Para que los países se beneficien con el mercado mundial de productos agrícolas, que asciende a 1,7 billones de dólares al año, es necesario que participen en el desarrollo de normas alimentarias internacionales para el comercio y se preparen para los cambios tecnológicos inminentes.

Según un estudio conjunto de la FAO y la Organización Mundial del Comercio (OMC), los países en desarrollo en particular deberían invertir en capacidad para tener una participación eficaz en instituciones y organismos multilaterales dedicados al establecimiento de regulaciones alimentarias y de comercio.

«Cuando esas normas trabajan mano a mano, ayudan a garantizar la inocuidad alimentaria y una mejor nutrición en el mundo, lo que a su vez promueve el crecimiento y el desarrollo sostenible», dijo el director general de la OMC, Roberto Azevêdo.

Un mercado internacional agrícola más inclusivo también permite que los productores y procesadores de alimentos en pequeña escala participen en cadenas de valor a gran escala.

Este enfoque se hace cada vez más imprescindible en un momento de creciente preocupación de los consumidores por los microbios, plaguicidas, aditivos alimentarios y por la nutrición y por el aumento de la capacidad tecnológica para controlar la calidad, inocuidad y origen de los productos alimenticios.

«La inocuidad de los alimentos y las normas alimentarias son cruciales para poder aprovechar el potencial de una importante herramienta para combatir el hambre, que es el comercio», señaló el director general de la FAO, José Graziano da Silva.

«Los sectores público y privado –añadió- los operadores de todos los eslabones de la cadena de valor alimentaria, organizaciones de la sociedad civil e instituciones académicas y de investigación, desempeñan todos un papel esencial en el desarrollo de sistemas sólidos y creíbles de gestión de la inocuidad de los alimentos», apuntó.

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