La pesca marítima constituye un elemento fundamental en la economía de Bangladesh, un país en el que más de 17 millones de personas trabajan en este sector, lo cual representa alrededor del 11% de la población. El pescado desempeña un papel esencial en el consumo de alimentos y es una fuente importante de proteínas. Aunque dentro del sector de la pesca marítima, la pesca en pequeña escala representa la mayor parte de la producción pesquera, también es uno de los grupos más vulnerables de la industria, que se enfrenta a una serie de retos, entre ellos la pobreza, exacerbados por la pandemia de la COVID-19 y la crisis climática. 

En un documento de información de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), publicado en 2020, se advierte de que "las actividades clave en la cadena de suministro de la pesca y la acuicultura pueden verse afectadas e incluso paralizadas por los efectos derivados de la COVID-19 y las medidas vinculadas a la misma (...) Asimismo, la reducción de la demanda interna y las medidas de confinamiento generalizadas afectan a las importaciones de una nación y reducen los ingresos del exterior". "Las dificultades financieras en los negocios pueden llevar a una reducción de los salarios, de las horas de trabajo o a despidos de trabajadores", se advierte en el documento.

En agosto de 2020, el Centro para el Desarrollo Sostenible de la Universidad de Artes Liberales de Bangladesh, institución miembro de la iniciativa Impacto Académico de las Naciones Unidas (UNAI, por sus siglas en inglés), se realizó un estudio de investigación sobre el impacto de la COVID-19 en el sistema socio-ecológico del Golfo de Bengala. El objetivo principal del estudio era identificar las consecuencias de la prohibición de pesca, y de la situación, en su totalidad generada por la pandemia, sobre los medios de vida de los pescadores y el panorama sanitario en general. Además, en el estudio también se analizaron los mecanismos para hacer frente a todo ello y cómo la resiliencia estaba realmente presente en estas comunidades pesqueras. 

Los datos se recopilaron mediante un método mixto: una amplia revisión de la literatura y la etnografía telefónica. Mil personas participaron en la encuesta de evaluación rápida y, de este número, cien encuestados de las comunidades de pescadores de los distritos de Barguna y Cox's Bazar realizaron entrevistas detalladas. Los resultados mostraron que la pesca marítima en pequeña escala o artesanal se vio perjudicada por la pandemia, sobre todo durante el confinamiento forzoso de marzo a mayo de 2020. Los pescadores no podían pescar y la mayoría de ellos tampoco tenía otros medios de subsistencia.

También se interrumpieron el mercado y el sistema de distribución de la pesca por las restricciones sobre la circulación de personas. Además, el ciclón 'Amphan' arrasó la costa de Bangladesh el 20 de mayo de 2020, lo que agravó las penurias de la comunidad de pescadores y del sector en su conjunto. En el estudio se reveló que más de un tercio de los encuestados no tenían ningún medio de subsistencia alternativo, por lo que no contaban con ninguna otra fuente de ingresos. Aquellos que sí pudieron encontrar trabajos menores, perdieron entre el 61 y el 80% de sus ingresos durante este periodo.

En el estudio también se puso de manifiesto que los pescadores en pequeña escala no disponen de ingresos durante todo el año, ni de los conocimientos necesarios para diversificarse cuando no pueden salir a pescar. Dada la ausencia de instituciones financieras adecuadas dispuestas a apoyar a los pescadores, algunos de ellos tienen que pedir préstamos con elevados tipos de interés a prestamistas, propietarios de almacenes y de barcos para llegar a fin de mes. De esta manera, se ven atrapados en ciclos de endeudamiento y obligados a pagar con su trabajo los préstamos a los propietarios de los barcos. En la práctica, esta situación conduce a lo que podría calificarse como servidumbre por deudas o trabajo en régimen de servidumbre.

"He acumulado muchas deudas, mi cerebro no funciona por el exceso de estrés y por el golpe de los ingresos", dijo un pescador de Patharghata. "Nuestros hijos tienen una especie de presión mental por el cierre de las escuelas, y esperan con impaciencia la reapertura de las mismas (...) somos demasiado pobres para pagar sus clases extra en casa", subrayó la mujer de un pescador del mismo subdistrito. Este es un ejemplo de cómo la pandemia ha causado graves problemas, ya que todo el mundo se vio obligado a quedarse en casa, lo que provocó que sus fuentes de ingresos quedaran paralizadas o completamente bloqueadas. 

La mayoría de los pescadores que disponían de credenciales especiales recibieron ayuda alimentaria del gobierno. Sin embargo, algunos encuestados alegaron mala gestión de la ayuda, mientras que otros, con familias numerosas, se quejaron de la escasa cantidad de alimentos, sobre todo de arroz, que se les proporcionaba. A pesar de sus necesidades urgentes y de la insuficiente asistencia médica, la mayoría de las personas conocían las medidas preventivas relacionadas con la COVID-19 y se mostraban prudentes ante el virus, gracias a las noticias difundidas a través de plataformas como las redes sociales y los medios de comunicación tradicionales. 

A partir de los resultados del estudio, los investigadores de la universidad compartieron una serie de recomendaciones con los responsables políticos, entre ellos los funcionarios de los ministerios correspondientes, y las organizaciones de la sociedad civil. Entre las recomendaciones estaban la necesidad de crear oportunidades para diversificar la obtención de ingresos entre estas comunidades vulnerables, tener un apoyo más flexible para los pescadores, garantizar el acceso equitativo a los servicios financieros, fomentar la resiliencia de la comunidad, mejorar el acceso a la información respecto de los servicios de salud y promover los huertos domésticos y el cultivo de alimentos.