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Palabras del Secretario General en la ceremonia conmemorativa del atentado con bomba en Bagdad

( Nueva York, 17 de agosto de 2007)


El atentado con bomba que tuvo lugar en el hotel Canal el 19 de agosto de 2003 sigue marcando uno de los días más negros de las Naciones Unidas. Después de cuatro años, seguimos apesadumbrados.

Con anterioridad habíamos perdido a colegas en el cumplimiento del deber. No obstante, en esta ocasión las Naciones Unidas fueron por primera vez de manera deliberada el blanco de un atentado de tal magnitud. La bomba que estalló en nuestra sede en Bagdad nos robó a los mejores y más brillantes de los nuestros e hirió a muchos más, pero también dio al traste con la ilusión de que los ideales y la imparcialidad de las Naciones Unidas nos permitían actuar por encima de los enfrentamientos existentes en el Iraq. Quienes pusieron las bombas nos sacudieron hasta la médula, pero no lograron que se tambaleasen nuestros ideales: nuestros valores, nuestro compromiso, nuestra resolución; éstos permanecen intactos.

Hoy día, esos mismos ideales, esa misma resolución, guían nuestra labor en pro de la paz, ya sea en Darfur, Dili, Beirut o Bagdad. Esta labor constituye el último y permanente tributo a nuestros amigos caídos. De esta forma honramos su memoria todos los días allá donde ondee una bandera azul.

La reciente decisión del Consejo de Seguridad de renovar y reforzar el mandato de la UNAMI es una oportunidad para continuar la labor de Sergio Vieira de Mello y sus colegas. No obstante, entiendo los temores y recelos que algunos funcionarios pueden tener respecto a cualquier ampliación. Por ello, hoy quiero asegurarles que cualquier medida que se adopte quedará estrictamente sujeta a las condiciones que existan sobre el terreno, ya que su seguridad es y será siempre una consideración prioritaria. Asimismo, los terroristas que tan cruelmente llevaron a cabo el ataque en Bagdad deberán ser llevados un día ante la justicia. No habrá impunidad para esos asesinos.

En este sombrío aniversario, recuerdo también a los supervivientes del atentado con bomba de Bagdad y a las familias de los que allí murieron. Y quiero rendir homenaje a los valientes hombres y mujeres que continúan al servicio de las Naciones Unidas, en el Iraq y en otros lugares.