DISCURSO DE LA Embajadora LEILA RACHID Ministra de Relaciones Exteriores

Conferencia y Ceremonia de Firma de la Convención de

las Naciones Unidas contra la Corrupción

 Mérida-México, 9 de diciembre de 2003

Señor Presidente:

Me complace muy especialmente verlo a usted presidir esta trascendental Conferencia y estoy segura que dadas sus dotes personales y su conocida trayectoria profesional, los éxitos de este importante encuentro están garantizados.

Asimismo, quiero al inicio de mi intervención felicitar al Gobierno y pueblo de los Estados Unidos Mexicanos por habernos confirmado una vez más su generosidad al recibir, en la histórica ciudad de Mérida, la Conferencia y la ceremonia de firma de la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción.

Señor Presidente:

La República del Paraguay, presidida por el Doctor Nicanor Duarte Frutos, ha hecho de la lucha contra la corrupción uno de los pilares esenciales de su gestión. En ese sentido, quisiera transcribir las palabras del Doctor Duarte Frutos, quien. el día que asumiera la Alta Magistratura de la Nación, el 15 de agosto pasado, expresara lo siguiente: "Vamos a instalar el gobierno de la legalidad, librando una dura batalla contra la corrupción y la evasión que socavan las bases financieras de nuestro pueblo. Para este cometido, adoptaremos una serie de medidas que simplifiquen los trámites burocráticos, mejoren el sistema de auditoria de gestión, transparenten los actos del gobierno y promuevan la participación y las contralorías ciudadanas a fin de legitimar las políticas públicas. El crimen organizado será castigado y desmantelado. La mafia ya no vendrá lugar en el Paraguay. Le vamos a dar batalla. Combatiremos el terrorismo, el narcotráfico, el tráfico de armas, el contrabando y la piratería, sin importar quiénes lo realizan y se enriquecen con estas ilicitudes que empobrecen a la patria. Nuestro país ya no será puente ni corredor, y mucho menos punto terminal de estas operaciones fraudulentas y criminales".

A las palabras de nuestro primer mandatario solo quisiera agregar que en esta lucha nos sentimos acompañados por la inmensa mayoría de la sociedad paraguaya. Gobernantes y gobernados sienten que es la hora de dejar atrás la perversa cultura de la corrupción. Es una batalla que  estamos comenzando a ganar y en la que tenemos la convicción de la victoria. Por ello, en nombre del Paraguay quiero expresar nuestra profunda satisfacción por la firma de una convención cuya adopción esperábamos con especial interés e impaciencia. Y quiero poner énfasis en los motivos que sustentan este sentimiento:

El primero, porque supone la conclusión y coronamiento de un proceso, en el que los latinoamericanos tenemos el honor de haber sido uno de sus precursores. Es nuestra región la primera en contar con un instrumento legal específico en la materia, la Convención Interamericana contra la corrupción, y al proceso de concientización de la. opinión pública internacional, a través de nuestra acción en numerosos foros tanto bilaterales como regionales, sobre la gravedad del flagelo y la necesidad de aunar esfuerzos para prevenirlo y reprimirlo.

Los .países en desarrollo hemos sido siempre los más sensibles al fenómeno, conociendo las implicancias adversas que el mismo ha tenido y tiene sobre nuestro desarrollo, en la estabilidad de nuestros sistemas políticos y en el auge incontrolable, a veces, de la criminalidad en todas sus formas. En efecto, hoy existe una conciencia clara de la relación existente entre la corrupción y las diversas formas delictivas en que se expresa el crimen organizado, tales como el narcotráfico, el terrorismo, el contrabando, el lavado de dinero, la evasión. La lista en realidad podría ser muy larga.

Los debates que sobre el tema tuvieron lugar en la Asamblea General de las Naciones Unidas fueron conclusivos para que se alcanzara el consenso universal indispensable para que todos coincidiéramos en la idea de que no eran suficientes las medidas internas que pudiéramos adoptar, o los acuerdos bilaterales e incluso los regionales en esta materia, para afrontar debidamente el flagelo, sino que era indispensable además contar con un marco legal universal, común y armónico, dotado de mecanismos de cooperación efectivos y generales.

Tras casi dos años de negociaciones, en tiempo no muy común para los plazos que usualmente son necesarios para negociar convenios de esta importancia, el Comité Especial que fuera con ese objetivo establecido por las Naciones Unidas concluyó este año sus trabajos, presentando un borrador final de su texto a la Asamblea General, que lo aprobó el 30 de octubre pasado.

En segundo lugar, Señor Presidente, expresamos nuestra satisfacción por las perspectivas que se nos ofrecen a partir de este momento. Hay dos cuestiones que nos parecen esenciales en la lucha contra la corrupción: por una parte que no debemos permitir la impunidad y por otra, que debe darse la recuperación de los bienes ilícitamente adquiridos y reparar el daño causado.

El castigo a los corruptos es la mejor medida preventiva que pudiéramos adoptar. No debemos dejar abierta ninguna posibilidad de escape, ni refugios ni paraísos financieros a los que los responsables de estos actos puedan recurrir para evitar el castigo que se merecen u ocultar el fruto de su delito.

Reconocemos con toda franqueza y hasta con impotencia, a veces, que la acción de malos gobernantes, funcionarios o empresarios inescrupulosos ha contribuido substancialmente al estado de postración económica y social en que se encuentran muchos de nuestros países, especialmente en el mundo en desarrollo.

Confiamos que hoy, que contamos con este nuevo e invalorable instrumento jurídico internacional, será posible que los responsables del despojo de nuestros escasos recursos puedan ser llevados ante la justicia, y los activos, fruto de sus delitos, restituidos a quienes siempre fueron sus legítimos dueños, nuestros pueblos necesitados.

Es por cierto el tema que no congrega un flagelo de todos. Países desarrollados y en vías de lograrlo encuentran en el texto de la Convención las normas jurídicas apropiadas para que entre todos, sin acusadores ni acusados, alcancen a lograrse su vigencia las politicas realistas necesarias para su efectiva aplicación.

Señor Presidente:

El actual Gobierno del Paraguay está dispuesto a no claudicar en su esfuerzo para convertir al Paraguay en una nación, en el que nacionales y extranjeros puedan trabajar juntos en aras de( bien común, sin presiones ni apuros indebidos originados en el delito.

También al sector privado le corresponde su cuota de responsabilidad a fin de adaptar sus normas de conducta a niveles éticos cada vez más ambiciosos y transparentes.

Nos comprometemos, desde ya, a realizar los esfuerzos que sean necesarios para que la Convención sea prontamente ratificada en nuestro país, de modo a contribuir con ello a su entrada en vigencia en la brevedad posible.

Al remitir el texto que hoy tenemos a la aprobación del Congreso de la Nación Paraguaya lo haremos con la confianza que en el Legislativo existe el mismo espíritu que no anima a todos en esta sala. A lo largo de estos últimos quince años los partidos politicos democráticos del Paraguay han apoyado a las Naciones Unidas y al multilateralismo como modo de solución de los problemas del planeta. En dicho periodo hemos firmado la casi totalidad de los pactos de Derechos humanos, Hemos enviado a nuestros soldados bajo el manto de la bandera de la Naciones Unidas en misiones de paz, hemos suscritos los pactos ambientales y nos esforzamos en cumplirlos protegiendo la riquezas de nuestros bosques y de nuestras aguas, como contribución a la causa de la sociedad internacional. Por ello cuando el nombre de los paraguayos honestos me toque el alto honor de suscribir esta Convención contra la corrupción, tendré la convicción que es nuestro aporte a la causa de una humanidad mejor.

Hasta que llegue ese momento, que no tenemos dudas, será muy próximo, nos atendremos estrictamente al espíritu de esta Convención y contribuiremos con entusiasmo en todos los trabajos que se emprendan a fin de sentar las bases institucionales y* prácticas para su funcionamiento y mejor aplicación.

Excelencias:

Al decir de Víctor Hugo: "El futuro tiene varios nombres. Para el débil es lo imposible. Para el pusilánime es lo desconocido. Para el serio y valiente es lo ideal." Hagamos posible que el mundo que queremos construir para el mañana sea uno serio y de valientes. Hagamos que nuestro mañana sea el mundo ideal.

Muchas gracias.