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Mensaje del Secretario General con motivo del Día Internacional de información sobre el peligro de las minas y de asistencia para las actividades relativas a las minas

4 de abril de 2008

La presencia de minas terrestres en al menos 68 países afectados ocasiona que millones de mujeres, hombres, niños y niñas vivan con miedo a perder sus vidas, sus extremidades o sus medios de vida, y limita su libertad de ir sin peligro al trabajo o la escuela, pastorear el ganado y desplazarse a los mercados.

Si bien en 2007 casi 6.000 personas fueron víctimas de minas terrestres y de restos explosivos de guerra, esas cifras son radicalmente más bajas de lo que lo eran hace sólo unos años. Cada año los programas de actividades relativas a las minas que se llevan a cabo en todo el mundo retiran minas terrestres de más de 100 kilómetros cuadrados de terreno y enseñan a más de 7 millones de personas a evitar el peligro en las zonas afectadas. Esa labor ha contribuido a reducir el número de víctimas pero, de todas maneras, la única tasa de víctimas aceptable es cero.

Para 24 de los Estados donde existen minas que han ratificado el Tratado de prohibición de minas antipersonal, de 1997, se encuentra próximo el vencimiento del plazo de 10 años que se les concedió para eliminar las minas antipersonal instaladas en su territorio o en las zonas bajo su control. En la medida en que los Estados se esfuercen por alcanzar ese importante objetivo, disminuirá la amenaza de nuevas víctimas. No obstante, aún habrá que hacer frente durante los próximos decenios al desafío de proteger los derechos y el bienestar de casi medio millón de supervivientes de las minas terrestres.

Este Día Internacional de información sobre el peligro de las minas y de asistencia para las actividades relativas a las minas nos ayuda a recordar que, si no cuentan con apoyo suficiente, los supervivientes de las minas terrestres y restos explosivos de guerra pueden sufrir una vida de pobreza y discriminación, sin los servicios sanitarios o de rehabilitación adecuados. Los Estados Miembros, la sociedad civil y las Naciones Unidas deben hacer lo posible por promover las condiciones legislativas, sociales y económicas que permitan a los supervivientes disfrutar de sus derechos y ser miembros productivos de la sociedad. La asistencia para las actividades relativas a las minas, integrada en una labor más amplia encaminada a asegurar el respeto de los derechos de las personas con discapacidad, contribuirá también al logro de los objetivos de desarrollo del Milenio, nuestra visión común para conseguir un mundo mejor en el siglo XXI.

Con las iniciativas en curso para eliminar esas municiones en racimo, que ocasionan daños intolerables a los civiles, quizás surjan pronto nuevos instrumentos internacionales. Acojo con satisfacción todos los esfuerzos dirigidos a poner fin a las consecuencias humanitarias de esas armas. Todo nuevo instrumento deberá incluir disposiciones firmes para ayudar a los supervivientes y sus familias.

En este Día Internacional, pido a todos los Estados que aún no lo hayan hecho que ratifiquen todos los instrumentos de desarme, derecho humanitario y normas de derechos humanos relativos a las minas terrestres, los restos explosivos de guerra y los supervivientes de los efectos devastadores de esos artefactos. Sólo mediante la ratificación más amplia posible y el cumplimiento cabal podrá la comunidad internacional impedir nuevas lesiones y muertes y asegurar que las víctimas y sus familias disfruten plenamente de sus derechos.