VI.  Renovación de las Naciones Unidas

 
312. Las Naciones Unidas no pueden, por sí solas, resolver ninguno de los problemas que acabo de describir. Estos problemas afectan a la comunidad internacional entera, por lo que es preciso que todos y cada uno de nosotros hagamos la parte que nos corresponde. Sin embargo, sin una Organización fuerte y eficaz, para los pueblos del mundo, será inmensamente más difícil hacer frente a estos problemas.

313. Hoy como ayer, que los pueblos del mundo cuenten o no con una organización de esas características dependerá, en definitiva, del compromiso de sus gobiernos con esa causa. Y, hoy como ayer, los Estados Miembros constituyen los cimientos mismos de las Naciones Unidas.

314. En nuestros preparativos para la Cumbre del Milenio debemos reafirmar los propósitos que inspiraron la creación de las Naciones Unidas. Pero también debemos buscar formas creativas de fortalecer a las Naciones Unidas para que sirvan mejor a los Estados y los pueblos en esta nueva era.

315. Hoy día los asuntos mundiales ya no son jurisdicción exclusiva de los ministerios de relaciones exteriores; tampoco son los Estados la única fuente de la que emanan las soluciones para los múltiples problemas de nuestro pequeño planeta. Muchos actores no estatales, de diversa índole y de creciente influencia, se han sumado a las autoridades nacionales para idear nuevas formas de gestionar los asuntos públicos mundiales. Cuanto más complejo el problema que se enfrenta —se trate de negociar una prohibición de las minas terrestres, fijar límites a las emisiones que contribuyen al recalentamiento del planeta o crear una corte penal internacional— más probabilidades habrá de encontrar organizaciones no gubernamentales, instituciones del sector privado y organismos multilaterales que colaboran con los Estados soberanos para encontrar soluciones de consenso.

316. Estoy convencido de que hay dos estrategias fundamentales para hacer realidad la potencialidad de nuestra Organización en el futuro.

317. Ante todo, si bien nuestros propios recursos, como organización, están estrictamente limitados, los recursos de las comunidades a las cuales prestamos servicios son mucho más considerables. Debemos esforzarnos, no por usurpar el papel de otros actores en la escena mundial, sino por convertirnos en un catalizador más eficaz para propiciar el cambio y facilitar la coordinación entre esos actores. Nuestra función más vital consistirá en estimular la actividad colectiva en el plano mundial.

318. En segundo lugar, las Naciones Unidas —al igual que todas las demás instituciones del mundo actual— deben aprovechar plenamente la gran promesa de la Era de la Información. La revolución digital ha originado una oleada sin precedentes de cambios tecnológicos. Utilizada de manera responsable, podrá acrecentar enormemente nuestras probabilidades de vencer la pobreza y alcanzar los demás objetivos prioritarios que perseguimos. Pero para que ello sea posible, es necesario que nosotros, en las Naciones Unidas, utilicemos las nuevas tecnologías con menos reservas que hasta ahora.

A. Nuestros puntos fuertes 

319. Cuando se crearon, hace más de medio siglo, en los días tempestuosos que siguieron a la guerra mundial, las Naciones Unidas encarnaban las más fervientes aspiraciones de la humanidad de alcanzar una comunidad mundial justa y pacífica. Hoy siguen siendo la expresión de ese sueño. Seguimos siendo la única institución mundial cuya legitimidad y amplitud de acción emanan de su composición universal y cuyo mandato abarca el desarrollo, la seguridad, los derechos humanos y el medio ambiente. En ese sentido, las Naciones Unidas son una entidad única en su género en el ámbito de los asuntos mundiales.

320. Somos una organización sin medios militares independientes y, en la esfera económica, nuestros recursos son relativamente modestos. Sin embargo, nuestra influencia en el mundo es mucho mayor de lo que creen algunos y, a veces, de lo que imaginamos nosotros mismos. Esta influencia no deriva de un ejercicio del poder, sino de la fuerza de los valores que representamos; de nuestro papel en la tarea de establecer y mantener normas mundiales; de nuestra capacidad para estimular el interés y la acción mundiales; y de la confianza que se ha depositado en nosotros para la labor práctica que desarrollamos sobre el terreno para mejorar la vida de los seres humanos.

321. Es muy fácil subestimar la importancia de principios y normas; pero en los decenios transcurridos
desde la creación de las Naciones Unidas, la aceptación cada vez más generalizada de nuevas normas ha
afectado profundamente la vida de muchos millones de personas. En otras épocas la guerra era un instrumento normal para llevar adelante los asuntos del Estado; actualmente está proscrita universalmente, salvo en circunstancias muy especiales. La democracia, amenazada en otros tiempos por diversas formas de autoritarismo, no sólo prevalece en buena parte del mundo, sino que, en general, ha pasado a considerarse la forma más legítima y deseable de gobierno. La protección de los derechos humanos fundamentales, antes considerada jurisdicción exclusiva de los Estados soberanos, se ha convertido ahora en un objeto de interés universal que trasciende los gobiernos y las fronteras.

322. Cierto es que las conferencias de las Naciones Unidas del decenio de 1990 se vieron a veces empañadas por la discordia, pero han desempeñado un papel central en la creación de un consenso normativo y en la delineación de soluciones prácticas para los grandes problemas del momento. En ningún otro foro la comunidad internacional en su conjunto ha podido esbozar respuestas al nuevo reto de la mundialización que recibieran una aceptación universal o casi universal. En realidad, el presente informe trata de aprovechar y proseguir la labor iniciada a partir de dichas respuestas.

323. En fecha más reciente hemos observado un renovado interés en las campañas transnacionales sobre temas específicos para fortalecer normas y estructurar regímenes jurídicos, como la que desembocó, por ejemplo, en la convención por la cual se prohibieron las minas terrestres, o en el acuerdo del año pasado para aliviar en mayor medida la deuda de los países pobres más endeudados. Estas campañas, organizadas muchas veces aunadamente con las Naciones Unidas, han contribuido a estimular —y a veces modificar— la conciencia de la comunidad internacional y la conducta de los Estados respecto de muchos problemas mundiales de importancia crítica.

324. Las Naciones Unidas desempeñan un papel igualmente importante, pero poco reconocido, en la creación y mantenimiento de normas mundiales sin las cuales las sociedades modernas sencillamente no podrían funcionar. Así, por ejemplo, la Organización Mundial de la Salud establece criterios de calidad para la industria farmacéutica de todo el mundo. La Organización Meteorológica Mundial reúne datos meteorológicos procedentes de distintos Estados y los difunde a los interesados, lo que permite mejorar los pronósticos meteorológicos mundiales. La Organización Mundial de la Propiedad Intelectual protege las marcas registradas y las patentes fuera de los países de origen. Los derechos de las líneas aéreas comerciales a trasponer las fronteras internacionales derivan de acuerdos negociados por la Organización de Aviación Civil Internacional; por su parte, la Comisión de Estadística de las Naciones Unidas contribuye a la uniformidad de las normas contables.

325. En realidad, es imposible imaginar nuestra sociedad globalizada sin el sostén de los principios y la práctica del multilateralismo. Una economía mundial abierta, en lugar del mercantilismo; un decrecimiento gradual de la importancia de las alianzas militares en pugna sumado a un Consejo de Seguridad que pueda adoptar decisiones en un número mayor de casos; la convocación de una Asamblea General o de grandes reuniones de Estados y de las organizaciones de la sociedad civil para hacer frente a las preocupaciones comunes de la humanidad: he aquí algunas de las manifestaciones, por incompletas y vacilantes que parezcan, de un sistema multilateral indispensable en acción.

326. Si se adopta una perspectiva a largo plazo, se verá que la expansión del imperio del derecho ha sido la base de buena parte del progreso social alcanzado en el último milenio. Naturalmente, es esta una obra inconclusa todavía, especialmente en el plano internacional, por lo que prosiguen nuestros esfuerzos para consolidarla. El apoyo al imperio del derecho se vería fortalecido si los países firmaran y ratificaran los tratados y convenciones internacionales. Algunos se niegan a hacerlo por razones de fondo, pero un número mucho mayor sencillamente carece de los servicios de expertos y de los recursos necesarios, especialmente a la hora de aprobar leyes nacionales para dar fuerza a los instrumentos internacionales.

327. En consecuencia, pido a todas las entidades pertinentes de las Naciones Unidas que proporcionen la asistencia técnica necesaria para que todo Estado dispuesto a hacerlo pueda participar plenamente en el nuevo orden jurídico mundial.

328. En la Cumbre del Milenio proporcionaremos facilidades especiales para que los Jefes de Estado o de Gobierno puedan firmar todo tratado o convención de la cual sea depositario el Secretario General .

329. A medida que han ido evolucionando las normas mundiales, otro tanto ha sucedido con las instituciones. En los últimos años, por ejemplo, hemos presenciado la creación de tribunales especiales para Rwanda y para la ex Yugoslavia, en respuesta a la creciente preocupación de la comunidad internacional por las violaciones manifiestas de los derechos humanos y a su determinación de poner fin a la "cultura de la impunidad".

330. Insto encarecidamente a todos los países a que firmen y ratifiquen el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional a fin de consolidar y ampliar los progresos ya realizados en la tarea de enjuiciar a los responsables de crímenes de lesa humanidad .

331. También las Naciones Unidas deben adaptarse a los nuevos tiempos. Una esfera de importancia crítica, a la cual ya me he referido, es la reforma del Consejo de Seguridad. El Consejo debe estar en condiciones de trabajar de manera eficiente, pero también debe gozar de una legitimidad incuestionable. Esos dos criterios definen el ámbito dentro del cual ha de hallarse una solución. Insto a los Estados Miembros a que aborden este problema sin demora.

332. También debemos adaptar nuestras deliberaciones de modo de aprovechar plenamente las aportaciones de la sociedad civil. Las organizaciones de la sociedad
civil ya hacen una importante contribución a la concepción y defensa de las normas mundiales. (En el gráfico 13 se consigna el número actual de organizaciones no gubernamentales.) Es evidente que las Naciones Unidas y los pueblos del mundo se beneficiarán considerablemente si la Organización aprovecha en mayor medida esta vital fuente de energía y de servicios de expertos, del mismo modo que nos hemos beneficiado de los vínculos institucionales y de una cooperación práctica más estrechos con los parlamentos nacionales.

333. Pediré, por tanto, a la Asamblea General que estudie medios de mejorar estas relaciones. Como primera medida, podría pedirse a un grupo de expertos, incluidos representantes de las organizaciones de la sociedad civil, que preparase un estudio de las "prácticas más idóneas", de carácter innovador, que permitiesen que esas organizaciones contribuyeran a la labor de las Naciones Unidas en todos sus aspectos. El estudio podría constituir la base de un conjunto de nuevos medios de lograr que la sociedad civil participara más plenamente en nuestra empresa común .

334. La cooperación con el sector privado y diversas fundaciones particulares también ha contribuido en sumo grado a nuestros éxitos recientes, como he señalado en distintas partes del presente informe.  

B. Adaptación al cambio: redes de apoyo 

335. El acelerado ritmo de transformación del mundo actual suele exceder la capacidad de adaptación de las instituciones nacionales e internacionales. Son tantas las cosas que cambian al mismo tiempo que ninguna organización puede, por sí sola, mantenerse a la par de todas ellas, especialmente porque los cambios generalmente rebasan los límites tradicionales entre las disciplinas académicas y los campos de especialización.

336. Parte de la solución podría radicar en las "redes mundiales de promoción de políticas" que han comenzado a aparecer. Estas redes —o coaliciones de adaptación al cambio— están formadas por instituciones internacionales, organizaciones de la sociedad civil y del sector privado y gobiernos nacionales que apuntan al logro de objetivos comunes.

337. A veces son las organizaciones internacionales las que toman la iniciativa, por ejemplo, la Organización Mundial de la Salud en la campaña de lucha contra el paludismo o mi propia oficina en el caso del Pacto Mundial con el sector privado.

338. En otros casos es un pequeño número de gobiernos nacionales u organizaciones no gubernamentales el que da el impulso inicial, como en el caso de la campaña para proscribir las minas terrestres. En el caso de la Alianza Mundial para el Fomento de la Vacunación y la Inmunización, en cambio, se pusieron a la vanguardia el sector privado y varias fundaciones filantrópicas. En todos estos casos, estas coaliciones flexibles y originales dan nuevo significado a la expresión "nosotros los pueblos", demostrando que la gestión de los asuntos públicos mundiales no es un juego de suma cero, pues todos los participantes en las redes adquieren más influencia.

339. Los Estados, en particular, se benefician al adherirse a la redes mundiales de promoción de políticas porque, con la cooperación de los demás, pueden lograr lo que para ellos solos sería imposible.

340. Si bien pueden adoptar formas distintas, las redes mundiales de promoción de políticas tienen varias características comunes. No hay en ellas un orden jerárquico y, además, dan voz a la sociedad civil. Ayudan a crear programas mundiales de promoción de políticas, a encuadrar los debates y a despertar la conciencia del público. Gracias a un amplio uso de la Internet, acopian información, difunden conocimientos y facilitan la consecución de consensos y la negociación de acuerdos en torno a nuevas normas mundiales, así como la creación de nuevos tipos de mecanismos para poner en práctica y supervisar el cumplimiento de esos acuerdos una vez concertados.

341. Nuestra participación en las redes mundiales de promoción de políticas, con ser considerable, en buena medida ha sido también improvisada. Necesitamos aplicar un enfoque más específico y sistemático. Debemos determinar la mejor forma de ayudar a los gobiernos, a la sociedad civil y al sector privado a que colaboren para alcanzar sus objetivos, que son también los nuestros.

C. Conexiones digitales 

342. En otra parte del presente informe me referí a la importancia vital de resolver la disparidad digital en el mundo. Ahora quisiera sugerir de qué forma la Revolución de la Información podría y debería beneficiar a las propias Naciones Unidas.

343. Hace 10 años el intercambio de información con el mundo en desarrollo era caro y lento. La Red Mundial lo ha transformado todo. Hoy podemos leer periódicos en línea, de cualquier punto del mundo a los pocos segundos de su publicación. Podemos encontrar y descargar, con igual celeridad, información procedente de departamentos de gobiernos, de grandes instituciones de investigación extranjeras y de organizaciones no gubernamentales clave.

344. Eso no es todo. El aumento de las interconexiones mundiales también significa que todos los años el vasto acervo de información electrónica que tienen las Naciones Unidas en su sitio en la Red se pone gratuitamente al alcance de millones de nuevos usuarios. La popularidad de nuestro sitio es extraordinaria y el año pasado recibió más de 100 millones de visitas.

345. La Internet también nos permite celebrar conferencias electrónicas mundiales interactivas, lo cual no sólo ahorra gastos de transporte aéreo, cuentas de hotel y gastos de servicios de conferencias, sino que además permite recibir, con igual facilidad y al mismo bajo costo, tanto a 10 como a 10.000 participantes. Dentro de la Secretaría podemos reemplazar muchas reuniones "cara a cara" con "reuniones" electrónicas, aprovechando así mejor el tiempo del personal. Esta práctica es cada vez más frecuente en las organizaciones modernas que se han sumado a la Revolución de la Información.

346. Por último, la Revolución de la Información ofrece posibilidades de aumentar radicalmente la eficiencia de nuestras operaciones sobre el terreno. Las comunicaciones inalámbricas funcionan aun en las peores condiciones, incluso durante desastres naturales y casos de emergencia.

347. Me complace anunciar la puesta en marcha de un nuevo Programa de Respuesta en Casos de Desastre que proporcionará y mantendrá en funcionamiento teléfonos móviles y por satélite, así como enlaces de microondas, para el personal que presta socorro humanitario.

348. Esta iniciativa estará encabezada por la empresa Ericsson, en colaboración con diversas entidades de las Naciones Unidas y la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (véase el recuadro 11).

 

Recuadro 11

Por primera vez sobre el terreno: sistemas de comunicaciones en las operaciones de socorro en casos de desastre

El incremento espectacular de los efectos de los desastres naturales, tanto por su alcance como por su gravedad, en los últimos tres decenios ha exigido esfuerzos cada vez mayores de parte de las organizaciones de socorro para casos de desastre. A fin de hacer frente a estas exigencias, las operaciones de socorro en casos de desastre se han vuelto más vastas y complejas, con un número de participantes cada vez mayor. Esto ha llevado, a su vez, a una demanda más intensa de comunicaciones eficaces sobre el terreno.

Los sistemas locales de comunicaciones suelen sufrir graves daños en los desastres. Desgraciadamente, los sistemas de comunicaciones de los diferentes organismos y organizaciones no gubernamentales son de muy variada calidad y a veces no son compatibles unos con otros. Se ha reconocido, en general, la necesidad de mejorar esos sistemas, pero para muchos organismos y organizaciones no gubernamentales la adquisición de sistemas más eficaces es simplemente demasiado costosa.

Atendiendo a esta necesidad, la empresa Ericsson ha iniciado un importante Programa de Respuesta para Casos de Desastre que, entre otras iniciativas, proporcionará teléfonos móviles y por satélite al personal local y de los organismos que prestan socorro humanitario, y se encargará de su mantenimiento. La empresa ayudará a instalar enlaces de microondas y equipo de otro tipo para mejorar las redes de comunicaciones existentes o las creará cuando no existan. El Programa de Respuesta en Casos de Desastre recurrirá en gran medida al apoyo de las oficinas de la empresa Ericsson en más de 140 países de todo el mundo y se centrará en los preparativos para los desastres así como en las tareas posteriores a éstos.

Esta generosa iniciativa de civismo de una empresa mundial y de cooperación entre el sector privado y el público será enormemente beneficiosa para los organismos de las Naciones Unidas y sus colaboradores y contribuirá a mejorar los servicios que se prestan a las víctimas de desastres en todo el mundo.

 

 

349. La planificación logística y las propias operaciones en los casos de emergencia complejos también pueden beneficiarse de un mejor aprovechamiento de la tecnología disponible. En Kosovo, por ejemplo, el Comité Internacional de Rescate creó, en Pristina, una red común de comunicaciones por satélite e inalámbricas de la Internet. Todos los organismos de las Naciones Unidas, la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa, varias misiones nacionales y la mayoría de las organizaciones no gubernamentales se comunican a toda hora a través de esta red.

350. Sin embargo, hasta ahora las Naciones Unidas apenas si han aprovechado las inmensas posibilidades de la Revolución de la Información. Seguimos tropezando con los problemas de una mentalidad que se resiste al cambio, una infraestructura insuficiente de tecnología de la información, una falta de personal capacitado y, sobre todo, una incomprensión de los grandes beneficios que ofrece la tecnología de la información si se utiliza con espíritu creador. Es preciso actualizar y aumentar nuestra capacidad interna para aprovechar la tecnología de la información. El sistema de las Naciones Unidas tiene grandes posibilidades de integrarse mejor, en línea, proporcionando a todos los pueblos del mundo información y datos que les conciernen directamente.

351. En colaboración con otros miembros del sistema de las Naciones Unidas, me propongo perseguir estos objetivos con gran energía. También dirigiré un llamamiento a la industria de la tecnología de la información para que nos preste asistencia en la tarea de reconstruir la infraestructura y la capacidad de las Naciones Unidas para aprovechar la tecnología de la información.

D. La "revolución silenciosa" en marcha 

352. Si la comunidad internacional tuviera que volver a crear mañana las Naciones Unidas, sin duda la estructuraría de una forma muy diferente de la actual. En el año 2000, nuestra estructura refleja decenios de mandatos encomendados por los Estados Miembros, y, en algunos casos, el legado de profundos desacuerdos políticos. Si bien hay un parecer generalizado de que es preciso que las Naciones Unidas sean una organización más moderna y flexible, a menos que los Estados Miembros estén dispuestos a contemplar una verdadera reforma estructural, seguirá habiendo estrictos límites a lo que podamos hacer.

353. Si se comparan el alcance de nuestras responsabilidades y las esperanzas depositadas en nosotros, por una parte, y los recursos con que contamos, por la otra, queda de manifiesto una triste realidad. El presupuesto para nuestras funciones básicas —las actividades de la Secretaría en Nueva York, Ginebra, Nairobi, Viena y cinco comisiones regionales— es de apenas 1.250 millones de dólares al año. Esto representa más o menos el 4% del presupuesto anual de la ciudad de Nueva York y es casi 1.000 millones de dólares inferior a los gastos anuales del Departamento de Bomberos de
Tokio. Nuestros recursos sencillamente no guardan relación con nuestra tarea en el plano mundial.
 

354. Son bien conocidas las dificultades que nos crean presupuestos estáticos y las moras en el pago de las cuotas. Menos conocidas son las presiones que ejercen los Estados Miembros sobre nosotros al confiarnos nuevos mandatos sin prever nuevos recursos. Es posible hacer más con menos, pero sólo hasta cierto punto. Tarde o temprano se resentirá la calidad de nuestra labor.

355. Pero las limitaciones no son sólo financieras. En muchas esferas no podemos realizar nuestra labor porque los desacuerdos entre los Estados Miembros impiden llegar al consenso necesario para tomar medidas eficaces. Este problema, evidente en el caso de las operaciones de mantenimiento de la paz, afecta también a otras esferas. Además, la supervisión desorbitada y exageradamente minuciosa de los Estados Miembros sobre nuestras actividades programáticas hace sumamente difícil maximizar la eficiencia o la eficacia de nuestra labor.

356. La "revolución silenciosa" que inicié en 1997 tenía por objeto hacer de las Naciones Unidas una organización más ágil y eficaz. Desde entonces hemos simplificado los procedimientos de gestión, transferido recursos de actividades administrativas a actividades de desarrollo, introducido la gestión colegiada y mejorado considerablemente la coordinación entre los distintos elementos del sistema de las Naciones Unidas, muchos muy distantes entre sí.

357. A fin de reducir la tendencia innata a la inercia institucional que ha afectado a nuestra labor y de facilitar la redistribución estratégica de nuestros recursos, he propuesto plazos y disposiciones de duración máxima para las iniciativas que entrañen nuevas estructuras orgánicas o cuantiosos compromisos de fondos. La Asamblea General no ha aceptado todavía esta propuesta; la insto a que la acepte .

358. Además, para atender mejor a los seres humanos, las Naciones Unidas deberán basarse más en los resultados, por lo que hace tanto a la dotación de personal como a la asignación de recursos. Estamos avanzando lentamente hacia un sistema de presupuestación basado en los resultados, es decir, un sistema más centrado en los productos que en los insumos y los procesos. Una vez que se haya aplicado plenamente, promoverá una mayor eficiencia y flexibilidad, en tanto que, al mismo tiempo, aumentará la transparencia y facilitará la rendición de cuentas por la Secretaría a los Estados Miembros. También en este caso es necesario el apoyo de la Asamblea General .

359. En suma, las Naciones Unidas del siglo XXI deberán seguir guiándose por los principios que inspiraron su creación. Deberán seguir siendo una organización dedicada al servicio de sus Estados Miembros y de sus pueblos. Nuestros objetivos no cambiarán: paz, prosperidad, justicia social y un futuro sostenible. Pero los medios que utilicemos para alcanzar estos fines deberán adaptarse a los problemas de la nueva era.

360. En el futuro las Naciones Unidas deberán actuar cada vez más como un catalizador de la acción colectiva, tanto de los Estados Miembros como entre ellos y la vibrante constelación de nuevos actores no estatales. Deberemos seguir siendo el lugar donde se forjen las nuevas normas de conducta internacional y se establezcan amplios consensos al respecto. Deberemos aprovechar el poder de la tecnología para mejorar el destino de los países en desarrollo. Por último, nosotros mismos, como organización, deberemos ser más eficaces, más eficientes y más accesibles a todos los pueblos del mundo. Y si fracasamos, deberemos ser nuestros críticos más severos.

361. Sólo de esta forma mereceremos la confianza de todos los pueblos del mundo.