El embalse de Cerrón Grande es el cuerpo de agua más grande de El Salvador y alberga más de quince especies de peces y una amplia variedad de flora sumergida y flotante. Debido a su importancia internacional en la conservación de la diversidad biológica, este humedal recibió la designación Ramsar (abreviatura de la Convención Ramsar sobre los Humedales de Importancia Internacional, especialmente como Hábitat de Aves Acuáticas) en 2005. 

Aunque el embalse fue construido entre 1973 y 1976 para generar electricidad, la riqueza natural que se encuentra en sus 135 km² proporciona agua y alimentos para el sustento de las comunidades locales, lo que permite la comercialización de productos derivados de la pesca artesanal, la recolección de mariscos y la caza. Esto es particularmente importante en 2022, el Año Internacional de la Pesca Artesanal y la Acuicultura. 

A pesar de su gran relevancia, el embalse está actualmente amenazado por la acumulación de residuos sólidos, la erosión, la eutrofización, la contaminación y la presencia de especies invasoras. Para mitigar estos problemas ambientales, intervino un grupo multidisciplinario de científicos de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas”, una institución miembro del programa Impacto Académico de las Naciones Unidas (UNAI) en El Salvador. 

El grupo de investigación, liderado por la Dra. María Dolores Rovira, está llevando a cabo un estudio integral para comprender los procesos de eutrofización, identificar especies invasoras y sus posibles aplicaciones comerciales, y medir los niveles de contaminación. El proyecto comenzó en 2016 y ha recibido el apoyo del gobierno nacional a través del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, así como de actores internacionales. 

En la primera fase, el grupo cuantificó la biomasa en el embalse durante las estaciones secas y lluviosas debido a los altos niveles de contaminación. En consecuencia, el grupo clasificó este indicador de contaminación como la masa de especies vegetales invasoras y floraciones de fitoplancton. Como resultado, se identificó el jacinto de agua común (Eichhornia crassipes) como la especie invasora  predominante, y se detectaron varias especies de fitoplancton en el agua. 

El jacinto de agua, nativo de América del Sur, es motivo de preocupación debido a sus tendencias de crecimiento desproporcionado en lagos, ríos de movimiento lento y pantanos. En Cerrón Grande, los resultados de esta primera fase también  mostraron que el jacinto cubre hasta el 30% de la superficie del agua en la temporada de lluvias, obstaculizando la pesca artesanal y deteriorando la calidad del agua y el equilibrio del ecosistema. 

Estos hallazgos motivaron una segunda fase del proyecto enfocada en identificar aplicaciones en las que el jacinto de agua pueda ser utilizado como combustible o materia prima para generar nuevos productos con valor agregado; resultó que cumple con todos los criterios para la producción de bioenergía. Estos criterios incluyen un alto contenido de celulosa, bajo contenido de lignina, alta degradabilidad, resistencia a plagas y enfermedades, la no ocupación de tierras y potencial para convertirse en un combustible sólido o gaseoso. 

A pesar de todos estos atributos, el principal inconveniente para utilizar el jacinto de agua como fuente de energía es su alto contenido de humedad. Para resolver este problema, el grupo de investigación estudió un proceso de secado natural y la influencia que diferentes tipos de cortes de plantas pueden tener en el contenido de humedad. El procedimiento experimental implicó recolectar muestras de jacinto de agua de Cerrón Grande y obtener sus curvas de secado. 

Los análisis de laboratorio realizados por el grupo de investigación mostraron que la convección natural reduce el contenido de humedad a niveles aceptables. Basándose en este resultado, el grupo también desarrolló una metodología para que este proceso pueda ser llevado a cabo artesanalmente por los habitantes locales y determinó que el jacinto tiene un valor calórico comparable a las características de otras biomasas ampliamente empleadas como combustibles en muchos procesos industriales. 

Asimismo, el grupo de investigación encontró que el jacinto se puede utilizar para producir materiales de construcción con propiedades similares a la madera comprimida. Sin embargo, además del jacinto de agua, los resultados de la primera fase también mostraron una alta presencia de fitoplancton y algas. Por lo tanto, los esfuerzos más recientes de los investigadores se han centrado en determinar las especies de algas que proliferan en Cerrón Grande. 

Los altos niveles de contaminación también provocan la proliferación de algas en el embalse, ya que proporcionan muchos nutrientes que facilitan el crecimiento de microorganismos. Esto se conoce como eutrofización y causa el deterioro de la calidad del agua, la disminución del oxígeno disuelto, la generación de lodos, olores desagradables y la muerte de especies acuáticas. Los resultados de esta tercera fase han determinado que las especies predominantes de algas son las cianobacterias. 

Además, los investigadores encontraron algunas especies que pueden generar toxinas, y que pueden ser altamente perjudiciales. Por ejemplo, José Luis Sierra, biólogo que también forma parte del grupo, expresó que “en Cerrón Grande se desarrolla una proliferación bastante intensa de cianobacterias y aproximadamente el 99% de la abundancia celular corresponde a un potencial productor de microcistina, que es una toxina regulada por la Organización Mundial de la Salud para el agua destinada para el consumo humano”. 

Según la Dra. Rovira, líder del grupo de investigación, “toda la biodiversidad y las actividades económicas que dependen de Cerrón Grande podrían perderse si las condiciones ambientales en el embalse continúan deteriorándose”. Por lo tanto, explicó la experta, es fundamental un monitoreo constante, tanto del estado actual y  los cambios de la calidad del agua así como de la presencia de especies invasoras. 

Esto es crucial, dice la Dra. Rovira, para los responsables de la  toma de decisiones y los actores involucrados en la gestión de este recurso natural esencial en El Salvador. En el futuro, la Dra. espera que el grupo establezca un sistema de monitoreo remoto para Cerrón Grande, utilizando imágenes de satélite sin muestreo en el sitio. La implementación de este sistema facilitaría la medición permanente de la calidad del agua del embalse y la evaluación de la presencia de toxinas. 

El proyecto llevado a cabo por esta institución miembro del programa UNAI en El Salvador es un ejemplo concreto de investigación significativa para avanzar en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y, en particular, en los Objetivos relacionados con la protección del medio ambiente. Además, la contribución de las universidades e instituciones educativas de todo el mundo demuestra su compromiso con un planeta más saludable a través de su conocimiento y experiencia.