Un nuevo enfoque para la Paz

Por Miroslav Lajčák

16 de abril de 2018

Cuando se crearon las Naciones Unidas, sus fundadores imaginaron un mundo muy diferente.

Un mundo en el que las disputas se resolvían en salas de reuniones y no en campos de batalla. Un mundo en el que las guerras se detenían antes de que estallaran. Un mundo que no esperaría a perder vidas para tomar acción.

Sin embargo, hoy en día varios conflictos van en aumento en distintas partes del mundo, tornándose cada vez más largos, complejos y mortales. La población civil ya no es asesinada en fuego cruzado, sino que ahora son blancos de ataques específicos. De igual manera, estamos presenciando un número sin precedentes de personas que abandonan sus hogares por miedo y desesperación.

Y es por eso que la ONU necesita un nuevo enfoque para la paz.

Convocaré una Reunión de Alto Nivel sobre la Consolidación y el Mantenimiento de la Paz en Nueva York durante los días 24 y 25 de abril. El evento reunirá a distintos líderes mundiales, quienes se centrarán en temas como la prevención de conflictos, la mediación, el diálogo y la diplomacia. Esta iniciativa es parte de un esfuerzo más amplio por parte de los Estados Miembros de las Naciones Unidas para ayudar a nuestra Organización a fomentar la promoción de la paz.

Y cuando digo paz, estoy hablando del tipo de paz que se da por sentada. El tipo de paz que no desaparecerá en el próximo ciclo electoral. El tipo de paz que se mide no en meses o en años, sino en generaciones.

Esto es lo que llamamos el «sostenimiento de la paz». Y es justamente esto en lo que deberíamos estar trabajando, en lugar de buscar soluciones cuando el conflicto ya ha estallado.

Algunos podrán decir que la paz verdadera y duradera es imposible en ciertas partes del mundo. Pero no lo es. Yo mismo he sido testigo de esto. Cuando Montenegro se separó de Serbia, no solo no había paz en el territorio, sino que muchos predecían el resurgimiento de serios patrones de violencia. Sin embargo, gracias a los intensos esfuerzos diplomáticos y la voluntad política, la paz triunfó.  Y hasta el día de hoy seguimos sin indicios de que esto pueda cambiar.

El mes pasado, viajé al oeste de Colombia y me inspiró ver a las comunidades indígenas trabajando con la ONU para construir la paz mediante el fortalecimiento de los vínculos sociales. Me inspiró además ver a los aldeanos, algunos de los cuales habían sufrido más de 50 años de guerra, entusiasmados con sus planes de futuro. Una mujer se acercó a contarme la determinación de su pueblo de no regresar al conflicto.

Estos son ejemplos de paz sostenible, ejemplos que se están dando ahora, en todo el mundo. Es verdad que la mayor parte de nuestras discusiones toman lugar en Nueva York. Sin embargo, estas discusiones deberían estar guiadas por la experiencia en el terreno. Debemos destacar el trabajo que están haciendo los verdaderos constructores de la paz; desde mujeres involucradas en iniciativas de paz en Liberia, hasta los organizadores de talleres de mediación en Kirguistán. Es por esto que la Reunión de Alto Nivel reunirá actores de distintos países, sectores y sociedades, con el fin de compartir sus puntos de vista.

Por supuesto, es importante mencionar que de nada sirve convencer a todo el mundo de la importancia de sostener la paz si no se tienen los fondos suficientes. Necesitamos más inversión en prevención. Una vez el conflicto causa que las sociedades se colapsen, el tejido social se rompe, los edificios son destruidos sin que nadie los arregle, los sueldos se dejan de pagar y el agua deja de correr por los grifos.

Y es así como gastamos el dinero en reconstrucción (mucho más dinero del que se hubiera invertido en mecanismos de prevención). Aparte del inmenso sufrimiento que se hubiera podido evitar, ni siquiera tiene sentido desde un punto de vista económico. El aumento de la inversión, incluso en un pequeño número de países, puede generar un ahorro de miles de millones de dólares para la comunidad internacional.

Al fin y al cabo, lo que no podemos olvidar es que la ONU fue fundada para la paz. Esto es lo que la bandera tiene que representar. El éxito de la organización en la prevención de conflictos debería ser la norma, no la excepción.

La ONU debe ser ser la intermediaria de la paz en el mundo.

Miroslav Lajčák es el Presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas.