Esta réplica escultórica de Ishtar, la gran diosa del amor y la guerra, fue una de las deidades mesopotámicas más importantes. Era una diosa violenta y poderosa que aterrorizaba a dioses y humanos por igual. Tuvo una influencia significativa en muchas diosas posteriores, incluida la famosa diosa griega del amor, Afrodita. Los asirios veneraban a Ishtar como diosa de la guerra y la convirtieron en consorte de su dios nacional Assur. Los antiguos griegos la llamaron Astarte y la Biblia la menciona como Ashtoreth. Ishtar era la diosa de los antiguos imperios que prosperaron alrededor de los ríos Tigris y Éufrates, que se encuentran actualmente en Siria, Irak, Kuwait, Irán y Turquía.

Se trata de una fiel reproducción en yeso del relieve escultórico de 1800 años de antigüedad. El bajorrelieve original (siglo I o II d. n. e.) se descubrió en Palmira y ahora se exhibe en el Museo Nacional de Damasco. Esa región, Mesopotamia, es el hogar de los grandes imperios antiguos y es reconocida como la cuna de la civilización. El papel simbólico de Ishtar para la guerra, que lleva a impartir justicia, y su amor, para proteger a las comunidades que cuidaba, la convierten en un símbolo cultural perdurable. 

El obsequio fue entregado por el Representante Permanente de Siria ante las Naciones Unidas, Mowaffak Allaf, y fue aceptado por el Secretario General, Kurt Waldheim. 

El Secretario General manifestó que la obra recordaba la continuidad de la civilización en el Medio Oriente y las responsabilidades apremiantes de encontrar una paz duradera para que su pueblo pueda encaminarse hacia un futuro más próspero y feliz.

El Sr. Allaf señaló que el obsequio simboliza la esperanza en ""un futuro en el que la abundancia sustituirá a la pobreza y el desarrollo económico será el sustituto de la carrera armamentista"".