueblos son enormes, y su solución
exige imaginación y voluntad política. Los 6 mil millones de personas que
vivimos en el planeta Tierra tenemos un destino y un patrimonio comunes que
delinear y compartir.
Ningún país, desarrollado o en desarrollo, es inmune a la corrupción. y cada uno de ellos puede ofrecer pautas sobre la mejor
manera de luchar contra ella. Lo importante es la acción, negarse a aceptar que
sea una condición inevitable a la que la gente está condenada.
La vocación social universal de la Convención de las Naciones Unidas
contra la corrupción, tal vez sea su rasgo definitorio más relevante. Al
suscribirla, reiteramos nuestro compromiso con el desarrollo de nuestros
pueblos, con la justicia social, con los principios democráticos que
compartimos.
En nombre del Gobierno y pueblo de Nicaragua, agradezco al Gobierno de
México y a la ciudad de Mérida por haberse constituido en anfitriones de esta
Conferencia y por las amables atenciones recibidas. Nuestro reconocimiento a
los órganos de las Naciones Unidas que acompañaron todo el proceso de
negociación por su dedicación y apoyo. Nuestra gratitud a los representantes de
los países que hicieron posible, haciendo gala de realismo y flexibilidad,
tener hoy una Convención contra la Corrupción.
Para concluir, permítasenos reiterar nuestra vocación universal y
nuestro decidido empeño en luchar contra la corrupción, cualesquiera sean las
formas que adopte y quienesquiera sean los que la practiquen, aportando así un
grano de arena a esta buena causa de los ciudadanos honestos de todas partes
del mundo.
Muchas gracias.