Al aprobar la histórica Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, los dirigentes del mundo expresaron su determinación de buscar la prosperidad y el progreso compartidos en un espíritu de solidaridad mundial. El Acuerdo de París sobre el cambio climático constituye otro hito importante para nuestro planeta y todos los pueblos.
Estos logros fueron impulsados por dos objetivos complementarios: no dejar a nadie atrás y construir una vida digna para todos. Este espíritu de solidaridad mundial debe inspirar ahora nuestra respuesta colectiva a otros grandes retos que enfrenta la humanidad.
En particular, este espíritu ha de presidir la respuesta a la apremiante situación de quienes, en un número sin precedentes, se ven obligados a abandonar sus hogares y comunidades. Demasiadas personas han huido de los extremistas violentos para acabar siendo nuevamente victimizadas por la xenofobia, la discriminación y el abuso. Debemos enfrentarnos juntos a todos aquellos que propagan temores infundados. Ayudar a los vulnerables nos eleva a todos.
Ahora que la diversidad es presa de ataques verbales o violentos en tantos lugares del mundo, debemos aprovechar al máximo el Día Internacional de la Solidaridad Humana para reafirmar nuestra humanidad común, defender nuestros valores compartidos y crear un futuro mejor para todos.