PMA

Ukrainian children displaced by the war

Hace un año, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) no tenía oficina en Ucrania. Esta potencia agrícola de ingresos medianos bajos ya no la necesitaba. Todo cambió de la noche a la mañana. Además, la invasión rusa al país también impactó en el exterior. Los precios de alimentos, petróleo y fertilizantes se dispararon, afectando más a los más vulnerables en países a miles de kilómetros. Con 1.300 millones de comidas, el PMA ya ha apoyado a unos 10 millones de personas en Ucrania. Y continúa haciéndolo.

Años de sequías, huracanes, inundaciones y altas temperaturas han afectado a los medios de vida y a la seguridad alimentaria de Centroamérica y el Caribe. Junto a los gobiernos de la región, el WFP lleva a cabo diversas iniciativas para abordar la crisis climática y reducir el impacto de los recientes eventos meteorológicos extremos.

El Programa Mundial de Alimentos (PMA) te presenta diez historias que recogen parte del trabajo que llevaron a cabo personas y comunidades con la organización durante el año pasado. Desde la labor capacitadora con los pueblos indígenas y los agricultores de subsistencia, hasta los esfuerzos por mejorar las cadenas de suministro y la seguridad alimentaria.

La subida de precios, los efectos de la crisis climática y el impacto de la COVID-19 están agravando la pobreza en el pueblo de Xelam de López, al sureste de Guatemala, lo que ha generado una oleada de emigración. Un proyecto del PMA de nuevas técnicas agrícolas está ayudando a personas como Felipe a que no tengan que irse y puedan mantener y alimentar a sus familias.

En un informe, la CEPAL, la FAO y el WFP analizan el riesgo de hambre en la región. Se trata de un amplio estudio que destaca como las restricciones a la producción de alimentos (la mayoría de los países de la zona importan cereales), la insuficiente producción de fertilizantes y la inflación ponen en peligro la seguridad alimentaria de muchos de los más de 650 millones habitantes de América Latina y el Caribe.

Las mujeres rurales indígenas de la región son el pilar de familias y comunidades, constituyendo aproximadamente una octava parte de la población rural de América Latina. Conservan y transmiten conocimientos ancestrales sobre el cultivo y el uso de alimentos tradicionales, cuya importancia se empieza a reconocer ahora. Consciente de esto, el WFP ayuda a muchas de estas mujeres a luchar contra la discriminación y a aumentar su productividad en países como Guatemala, Ecuador y Bolivia.

Dos mil kilómetros en carro, 10 horas en chalupa entre el lodo y entre lluvias. Seiscientos estudiantes esperaban sus primeras comidas escolares del Programa Mundial de Alimentos (WFP en sus siglas en inglés) en Arismendi, al noroeste de Venezuela; uno de los municipios de más difícil acceso del país. Esta es su historia.

Desde este lugar, el WFP ya brinda suministros, logística y telecomunicaciones para emergencias, recuperación y programas de desarrollo en Nicaragua

El WFP entrevista a Wilder, unos de sus trabajadores indígenas en Bolivia. ¿Alguna anécdota que quisieras compartir? "Recuerdo a una señora que se arrastraba de rodillas para ir a recoger dinero por una emergencia. No tenía silla de ruedas. Corrí a ayudarla y me contó que necesitaba el dinero para comprar sus medicamentos", cuenta Wilder.

A pesar de la inseguridad generada por la violencia de pandillas en Puerto Príncipe, la capital de Haití, WFP apoya a las personas más desfavorecidas con asistencia y comidas escolares a través de rutas marítimas y un helicóptero que la organización administra. Pero esta asistencia aérea (en) podría dejar de operar a final de mes si WFP no encuentra financiación.  

El efecto dominó causado por la invasión a Ucrania, el impacto socioeconómico de la pandemia y la crisis climática están haciendo aumentar la escasez de alimentos y los movimientos migratorios en la región. Como resultado, unos 10 millones de personas se encuentran en condiciones de inseguridad alimentaria severa en los 13 países de América Latina y el Caribe donde el WFP presta ayuda.

Cuando la hija de Beinilet empezó el colegio, también ingresó en el Programa de Comidas Escolares del WFP en Venezuela de canastas de alimentos para llevar a casa. Una ayuda que incluye cereales, proteína y aceite vegetal, además de sal, para que las familias puedan complementar la nutrición de una niña o niño durante un mes.

Junior y Bianca viven con sus hijos Carmen y Joel en un pueblo del desierto de Sechura en Piura, en Perú. Su tranquilidad fue alterada al saber que Joel tenía anemia. Para superarla, el pequeño comenzó a recibir, en un centro de salud apoyado por el WFP, suplemento de hierro en jarabe: el sulfato ferroso. 

El manglar lo es todo para Rosa. Es su fuente de alimentación e ingresos y la de cientos de familias que recogen conchas artesanalmente. Pero esta migrante colombiana no solo recoge conchas en este manglar, situado en el extremo noroeste de Ecuador. También lo protege participando en un proyecto de reforestación coordinado por el PMA y otras instituciones.   

En 2019, Marcelo viajó a China con el apoyo del PMA para aprender sobre el cultivo integrado de arroz-pato; criar patos dentro de cultivos de arroz y así reducir el uso de fertilizantes para obtener una producción más limpia y nutritiva. Al regresar a su pueblo en el sur de Ecuador, Marcelo replicó lo aprendido, convirtiéndose en un referente para su comunidad.