El Secretario General de la ONU felicitó a la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares (ICAN por sus siglas en inglés), por haber recibido el Premio Nobel de la Paz.

En un comunicado emitido por su portavoz, António Guterres, aseguró que el galardón reconoce los esfuerzos decididos de la sociedad civil para resaltar las consecuencias humanitarias y ambientales de la utilización de armas nucleares.

Guterres recalcó que de este trabajo surgió el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares, el primer instrumento multilateral jurídicamente vinculante para el desarme.

Por su parte la Alta Representante para Asuntos de Desarme de la ONU, Izumi Nakamitsu, aseguró que espera que este premio sirva para inspirar un nuevo impulso, diálogo y serios esfuerzos en la comunidad internacional para perseguir el desarme como medio para prevenir los conflictos, reducir las tensiones internacionales y lograr la paz y la seguridad sostenible.

«La concesión de este premio se produce en un momento de creciente peligro nuclear. Existe una preocupación real y creciente por la amenaza que representa la existencia de armas nucleares para la humanidad. La lentitud en el cumplimiento de nuestras aspiraciones de largo plazo para el desarme nos deja hoy con peligros sin precedentes», dijo.

ICAN es una coalición de organizaciones no gubernamentales en un centenar de países que promueven la adhesión al Tratado sobre la Prohibición de Armas Nucleares de la ONU y su aplicación. Este acuerdo global fue adoptado en Nueva York el 7 de julio de 2017, y constituye un compromiso para lograr y mantener un mundo libre de armas nucleares. Hasta el momento ha sido firmado por 53 países y ratificado por tres.

Cabe destacar que numerosos países no participaron de las negociaciones del tratado, entre ellos los nueve con capacidad nuclear: Estados Unidos, Rusia, el Reino Unido, Francia, China, Corea del Norte, India, Pakistán e Israel.

La Campaña comenzó en Australia y fue lanzada oficialmente en Viena, Austria en 2007. Los fundadores se inspiraron en el tremendo éxito de la Campaña Internacional para Prohibir las Minas Terrestres, que una década antes desempeñó un papel instrumental en la negociación de la Convención sobre la Prohibición de las Minas Antipersonales o Tratado de Ottawa.

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