Se necesitan medidas fiscales más contundentes para resucitar la economía mundial y apoyar el programa de desarrollo

 

Nueva York, 25 de enero – Una serie de perturbaciones graves que se reforzaron mutuamente (la pandemia de la COVID-19, la guerra en Ucrania y las consiguientes crisis alimentaria y energética, el aumento de la inflación, el endurecimiento de la deuda, así como la emergencia climática) golpearon la economía mundial en 2022. En este contexto, se prevé que el crecimiento de la producción mundial se desacelere del 3,0 % estimado para 2022 al 1,9 % en 2023, una de las tasas de crecimiento más bajas de las últimas décadas, según el informe Situación y perspectivas de la economía mundial de las Naciones Unidas (WESP) 2023, publicado hoy.

El informe presenta unas perspectivas económicas sombrías e inciertas a corto plazo. Se prevé que el crecimiento mundial repunte moderadamente hasta el 2,7 % en 2024, a medida que empiecen a remitir algunos de los vientos adversos. Sin embargo, esto depende en gran medida del ritmo y la secuencia de un mayor endurecimiento monetario, del curso y las consecuencias de la guerra en Ucrania y de la posibilidad de que se produzcan nuevas perturbaciones en la cadena de suministro.

Las tibias perspectivas económicas mundiales también amenazan la consecución de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), cuando la Cumbre sobre los ODS de 2023 en septiembre marque el ecuador de la aplicación de la Agenda 2030.

«No es el momento de pensar a corto plazo o de una austeridad fiscal visceral que exacerbe la desigualdad, aumente el sufrimiento y pueda alejar aún más el logro de los ODS. Estos tiempos sin precedentes exigen una acción sin precedentes», declaró António Guterres, secretario general de las Naciones Unidas. «Dicha acción incluye un paquete de estímulo transformador de los ODS, generado a través de los esfuerzos colectivos y concertados de todas las partes interesadas», añadió.

Perspectivas económicas sombrías para las economías desarrolladas y en desarrollo

En medio de una fuerte inflación, un endurecimiento monetario agresivo y un aumento de la incertidumbre, la recesión actual ha ralentizado el ritmo de recuperación económica de la crisis COVID-19, amenazando a varios países, tanto desarrollados como en vías de desarrollo, con perspectivas de recesión en 2023. El impulso del crecimiento se debilitó significativamente en Estados Unidos, la Unión Europea y otras economías desarrolladas en 2022, lo que repercutió negativamente en el resto de la economía mundial a través de diversos canales.

 El endurecimiento de las condiciones financieras mundiales, unido a la fortaleza del dólar, exacerbó la vulnerabilidad fiscal y de la deuda de los países en desarrollo. Más del 85 % de los bancos centrales de todo el mundo endurecieron su política monetaria y subieron los tipos de interés en rápida sucesión desde finales de 2021, a fin de controlar las presiones inflacionistas y evitar una recesión. Se prevé que la inflación mundial, que alcanzó un máximo de varias décadas en torno al 9 % en 2022, se reduzca, aunque seguirá siendo elevada, del 6,5 % en 2023.

Menor recuperación del empleo y aumento de la pobreza

La mayoría de los países en vías de desarrollo han experimentado una recuperación más lenta del empleo en 2022 y siguen enfrentándose a una considerable falta de empleo. Las pérdidas desproporcionadas en el empleo femenino durante la fase inicial de la pandemia no se han invertido totalmente, y las mejoras se deben principalmente a una recuperación de los empleos informales.

Según el informe, la ralentización del crecimiento, unida a la elevada inflación y a la creciente vulnerabilidad de la deuda, amenaza con hacer retroceder aún más los logros en materia de desarrollo sostenible conseguidos con tanto esfuerzo, agravando los efectos ya negativos de las crisis actuales. Ya en 2022, el número de personas que se enfrentan a la inseguridad alimentaria grave se había más que duplicado en comparación con 2019, alcanzando casi los 350 millones. Un período prolongado de debilidad económica y lento crecimiento de los ingresos no solo obstaculizaría la erradicación de la pobreza, sino que también limitaría la capacidad de los países para invertir en los ODS de manera más amplia.

«Las crisis actuales golpean con mayor dureza a los más vulnerables — a menudo por causas ajenas a su voluntad. La comunidad mundial debe aumentar sus esfuerzos conjuntos para evitar el sufrimiento humano y apoyar un futuro integrador y sostenible para todos», declaró Li Junhua, secretario general adjunto de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas.

Es imperativo reforzar la cooperación internacional

El informe pide a los gobiernos que eviten la austeridad fiscal, que sofocaría el crecimiento y afectaría desproporcionadamente a los grupos más vulnerables, afectaría a los avances en igualdad de género y obstaculizaría las perspectivas de desarrollo durante generaciones. Recomienda reasignar y volver a priorizar el gasto público mediante intervenciones políticas directas que creen empleo y revitalicen el crecimiento. Para ello, será necesario reforzar los sistemas de protección social, garantizando un apoyo continuado a través de subvenciones específicas y temporales, transferencias de efectivo y descuentos en las facturas de servicios públicos, que pueden complementarse con reducciones fiscales sobre el consumo o los aranceles.

Las inversiones públicas estratégicas en educación, sanidad, infraestructuras digitales, nuevas tecnologías y mitigación y adaptación al cambio climático pueden ofrecer grandes beneficios sociales, acelerar el crecimiento de la productividad y reforzar la resiliencia frente a las perturbaciones económicas, sociales y medioambientales.

Las necesidades adicionales de financiación de los ODS en los países en vías de desarrollo varían según la fuente, pero se estima que ascienden a varios miles de millones de dólares al año. Se necesita urgentemente un mayor compromiso internacional a fin de ampliar el acceso a la ayuda financiera de emergencia, reestructurar y reducir la carga de la deuda en los países en desarrollo, y ampliar la financiación de los ODS.

El informe completo está disponible en https://desapublications.un.org/

 

 Contactos para los medios de comunicación:

Sharon Birch, Departamento de Comunicaciones Globales de la ONU, birchs@un.org

Helen Rosengren, Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU, rosengrenh@un.org