– Como Pronunicado-

INTERVENCIÓN DE LA PRESIDENTA DEL 73º PERIODO DE SESIONES DE LA ASAMBLEA GENERAL, S.E. MARIA FERNANDA ESPINOSA

18 de diciembre 2018

Señor António Guterres, Secretario General

Señora Michelle Bachelet, Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos,

Señor Michel Forst, Relator Especial sobre la Situación de los Defensores de Derechos Humanos,

Su Excelencia Ine Eriksen Søreide, Ministra de Relaciones Exteriores de Noruega,

Señora Hina Jilani, Defensora ante el Tribunal Supremo de Pakistán y miembro de “The Elders”,

Señora Alice Mogwe, Directora de Ditshwanelo, Centro para los Derechos Humanos de Botsuana,

Señora Florence Simbiri-Jaoko, Enviada de la Alianza Mundial de Instituciones Nacionales de Derechos Humanos,

Excelencias,

En primer lugar, quiero agradecer a las delegaciones de Argentina, Italia y Noruega por su valioso trabajo en la preparación de esta reunión de alto nivel.

El 9 de diciembre de 1998, en la víspera del quincuagésimo aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la Asamblea General adoptó un documento fundamental para hacer realidad sus principios: la Declaración sobre los Defensores de los Derechos Humanos.

Este fue un logro de los Estados y de la sociedad civil, que con mucho esfuerzo alcanzaron un texto contundente y pragmático a la vez.

Veinte años después celebramos su aprobación, que marcó un hito en el reconocimiento y la legitimación del trabajo que realizan los defensores de derechos humanos alrededor del mundo.

Excelencias,

Permítanme referirme a dos temas.

Primero, el papel crítico de los defensores de derechos humanos, ya que no cabe duda del rol esencial que éstos realizan para construir sociedades más inclusivas, justas y libres.

La sociedad civil constituye, además, un pilar fundamental del sistema internacional de derechos humanos.

En ocasiones son estas personas y organizaciones las que pueden alertar, de manera temprana, sobre violaciones graves y sistemáticas de los derechos humanos.

Los Estados tienen la responsabilidad primordial de crear las condiciones necesarias para que quienes trabajan en favor de los derechos humanos puedan disfrutar y ejercer sus derechos y libertades fundamentales, incluyendo la libertad de asociación, el derecho de reunión pacífica, la libertad de opinión y de expresión, y el derecho a acceder a la información.

El diálogo y la participación de todos los actores de la sociedad permiten fortalecer la cohesión social y las democracias.

Las redes de apoyo de la sociedad civil a nivel local, nacional, regional e internacional son muy importantes. Destaco, en ese sentido, la realización de la Cumbre Mundial 2018 de los Defensores de los Derechos Humanos, en París, en octubre pasado.

 

Asimismo, ha sido importante la reciente -Décimo tercera Conferencia Internacional de Instituciones Nacionales de Derechos Humanos, que tuvo lugar en Marrakech.

Los defensores de derechos humanos dan vida a la Declaración Universal. Son agentes de cambio. Ya se trate de activistas mujeres, indígenas, migrantes, trabajadores, personas con discapacidad, afrodescendientes, campesinos, niños, jóvenes o adultos mayores, sus contribuciones son decisivas. Dan voces a los que no tienen voz. Empoderan a los excluidos. Desafían la injusticia. Redimen a las víctimas. Impiden la impunidad.

Sin estos hombres y mujeres, que individual o colectivamente, vencen al miedo y la indiferencia, muchos de los avances de los que hoy disfrutamos no hubieran sido posibles.

Hace solo unas horas, entregamos el Premio de las Naciones Unidas de Derechos Humanos 2018, que reconoció, no solo a los ganadores – Rebeca Gyumi, Joênia Wapichana, Asma Jahangir, y Front Line Defenders – sino también las labores de todos los defensores de derechos humanos alrededor del mundo.

Excelencias,

Mi segundo punto se refiere a los riesgos que enfrentan los defensores de derechos humanos y nuestra responsabilidad para combatirlos. Debemos reconocer que su situación, en muchos casos, es crítica.

Las cifras hablan de más de tres mil quinientos defensores y activistas que han sido asesinados por su trabajo desde la adopción de la Declaración. Según el informe de Front Line Defenders, trescientos defensores fueron asesinados solo en el 2017.

Desafortunadamente, defender los derechos humanos significa para muchos exponerse a múltiples peligros, poniendo en riesgo su vida, su libertad, su seguridad y la de sus familias.

Las mujeres sufren una doble amenaza: tanto por su género como por defender y promover los derechos humanos.

En los últimos años -la difícil situación de quienes trabajan en solidaridad con las personas en situación de movilidad humana, ya sean migrantes o refugiados- ha empeorado.

También se han recrudecido los ataques contra los defensores medioambientales.

Esta situación no puede continuar.

Con amenazas e intimidación se busca el silencio de los defensores de derechos humanos. Los Estados no podemos permanecer impasibles, debemos actuar. Si no protegemos a quienes cuidan de nuestros derechos, la injusticia no tardará en tocar también a nuestra puerta.

Una medida que está a nuestro alcance es fortalecer y respaldar el mandato del Relator Especial sobre la situación de los defensores de derechos humanos.

Excelencias,

Rosa Luxemburgo decía que “quien no se mueve, no siente las cadenas”. Los defensores de derechos humanos son nuestra conciencia colectiva en movimiento. Sus acciones son parte esencial de la lucha universal por romper las cadenas para impiden el logro de la igualdad plena, la justicia y la dignidad para todos y todas.

Que esta conmemoración refuerce el compromiso con la Declaración y con aquellas personas que dedican su vida y su esfuerzo a luchar por la dignidad y el bienestar de los seres humanos. Si asumimos nuestra responsabilidad como ciudadanos, cada uno de nosotros será un defensor de derechos humanos, y podrá así aportar con sus acciones y decisiones al cumplimiento de los principios de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que debemos honrar. Recordemos, entonces, lo que señala en su artículo primero: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”. Que así sea.

Muchas gracias.

 

Los defensores de derechos humanos dan vida a la Declaración Universal. Son agentes de cambio. Ya se trate de activistas mujeres, indígenas, migrantes, trabajadores, personas con discapacidad, afrodescendientes, campesinos, niños, jóvenes o adultos mayores, sus contribuciones son decisivas. Dan voces a los que no tienen voz. Empoderan a los excluidos. Desafían la injusticia. Redimen a las víctimas. Impiden la impunidad.

María Fernanda Espinosa Garcés

PRESIDENTA DEL 73º PERIODO DE SESIONES DE LA ASAMBLEA GENERAL

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