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Discurso del Secretario General en la apertura
del debate general del sexagésimo período de sesiones de la Asamblea General
Nueva York, 17 de septiembre de 2005Señor Presidente,
Excelencias,
Señoras y señores,
Nos reunimos al final de una semana histórica para las Naciones Unidas.
Se han hecho progresos en un frente más amplio que nunca antes en los 60 años de la Organización.
Los dirigentes mundiales se han reunido para prohibir la incitación del terrorismo, hacer promesas de contribuciones para apoyar la democracia y debatir sobre la amenaza del VIH/SIDA, el paludismo y la gripe aviar. Las Naciones Unidas y la Asociación de Naciones del Asia Sudoriental han acordado estrechar relaciones. Los dirigentes de la UE 3 y el Irán se reunieron para buscar una forma de avanzar. También se celebraron importantes debates sobre el Oriente Medio, Burundi, Côte d'Ivoire y Haití.
Pero los logros más importantes se alcanzaron sin duda en la propia Cumbre Mundial. No logramos todo; a fin de cuentas, fuimos ambiciosos y pusimos el listón muy alto. Pero al abordar una variedad de cuestiones todas en conjunto, hemos logrado mucho.
La Cumbre alcanzó grandes logros al adoptar estrategias de lucha contra la pobreza y las enfermedades, crear una nueva maquinaria para llevar la paz a los países asolados por la guerra, y prometer la acción colectiva para prevenir el genocidio. También hizo verdaderos progresos en materia de terrorismo, derechos humanos, democracia, gestión de la Secretaría, mantenimiento de la paz y respuesta humanitaria. Y abrió las puertas para ulteriores medidas sobre salud pública, calentamiento mundial y mediación.
Ahora, pasamos a una nueva tarea: aplicar lo que se ha acordado y seguir trabajando para salvar las diferencias que quedan. El documento final de la Cumbre impone nuevas responsabilidades a cada uno de nosotros individualmente y a todos nosotros colectivamente. Muchas cuestiones deben completarse durante el sexagésimo período de sesiones de la Asamblea General.
Con todo el trabajo que tenemos que hacer en un año, propongo comenzar con un pacto de responsabilidad. Prometamos cada uno de nosotros cumplir lo que el documento final de la Cumbre nos exige y rendirnos cuentas mutuamente.
Tengo la intención de continuar con todas las medidas que se me han pedido. Les pido a ustedes, como Estados Miembros, que me adviertan inmediatamente si creen que no lo estoy haciendo. También ayudaré a llevar la cuenta de los logros que ustedes alcancen en aplicar lo que se ha acordado, y hablaré con franqueza si creo que se están quedando atrás. No me cabe duda de que la opinión pública mundial seguirá muy de cerca nuestros progresos.
Permítanme recordarles algunas de las importantes cuestiones que figuran en nuestra lista, y lo que tenemos que hacer cada uno de nosotros para asegurarnos de que vamos cumpliéndolas, a tiempo.
En primer lugar, la reforma de la gestión.
El documento de la Cumbre da el visto bueno a extensas reformas de gestión para que la Secretaría sea más eficiente, eficaz y rinda más cuentas. El lunes comenzaré a poner en marcha el proceso. He aquí lo que tengo la intención de hacer, como ustedes han solicitado:
Para actualizar nuestras prácticas de trabajo y mejorar la eficacia y la eficiencia, haré recomendaciones para ayudarles en el examen que tienen que hacer de todos los mandatos actuales acordados en los primeros 55 años de la Organización. También haré una evaluación a fondo de nuestras normas presupuestarias y de recursos humanos, así como recomendaciones sobre cómo adaptarlas para que la Secretaría se administre en la forma más actualizada. Además, les ofreceré una propuesta detallada sobre una gratificación excepcional por retiro voluntario para garantizar que tenemos el personal más adecuado para cumplir las prioridades que nos han fijado.
Para promover la rendición de cuentas, después de encargar una revisión completa e independiente de nuestro sistema de supervisión y gestión, presentaré un plan para un comité independiente de supervisión y auditoría. También presentaré muy pronto los detalles de la oficina de ética independiente que tengo la intención de crear, que protegerá a las personas que denuncian prácticas ilegales y garantizará una mayor transparencia financiera. También haré propuestas para garantizar que en el futuro, el Secretario General esté plenamente equipado para cumplir sus funciones de más alto funcionario administrativo y que ustedes, los Estados Miembros, puedan hacerle rendir cuentas.
Les pido que cumplan sus compromisos de continuar con todas estas cuestiones, y de cumplir su promesa de ofrecer más fondos para la supervisión interna. No perdamos el objetivo en el año entrante, y hagamos realidad estas reformas. De esta forma, restableceremos la confianza de todas las personas del mundo en la integridad y la capacidad de la Organización de cumplir su cometido.
En segundo lugar, debemos reforzar nuestra maquinaria de derechos humanos.
La Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos seguirá avanzando en la ejecución de su plan de acción, y ustedes han prometido ayudarla en el fortalecimiento de su Oficina y la duplicación de su presupuesto. También han acordado reforzar los órganos creados en virtud de tratados de derechos humanos.
Lo que es más importante, ustedes han acordado crear un Consejo de Derechos Humanos. El Presidente Eliasson necesita todo su apoyo para dirigir las negociaciones que concluyan en un acuerdo sobre importantes detalles en los próximos meses. Señor Presidente, confío en que las negociaciones se reanuden en función del texto detallado elaborado antes de la Cumbre, que recibió el apoyo de la abrumadora mayoría de Estados Miembros. A mi juicio, la mayoría debe ir al frente, y los que aún tengan reservas deberían hacer un esfuerzo más para mostrar flexibilidad. Tengamos un Consejo de Derechos Humanos que infunda respeto y logre resultados.
En tercer lugar, debemos avanzar en materia de terrorismo.
La Cumbre incluye, por primera vez, una condena sin reservas por todos los Estados Miembros del terrorismo en todas sus formas y manifestaciones, "independientemente de quién lo cometa y de dónde y con qué propósitos". Como ustedes han acordado, es preciso basarse en esa sencilla declaración para finalizar una convención amplia contra el terrorismo en el año venidero y forjar una estrategia global de lucha contra el terrorismo que debilite a los terroristas y fortalezca a la comunidad internacional. Lo podemos hacer, y lo debemos hacer.
En cuarto lugar, debemos establecer y poner en funcionamiento la Comisión de Consolidación de la Paz.
Casi todos los detalles clave ya han sido convenidos. La tarea de ustedes en los próximos meses es concluir el establecimiento de la Comisión y darle carácter operacional. Mi tarea consiste en establecer una pequeña oficina de apoyo y un fondo permanente para apoyar a la Comisión. Hagamos cada uno de nosotros nuestra parte para que la Comisión de Consolidación de la Paz pueda comenzar su labor antes de fines de año.
En quinto lugar, y es algo particularmente importante, debemos cumplir nuestros compromisos sobre el desarrollo.
El presente ha sido un año histórico para el desarrollo. Después de esta semana, se ha eliminado cualquier duda de que los Objetivos de Desarrollo del Milenio no tengan un apoyo universal. Tenemos un compromiso ambicioso de añadir 50.000 millones de dólares por año a la lucha en favor del desarrollo, en el plazo de cinco años. Parece que algunos no han advertido la magnitud de este logro. Por eso, asegurémonos de que se cumplan las promesas que hemos hecho a los pobres del mundo.
Todos los países en desarrollo se han comprometido ahora a formular y comenzar a aplicar, antes de fines del año que viene, una estrategia nacional que sea suficientemente vigorosa para alcanzar los objetivos de desarrollo convenidos internacionalmente, incluidos los Objetivos de Desarrollo del Milenio, para el año 2015. Por su parte, los países desarrollados deben ahora cumplir sus promesas de fortalecer la financiación para el desarrollo y dar alivio a la deuda.
Hay también signos prometedores de que es posible hacer progresos hacia un sistema comercial multilateral, universal, basado en normas, abierto, no discriminatorio y equitativo, tal como fue previsto en el documento Cumbre. Construyamos sobre la base de esa promesa y sigamos adelante con la ronda comercial de Doha.
En sexto lugar, debemos seguir trabajando en la reforma del Consejo de Seguridad.
Nos hemos esforzado por hallar una forma de hacer progresos en esta cuestión de importancia vital. No ha sido fácil, y todavía no lo hemos logrado. Pero los líderes del mundo están de acuerdo en que una pronta reforma del Consejo es, tal como lo han señalado, un "elemento esencial de nuestro esfuerzo global por reformar las Naciones Unidas". Han pedido que, para fines del presente año, se haga un examen de los progresos alcanzados. Cabe esperar que todas las partes hagan un esfuerzo genuino para hallar una solución que pueda obtener un amplio apoyo, no para favorecer a ningún grupo particular sino atendiendo a los intereses de la Organización.
En séptimo lugar, debemos comenzar urgentemente a poner remedio a nuestros afligentes fracasos en materia de no proliferación de las armas nucleares y desarme nuclear.
El consenso en que se basa el Tratado de no Proliferación está considerablemente desgastado. Dos veces en el presente año -en la Conferencia de Examen del TNP y ahora en la Cumbre- ha ocurrido que tras meses de negociación sólo hubo silencio. Los Estados ni siquiera pudieron estar de acuerdo en reafirmar los compromisos existentes o hallar una forma de avanzar, aun a nivel de los principios. Se han conformado con acusarse mutuamente, en lugar de procurar hallar soluciones.
Y sin embargo, estamos afrontando riesgos cada vez mayores de proliferación y terrorismo catastrófico, y lo que está en juego es demasiado valioso para seguir el peligroso sendero que lleva al borde del precipicio diplomático. En lugar de eso, trabajemos juntos para fortalecer los tres pilares del régimen: la no proliferación, el desarme y los usos pacíficos. Exhorto a Noruega, Australia, Chile, Indonesia, Rumania, Sudáfrica y el Reino Unido a que prosigan sus esfuerzos por hallar una forma de avanzar. Todos los Estados deberían apoyar esta iniciativa para hacer frente a esta amenaza contra la existencia.
Señor Presidente,
Excelentísimos Señores y Señoras:
A veces las soluciones multilaterales parecen difíciles o casi imposibles. Pero, de tiempo en tiempo, vale la pena retroceder un tanto y apreciar hasta dónde hemos llegado.
En 1999 hablé por primera vez desde esta tribuna sobre la necesidad de que la comunidad internacional actuara para hacer frente al genocidio. Mis observaciones suscitaron un intenso debate entre los Miembros. Sin embargo, ahora, seis años más tarde, después de que muchos Estados han trabajado esforzadamente, de que la sociedad civil se ha comprometido plenamente y de que se han tenido en cuenta preocupaciones genuinas, ustedes se han reunido para reconocer su responsabilidad solemne no sólo de preocuparse, sino también de actuar. En los años venideros ese compromiso será puesto a prueba.
No nos equivoquemos. Esta es una revolución duramente lograda en los asuntos internacionales, que constituye una señal de esperanza para los más débiles del mundo. Y nos enseña una lección de importancia vital: si perseveramos, podemos hallar respuestas colectivas a los problemas comunes.
Por lo tanto pongámonos a trabajar, confiados y decididos. Si hacemos lo que hemos prometido hacer esta semana, ayudaremos a salvar millones de vidas e infundiremos esperanza a miles de millones de personas. Ese sería un logro digno de coronar el 60° aniversario de las Naciones Unidas y representaría una plataforma desde la cual se pueden hacer aún más cosas en los años por venir.
Muchísimas gracias.