New York

09/26/2020

Mensaje del Secretario General con ocasión del Día Internacional Para la Eliminación Total de las Armas Nucleares

António Guterres, Secretary-General

Transcurridos casi 75 años desde que, con la adopción de la primera resolución de la Asamblea General en 1946, las Naciones Unidas se comprometieran con el objetivo del desarme nuclear, nuestro mundo vive todavía bajo la amenaza de una catástrofe nuclear.

Las relaciones entre los Estados poseedores de armas nucleares se caracterizan por la división, la desconfianza y la ausencia de diálogo. Cada vez más, esos Estados anteponen la competencia estratégica a la cooperación, y los peligros que plantean las armas nucleares se agudizan.

Este Día Internacional pone de relieve la necesidad de dar marcha atrás y retomar un camino común hacia el desarme nuclear.

El uso de armas nucleares afectaría a todos los Estados, lo que significa que a todos los Estados atañe la responsabilidad de velar por que ese mortífero armamento no vuelva a utilizarse nunca más y se elimine por completo de los arsenales nacionales.

La enfermedad por coronavirus (COVID-19) ha puesto de manifiesto una larga lista de debilidades en el mundo, desde el grado de preparación y las desigualdades ante una pandemia hasta el cambio climático y la anarquía en el ciberespacio; nuestro grado de preparación para hacer frente a la amenaza de las armas nucleares es una de esas vulnerabilidades. Necesitamos un multilateralismo reforzado, inclusivo y renovado, basado en la confianza y en el derecho internacional, que pueda guiarnos hacia nuestro objetivo común de un mundo libre de armas nucleares.

Los Estados que poseen armas nucleares deben dar un paso al frente. Deben retomar un diálogo real y de buena fe para restablecer la confianza, reducir el riesgo nuclear y adoptar medidas tangibles en materia de desarme nuclear. Deben reafirmar la idea común de que una guerra nuclear no puede ganarse y nunca debe ser acometida. Y deben tomar medidas para llevar a la práctica los compromisos contraídos.

La muerte, el sufrimiento y la destrucción causados por las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki no deben repetirse. La única garantía contra el uso de esas armas aborrecibles es su completa eliminación. Las Naciones Unidas están dispuestas a colaborar con todos los Estados para lograr este objetivo común.