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El Secretario General

Mensaje del Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza

       17 de octubre de 2007



En los albores del Milenio, los dirigentes del mundo dieron promesas audaces a los pobres del mundo.

Prometieron un mundo en que todos los niños terminaran la enseñanza primaria; un mundo en que todos tuvieran acceso a agua potable y las familias estuvieran protegidas de enfermedades mortíferas como el paludismo; un mundo en que las naciones trabajaran unidas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero que contribuyen al calentamiento del planeta. Por sobre todo, nuestros dirigentes prometieron un mundo en que nadie estuviera condenado a vivir en una pobreza extrema y atroz.

Este año, el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza se celebra apenas pasado al punto medio de la carrera para llegar a dar cumplimiento a esos compromisos, los objetivos de desarrollo del Milenio, en la fecha prevista de 2015. Este Día nos ofrece una valiosa oportunidad de hacer un balance del progreso y revitalizar nuestros esfuerzos.

El balance mundial es diverso. La proporción de personas que viven con menos de un dólar al día se ha reducido y vamos bien encaminados para alcanzar la meta de reducir a la mitad la extrema pobreza. Pero el progreso ha sido desigual y en algunas regiones, particularmente en el África subsahariana, parecería que ni siquiera una de nuestras grandes promesas se va a hacer realidad.

El mundo debe orientar hoy su atención y sus recursos hacia los lugares y las personas que están quedando a la zaga. Al mismo tiempo, debemos tener presente que nadie está más empeñado en poner fin a la pobreza que los propios pobres. Con frecuencia, lo único que les hace falta para salir airosos en esta lucha es orientación, herramientas y oportunidades.

Nuestra tarea consiste en suplir esas deficiencias. Como indica el tema elegido para la observancia del Día este año, debemos considerar a las personas que viven en la pobreza como agentes del cambio. Por ello debemos fomentar entre los beneficiarios el sentimiento de propiedad de las estrategias de desarrollo. Por ello, los ciudadanos deben participar activamente en la formulación de políticas y los gobiernos deben rendir cuenta más estrictamente a sus ciudadanos en sus esfuerzos por lograr los objetivos de desarrollo. Por sobre todo, se debe establecer una verdadera alianza para el desarrollo, en que los países ricos hagan su parte suministrando recursos y creando oportunidades de empleo productivo mediante el acceso a los mercados, para que los pobres puedan asumir el control de su vida.

Nos unimos hoy a los pobres en un esfuerzo colectivo, en que participan la sociedad civil, el sector privado y los particulares de todo el mundo. Decenas de millones de personas hacen oír su voz contra la pobreza en acontecimientos deportivos y culturales, en universidades y en escuelas. Envían mensajes o firman peticiones en que exhortan a sus dirigentes a cumplir sus promesas. Piden que la acción de los ciudadanos vaya acompañada de la acción de los gobiernos, tanto en los países en desarrollo como en los países desarrollados, en apoyo del logro de los objetivos de desarrollo del Milenio.

En este vigésimo Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, todos debemos hacernos presentes. Demostremos la voluntad política necesaria para poner fin definitivamente al flagelo de la pobreza.