El año pasado se celebró por primera vez el Día Internacional del Personal de Paz de las Naciones Unidas para conmemorar más de medio siglo de dedicación y sacrificios del personal de paz que presta sus servicios en todo el mundo bajo la enseña azul de las Naciones Unidas con el objetivo de crear confianza, reconciliar a las partes en conflicto y aliviar el sufrimiento. Lamentablemente, en los últimos 12 meses hemos sido testigos de otros muchos sacrificios que nos llenan de dolor. Cada uno de esos sacrificios nos inspira el más profundo respeto, pero también debe servirnos de inspiración. Debemos seguir esforzándonos, al igual que lo hicieron esos valientes integrantes de las operaciones de mantenimiento de la paz, y hacer todo lo posible para que la comunidad de naciones viva en paz. En la actualidad, más de 53.000 miembros de los cuerpos uniformados y al menos 11.000 civiles de 94 países prestan sus servicios en 15 misiones en todo el mundo. Es muy probable que esas cifras aumenten: el Consejo de Seguridad acaba de aprobar una operación para Burundi y se prevé otra para el Sudán. El crecimiento de las misiones es una señal positiva de que muchos países están optando por un camino más sensato para superar los conflictos violentos, pero impone una pesada carga sobre nuestros recursos. Insto a los Estados Miembros a que faciliten el personal adicional y los recursos necesarios para las operaciones de mantenimiento de la paz. Hace ya tiempo que las operaciones de mantenimiento de la paz han superado su papel tradicional de meras supervisoras de los acuerdos de cesación del fuego. Hoy día, las misiones de las Naciones Unidas realizan tareas como apoyo a las transiciones políticas, creación de instituciones, fomento de la implantación del imperio de la ley, apoyo a la reconstrucción económica, supervisión de elecciones, desarme de milicias y excombatientes, facilitación de los programas de ayuda humanitaria y reasentamiento de refugiados y personas desplazadas. En Liberia y en Sierra Leona, el personal de paz se está encargando de desarmar, desmovilizar y reinsertar a los excombatientes de esas dos brutales guerras civiles. En Timor-Leste, están ayudando a una nación en ciernes a dar sus primeros pasos y a establecer sus instituciones nacionales. En el Sáhara Occidental han ayudado a algunos refugiados a establecer los primeros contactos con sus familias después de casi 30 años. Las operaciones de mantenimiento de la paz nunca podrán por sí solas acabar con las guerras, pero no hay mejor medio para asegurar una paz sostenible. En este Día Internacional del Personal de Paz de las Naciones Unidas, recordemos que hasta la más cara de las operaciones de mantenimiento de la paz cuesta mucho menos que la más barata de las guerras. Es una inversión que bien vale la pena.