Discurso de aceptación

Excmo. Sr. Mogens Lykketoft

Discurso pronunciado con motivo de su elección a la Presidencia

Nueva York, 15 de junio de 2015

[Habla en inglés] Desde que Dinamarca firmó la Carta de las Naciones Unidas hace 70 años en San Francisco, nosotros, el pueblo de Dinamarca, hemos hecho todo lo posible para alcanzar los objetivos recogidos en la Carta. Hemos mantenido fuerzas de mantenimiento de la paz en servicio activo desde la primera misión de las Naciones Unidas en 1956, y durante casi cuatro decenios hemos cumplido con el compromiso de dedicar el 0,7% a la asistencia oficial para el desarrollo.

Permítaseme dar las gracias a la Asamblea por habernos encomendado a mí y —por primera vez— a mi país la Presidencia de su septuagésimo período de sesiones. También yo cumpliré 70 años en el septuagésimo período de sesiones.

Hace 55 años, cuando era adolescente, entré en las oficinas de la Asociación de las Naciones Unidas en Copenhague a buscar información sobre la labor de la Organización. En ese entonces, tenía la sincera esperanza de que las Naciones Unidas eran el marco en el que la racionalidad y la humanidad prevalecerían; en el que serían posibles los acuerdos de desarme; en el que finalmente se podría lograr que las grandes potencias cooperaran en aras de un futuro mejor para toda la raza humana; en el que se podría ayudar a los pueblos a lograr la autonomía y la independencia; y en el que, sin prejuicio racial, se podrían proteger los derechos de las minorías y los grupos vulnerables y marginados, como las mujeres, los niños, los desplazados, las personas con discapacidad y los pueblos indígenas.

Hoy, esa esperanza y esos objetivos siguen siendo tan pertinentes como siempre. Vamos a celebrar el septuagésimo aniversario de las Naciones Unidas durante todo el período de sesiones. Me propongo organizar nuestra labor de una manera que nos permita reflexionar sobre los éxitos así como las deficiencias de estos primeros 70 años, sin dejar de mirar también al futuro. Por ello, el tema de mi mandato como Presidente será: “Las Naciones Unidas a los 70: Un nuevo compromiso para la acción.” Desde San Francisco a esta fecha, la Organización se ha hecho más universal en su composición. En ese lapso de tiempo, la población mundial casi se ha triplicado y ahora suma más de 7.000 millones de personas. La lucha por propiciar el desarrollo pacífico y sostenible y por hacer frente al cambio climático en beneficio de esos 7.000 millones de personas es, a la vez, el desafío y la oportunidad de nuestras vidas. Fundamentalmente, una niña o un niño que nazca hoy tiene el mismo derecho que hace 70 años a aspirar —en palabras de la Carta— “a promover el progreso social y a elevar el nivel de vida dentro de un concepto más amplio de la libertad” y a disfrutar con dignidad la igualdad de derechos de las mujeres y los hombres. La clave del éxito radica en determinar vías por las que todos los países puedan desarrollar nuevas maneras de hacer realidad esta aspiración, de producir y consumir sin poner en peligro nuestro futuro común y el de las generaciones venideras.

Para tener éxito, debemos esforzarnos por construir un mundo más justo y estable y todos tenemos que poner de nuestra parte. Los países donantes deben cumplir sus compromisos respecto de la asistencia oficial para el desarrollo. En un mundo donde los 92 multimillonarios más ricos poseen más que la mitad más pobre de la humanidad, todas las naciones deben redoblar los esfuerzos por movilizar recursos a fin de satisfacer las necesidades de desarrollo.

Sr. Presidente: Permítame darle las gracias por su conducción y su visión, así como por centrar el sexagésimo noveno período de sesiones de la Asamblea General en la elaboración de una agenda para el desarrollo después de 2015 que sea transformadora. En los últimos 15 años, los Objetivos de Desarrollo del Milenio han sido un éxito como guía y marco de nuestros esfuerzos conjuntos encaminados a reducir la pobreza, poner fin al hambre, llevar a los niños a las escuelas y luchar contra las enfermedades y la mortalidad materna, por mencionar solo algunos logros. Lo que ahora deben abordar los Estados Miembros es la recta final hasta la aprobación de un programa de desarrollo universal, centrado en las personas y transformador, concebido para enfrentar los desafíos de nuestro tiempo. Cuando esté en marcha, ese programa nos permitirá erradicar la pobreza extrema y a la vez contener el cambio climático, fomentar la resiliencia e impulsar un crecimiento económico inclusivo y sostenible.

Sr. Presidente: En lo personal, espero con interés colaborar de manera estrecha con usted, cuando nuestros dos países presidan, de manera conjunta y simbólica, la cumbre que se celebrará en septiembre para aprobar la agenda para el desarrollo después de 2015. El éxito de la cumbre será un logro histórico para el programa mundial de desarrollo sostenible y, ciertamente, tendrá un alcance trascendental. Deseo también expresar mi gratitud y reconocimiento al Secretario General por su dedicación a las Naciones Unidas y por la firmeza con que trabajó por el bien común de la humanidad.

Mi primera prioridad será garantizar que la cumbre ofrezca a los líderes mundiales una ocasión de aunar sus esfuerzos para alcanzar los nuevos objetivos en el marco de un nuevo compromiso para la acción, que es el tema que he elegido para el septuagésimo período de sesiones. Ese compromiso —y la nueva alianza mundial que entraña— será el eje de los esfuerzos que impulsarán la labor de las Naciones Unidas hasta 2030. Vamos a llevar ese tema a la práctica pasando revista a los tres pilares de las Naciones Unidas. Dado que la cumbre se centrará en el desarrollo sostenible, es natural dedicar el debate general de este año a conmemorar a las Naciones Unidas en su septuagésimo aniversario y centrarlo en la senda que hemos de seguir hacia la paz, la seguridad y los derechos humanos.

La conferencia sobre financiación para el desarrollo que se celebrará en Addis Abeba debe proporcionar el impulso y la confianza que hacen falta para movilizar los compromisos sustanciales y los recursos necesarios para los años venideros. Los encargados de la adopción de decisiones a todos los niveles deben sentirse obligados a cumplir sus compromisos y a rendir cuenta de ello. El público, la sociedad civil y las empresas del mundo entero deben seguir participando y contribuyendo más allá de esta conferencia. Un documento final positivo y ambicioso emitido por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático que se celebrará en París será la primera prueba real de estos compromisos con el desarrollo ecológicamente sostenible, la primera transformación de los nuevos objetivos en acción a una escala más amplia. No debemos fracasar en esta prueba. Los jóvenes de hoy sufrirían las consecuencias de la incapacidad de nuestra generación para encontrar un denominador común. Por lo tanto, apoyo firmemente su concentración en el cambio climático, Sr. Presidente, y, de ser necesario, estoy dispuesto a basarme en sus esfuerzos para promover su éxito en París.

Es triste pero insoslayable reconocer que el mundo de hoy padece debido a los conflictos armados, el terrorismo, el extremismo violento, la radicalización y la proliferación nuclear, así como al riesgo cada vez mayor de que aumenten las tensiones entre las grandes potencias. En ese contexto, la contribución eficaz y eficiente de las Naciones Unidas a la paz y la seguridad internacionales, que es la segunda de mis prioridades generales, es, lógicamente, más importante que nunca. Resulta demasiado evidente que solo un mundo que respete los derechos humanos fundamentales será suficientemente armonioso, así como social y económicamente sostenible. Por ello, mi tercera prioridad es impulsar más avances en la esfera de los derechos humanos. Cuestiones como la gobernanza, el estado de derecho, la promoción de la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer deben considerarse parte integral de la obtención y el mantenimiento del progreso en otras esferas de intervención, ya sea que guarden relación con la paz y la seguridad o se trate de cuestiones vinculadas al desarrollo.

Concentrándome en los 70 años de las Naciones Unidas y la aplicación de la nueva agenda universal y el nuevo compromiso, en 2016 convocaré un número limitado de reuniones de alto nivel. Además, tengo la intención de organizar, el viernes 23 de octubre, un acto conmemorativo del septuagésimo aniversario de la entrada en vigor de la Carta de las Naciones Unidas. Las tres prioridades estarán imbuidas de un énfasis firme en la igualdad de género y en los jóvenes, así como en la creación y el desarrollo de asociaciones con la sociedad civil, el sector privado y otras instancias pertinentes.

También tengo la intención de organizar reuniones de alto nivel en abril, mayo y julio, respectivamente, sobre las materias siguientes: primero, cómo alcanzar los nuevos objetivos, metas y compromisos de desarrollo sostenible; segundo, el fortalecimiento de la función y la coherencia de las Naciones Unidas en lo que atañe a la paz y la seguridad, incluida la creación de sinergias entre los seguimientos de los exámenes sobre las operaciones de paz, la consolidación de la paz, y la mujer y la paz y la seguridad, y tercero, la aplicación de los derechos humanos, la gobernanza, el estado de derecho y las cuestiones de género en la labor de las Naciones Unidas. Mi propósito es buscar resultados pragmáticos, orientados a la acción, que constituyan una guía para todos los interlocutores —el sistema de las Naciones Unidas, los Estados Miembros, la sociedad civil y el sector privado— acerca de cómo proceder para una aplicación oportuna y eficaz. Dentro de ese marco general, y como apoyo a esas actividades, convocaré también un número limitado de reuniones informativas, debates temáticos y consultas con entidades no estatales.

En la preparación para mi elección, mi objetivo fue mantener consultas amplias con los Estados Miembros. Las ideas y los consejos excelentes que me han dado me han enriquecido y conmovido personalmente. Espero continuar nuestra estrecha cooperación durante mi mandato. Muchos han subrayado su interés en que se lleven adelante el programa de reforma de las Naciones Unidas y la revitalización de la labor de la Asamblea General. El interés más pronunciado parece centrarse en la reforma del Consejo de Seguridad y en la instauración de más transparencia y apertura en el proceso de selección del próximo Secretario General. Procuraré continuar esta labor sobre la base de la condición en que se encuentran ambas vías cuando comience el septuagésimo período de sesiones. Mi intención es desempeñar la presidencia en forma tan transparente, inclusiva y abierta como sea posible.

Al mismo tiempo, trataré de adoptar un método pragmático y participar en la coordinación de la labor de la Asamblea General conforme se vaya desarrollando durante el transcurso del septuagésimo período de sesiones. Eso incluye un examen decenal de los progresos registrados en la aplicación de los documentos finales de la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información, que se celebrará en diciembre, el presupuesto de las Naciones Unidas y los dos períodos extraordinarios de sesiones sobre el problema mundial de las drogas y sobre el VIH/SIDA, que tendrán lugar en junio del año próximo. Tengo la intención de continuar la tradición de coordinar estrechamente la labor de la Asamblea General con el Secretario General y los Presidentes del Consejo Económico y Social y del Consejo de Seguridad a fin de garantizar la circulación armoniosa de información entre los órganos principales. En mi compromiso con el sistema de las Naciones Unidas, trataré de garantizar que se informe periódicamente a la Asamblea General acerca de cómo van avanzando los órganos subsidiarios, así como los fondos, organismos y programas, en la aplicación de los documentos finales de las conferencias importantes celebradas en 2015.

Los encargados de la adopción de decisiones en la actualidad deben reconocer que 2015 es el momento de comprometerse nuevamente a actuar para el bien de las generaciones venideras. Ese es el mensaje que debemos transmitir durante el septuagésimo período de sesiones del órgano más representativo, deliberativo y multilateral del mundo. La interconexión y universalidad de los nuevos objetivos de desarrollo sostenible y las complejidades mundiales que estos reflejan generan desafíos y oportunidades sin precedentes. Tendremos que encontrar maneras de alcanzar un crecimiento sostenible en el que la distancia entre las naciones ricas y pobres no aumente sino disminuya; en el que no solo se consiga el desarrollo y se erradique la pobreza extrema, sino que también se provea una distribución más equitativa de los bienes mundiales; y en el que la cooperación mundial dé lugar a un mundo más justo, sostenible y estable, como se prevé en la Carta de las Naciones Unidas. El multilateralismo y la labor de las Naciones Unidas, y la confianza y la esperanza en soluciones mundiales que inspiran, son hoy tan necesarios como lo eran cuando se fundaron las Naciones Unidas, como lo eran también hace 55 años cuando, por primera vez, abracé la esperanza y el ideal de una comunidad internacional más fuerte, más comprometida y más cooperativa.

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