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Secretario General

Observaciones ante la Asamblea General con motivo del examen de la Declaración de compromiso en la lucha contra el VIH/SIDA

       Nueva York, 21 de mayo de 2007

Señora Presidenta,
          Excelentísimos señores y señoras,

Agradezco esta oportunidad de reunirme con todos ustedes para tratar de uno de los problemas más graves de nuestro tiempo.

A lo largo de un cuarto de siglo, el VIH ha infectado a 65 millones de personas y ha causado la muerte de 25 millones. Actualmente, 40 millones de personas viven con el virus, y casi la mitad de ellas son mujeres. Nunca antes habían vivido con el virus tantas mujeres, incluidas mujeres casadas.

Sin un tratamiento adecuado, todos los infectados morirán. Cada día mueren de enfermedades relacionadas con el SIDA unas 8.000 personas.

Simultáneamente otras 12.000 se infectan del VIH. Por cada persona que inicia un tratamiento antirretroviral, seis más se infectan.

Estas cifras resultan abrumadoras, pero ni siquiera alcanzan a reflejar toda la realidad que rodea al SIDA. No nos indican las repercusiones humanas que acarrea para las personas directamente afectadas, sus familiares y sus comunidades.

Por eso voy a reunirme hoy con un grupo de funcionarios de las Naciones Unidas que viven con el VIH. Y estoy orgulloso de esos funcionarios, que, al formar el grupo conocido como UN+, tienen la valentía y la fortaleza de hacer oír su voz, enfrentarse al estigma y la discriminación y trabajar para hacer de las Naciones Unidas un modelo del modo en que se debe responder al SIDA en el lugar de trabajo.

Pero no nos engañemos: de una forma u otra, todos vivimos con el VIH. Todos somos afectados. Todos tenemos que asumir la responsabilidad de la respuesta.

Los gobiernos así lo reconocieron cuando, hace un año, aprobaron la Declaración política sobre el VIH/SIDA y renovaron y reforzaron las promesas que habían hecho en la Declaración de compromiso cinco años antes. También se fijaron como nuevo objetivo mundial el acceso universal al tratamiento, la prevención, la atención y el apoyo para 2010.

Asegurar ese acceso es decisivo para cumplir el objetivo de desarrollo del Milenio consistente en detener y comenzar a reducir la propagación del VIH entre las mujeres, los hombres y los niños para 2015, que es un requisito previo para que se cumpla la mayoría de los demás objetivos. No podemos ganar la lucha en pro del desarrollo si no detenemos la propagación del VIH.

Los cuatro elementos de la respuesta -tratamiento, prevención, atención y apoyo- son esenciales y están interrelacionados.

El informe que tienen hoy antes ustedes demuestra que es posible progresar en los cuatro frentes.

A lo largo del último año se han sentado unas bases importantes para asegurar el acceso universal. Noventa países han establecido objetivos nacionales en materia de acceso y muchos se proponen duplicar o triplicar la cobertura del tratamiento antirretroviral para 2010.

En estos momentos reciben tratamiento 2 millones de personas de países de ingresos bajos y medianos.

En países donde la epidemia es generalizada y se ha hecho un esfuerzo sostenido en el ámbito de la prevención, la prevalencia del VIH está disminuyendo.

Varios países han puesto a disposición de los huérfanos a consecuencia del SIDA mecanismos especiales que les aseguran el acceso a la sanidad, la educación y los servicios sociales.

Sin embargo, la epidemia sigue extendiéndose. En los últimos dos años, el número de personas que viven con el VIH ha aumentado en todas las regiones del mundo, y mi propio continente, Asia, no se queda atrás.

Como Secretario General asiático, estoy resuelto a hacer oír mi voz en relación con la propagación del SIDA en el continente. Cada día en que nos neguemos a reconocerlo tendrá unas repercusiones terribles. Cada nueva infección se suma a la carga que pesa sobre las personas, las familias, los hogares, las comunidades y la sociedad en su conjunto. Cada día la prevención se hace más urgente.

En todo el mundo -incluida África, donde el SIDA ha causado la peor devastación hasta el momento- hemos visto muchos ejemplos de programas eficaces de prevención. Es necesario ampliarlos y hacerlos accesibles a todos.

Para ello hay que superar los obstáculos que impiden a tantas personas tener acceso a los servicios de prevención, incluidas las mujeres, las niñas y los miembros de grupos vulnerables.

Hay que adoptar un enfoque amplio para luchar contra las enfermedades estrechamente vinculadas con el VIH, especialmente la tuberculosis.

Hay que invertir más en instrumentos de prevención y tratamiento, como las vacunas y los microbicidas.

Hay que demostrar la voluntad política de hacer frente a los factores que impulsan la epidemia, entre ellos la desigualdad entre los géneros, el estigma y la discriminación.

Hay que asegurar una financiación completa y previsible de la infraestructura, los recursos humanos y los planes nacionales sólidos en materia de SIDA, sobre la base de un verdadero entendimiento de las características particulares de la epidemia a nivel local.

Hay que establecer alianzas con todos los gobiernos, el sector privado y la sociedad civil para que los fondos destinados al SIDA tengan resultados mejores y mayores.

Y hay que mantener ese esfuerzo no sólo durante años sino durante decenios.

Por mi parte, en calidad de Secretario General, prometo:

En los últimos 25 años he aprendido una lección que destaca por encima de todas las demás, y es la siguiente: sólo trabajando conjuntamente, con unidad de propósito, podemos derrotar al SIDA -unidad entre los gobiernos, el sector privado y la sociedad civil.

Les agradezco a todos su compromiso y estoy deseoso de trabajar con ustedes en esta vital misión en los próximos años.

Muchas gracias.