CHILE

MISION PERMANENTE ANTE LAS NACIONES UNIDAS

58° PERIODO DE SESIONES DE LA ASAMBLEA GENERAL

INTERVENCIÓN DE LA MINISTRA DE RELACIONES EXTERIORES DE CHILE

S.E. SRA. SOLEDAD ALVEAR

Nueva York, 26 de septiembre de 2003

305 EAST 47TH STREET, 10TH FLOOR • NEW YORK, N.Y. 10017 • TELÉFONO (212) 832-3323 • FAX (212) 832-8713

Lo felicito por su elección como Presidente de esta Asamblea. Como Canciller de Santa Lucía, miembro de la comunidad latinoamericana y del Caribe, Ud. puede contar especialmente con toda la cooperación de la Delegación de Chile.

Los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001, la crisis de Irak, el conflicto del Medio Oriente y el atentado a Naciones Unidas en Bagdad plantean desafíos enormes a la comunidad internacional. Ha habido tensiones por el modo que respondimos a algunas de estas crisis, pero también se han abierto espacios para construir nuevas acciones concertadas. Debemos asumir estos retos con seriedad y sentido de trabajo colectivo.

El Secretario General nos ha expresado su preocupación por las diversas percepciones acerca de las "nuevas y antiguas" amenazas y la urgencia de trabajar un programa de seguridad que aspire a construir un destino común.

Naciones Unidas será lo que sus Estados miembros quieran que sea. El éxito de la Organización será el triunfo de sus miembros. Su fracaso no tendrá otros responsables que los países que la integran.

Naciones Unidas puede y debe tener un rol central en la construcción de un destino común basado en principios y valores universalmente compartidos.

La renovación de Naciones Unidas es, entonces, una tarea urgente que debe abordarse desde una perspectiva política y ética de alto nivel, y no desde la óptica burocrática que ha llevado al estancamiento, a la retórica vacía o a la frustración del deseo de cambio.

Señor Presidente:

De acuerdo a la Carta, la fe en los derechos humanos es un valor constitutivo de toda sociedad y cultura. Es imperativo asumir plenamente su universalidad.

Vemos con preocupación cómo los avances que la Humanidad ha logrado en la realización de estos valores, coexisten con involuciones que frustran el sentido ético que queremos imprimir al mundo global.

La labor de Naciones Unidas debe seguir siendo una garantía para la promoción y protección de los derechos humanos y para la consolidación de una cultura que oriente la conciencia de cada individuo, de cada pueblo, de cada nación.

La democracia es consustancial a los propósitos y principios de esta Organización.

En nuestra región hemos avanzado en la realización de estos valores. El histórico Compromiso de Santiago con la Democracia de 1991, se vio coronado con la aprobación de la Carta Democrática Interamericana y ha sido complementado con la Declaración de Santiago sobre Democracia y Confianza Ciudadana. Un Nuevo Compromiso de Gobernabilidad para las Américas, aprobada durante la Trigésimo Tercera Asamblea General de la OEA celebrada en Chile, en junio de este año. Allí, reafirmamos el papel central de la cooperación multilateral para promover la gobernabilidad democrática. Este esfuerzo es una muestra de cómo la cooperación internacional puede contribuir a fortalecer el valor universal de la democracia.

El compromiso democrático de Chile va más allá de nuestra región. Junto a otros países, integramos la Comunidad de las Democracias, iniciativa que promueve y fortalece este sistema de convivencia a nivel global. Aspiramos a trabajar en Naciones Unidas tras estos esfuerzos.

Señor Presidente:

La paz y seguridad internacionales siguen siendo preocupaciones centrales para esta Organización. El sacrificio del distinguido brasileño y latinoamericano Sergio Vieira de Mello, Representante del Secretario General en Bagdad y de sus compañeros, reafirma nuestro compromiso con el trabajo en favor de la paz.

Naciones Unidas debe jugar un papel más gravitante en el futuro de Irak. Debemos procurar un retorno rápido de la soberanía a manos del pueblo iraquí para que éste pueda construir libremente su futuro. Chile está dispuesto a continuar trabajando en el Consejo de Seguridad, desde una perspectiva que permita avanzar en los consensos necesarios para mejorar las condiciones de seguridad y establecer un cronograma claro de transición política en ese país.

Señor Presidente:

La seguridad debe garantizar a las personas una vida libre de amenazas. Así, la seguridad humana emerge como un sello distintivo y un imperativo para un mundo sin temor.

Compartimos las ideas del Secretario General en orden a lograr un programa de seguridad común que permita superar las diferencias surgidas para tratar los crecientes temores de un mundo global.

La globalización ha abierto nuevas oportunidades a los pueblos del mundo, pero también ha generado desequilibrios como consecuencia de un acceso desigual a las ventajas que ella ofrece. De allí que la perspectiva de equidad debe ser un complemento fundamental de ese programa de seguridad.

El desarrollo en el mundo global ya no puede sostenerse sólo en términos de innovación tecnológica y crecimiento económico. Los avances deben apuntar a que el desarrollo tecnológico esté al servicio de la integración y la prosperidad colectiva.

Con este espíritu, esperamos una amplia participación en el Foro Mundial de Biotecnología, que se desarrollará en la ciudad chilena de Concepción, en marzo de 2004, y un resultado que contribuya a fortalecer la cooperación internacional en uno de los ámbitos de la ciencia y la tecnología de mayor proyección.

Señor Presidente:

Las instituciones multilaterales que tenemos en el ámbito político y económico surgieron en otro momento histórico. Ahora debemos ser capaces de adaptarlas para que respondan a los desaños del siglo XXI.

Nuestra preocupación central hoy debe ser cómo superar el inmovilismo para impulsar un proceso de renovación. El procedimiento utilizado hasta ahora no ha alcanzado los resultados deseados. Es necesario, entonces, explorar alternativas.

Apoyamos con entusiasmo la iniciativa del Secretario General de establecer un grupo de eminentes personalidades que elabore una propuesta para ser presentada a la Organización.

Es fundamental abordar las debilidades de la Asamblea General, del Consejo de Seguridad, y del Consejo Económico y Social. Debemos reflexionar también sobre qué nuevas funciones podría desempeñar el Consejo de Administración Fiduciaria.

Fortalezcamos el diálogo entre estos órganos, e incorporemos a otras organizaciones internacionales, incluyendo las instituciones de Bretton Woods, la Organización Mundial del Comercio y las de carácter regional.

Para avanzar en este proceso de renovación debemos ser capaces de utilizar desde ya todas las potencialidades que ofrece la Carta y que aún no han sido plenamente desarrolladas.

Señor Presidente:

El Consejo de Seguridad ha vivido recientemente momentos críticos. Hemos visto dificultades para ejercer las responsabilidades que la Carta entrega a este Órgano indispensable para mantener la paz y seguridad internacionales. Postulamos su renovación para alcanzar un equilibrio apropiado entre representatividad y eficacia.

La reforma debe considerar la incorporación de nuevos miembros, permanentes y no permanentes e incluir una reflexión sobre el veto.

Este proceso puede ser complementado con mecanismos que, en el marco de la Carta, permitan una participación más activa a los países que no forman parte del Consejo.

Es necesario, también, involucrar de una manera más eficiente a los órganos principales en temas que afectan a la paz y seguridad internacionales. Ello debe ser atendido de manera coordinada a través de la efectiva aplicación de la Carta, como lo plantea el Artículo 15.

Asimismo, es necesario vincular activamente a las organizaciones y esquemas regionales con los esfuerzos de paz y seguridad, aplicando el Capítulo Octavo de la Carta. En las Américas existe una estructura institucional y diversos esquemas de concertación que pueden ser usados para coadyuvar al cumplimiento de los propósitos de Naciones Unidas. La experiencia de la OEA es relevante en este contexto.

La Asamblea General debe emprender un proceso de renovación para desempeñar eficazmente su función como principal órgano deliberante, normativo y representativo de Naciones Unidas.

En la Asamblea General hay una profusión de temas y resoluciones que en gran medida no son implementadas, afectando la eficacia y credibilidad del sistema en su conjunto. Es indispensable tener la voluntad política para implementar lo que se decide. En definitiva, debemos reforzar la capacidad de conducción política de la Asamblea.

Promovemos, a la vez, la configuración de agendas regionales que faciliten acuerdos y consensos globales.

Señor Presidente:

Naciones Unidas debe jugar un papel fundamental en la promoción de un desarrollo equitativo, fortaleciendo su capacidad de influir en el diseño e implementación de políticas públicas nacionales e internacionales en el ámbito económico y social.

El proceso de renovación del ECOSOC debe apuntar a un reposicionamiento de este órgano. Ello exige una actualización de su temario, sus métodos de trabajo, su composición y profundizar la relación con el Consejo de Seguridad, conforme al

artículo 65 de la Carta, asumiendo un rol en la prevención y contención de las amenazas originadas en problemas sociales.

Debemos emprender esfuerzos para evitar que la búsqueda del consenso impida a este Foro alcanzar los necesarios acuerdos sustantivos que debe tomar Naciones Unidas, tendientes a la realización de sus propósitos y principios.

Señor Presidente:

Desde el Sur del mundo, Chile continuará asumiendo su responsabilidad de aportar a la comunidad internacional.

Naciones Unidas es un espacio único e indispensable para construir un mundo de paz y de desarrollo para todos.

Sus valores fundacionales deben inspirar los esfuerzos para una renovación que permita a Naciones Unidas responder a los desafíos del siglo que comenzamos en la búsqueda de un destino común.

Muchas gracias.