28 de mayo de 2020

El enemigo invisible conocido como coronavirus o COVID-19 que surgió en Wuhan, China, en diciembre de 2019, ya ha llegado a abarcar el planeta entero, matando a miles de personas, poniendo la economía mundial patas arriba y sembrando el caos social por todas partes.

Nadie se ha librado de este tremendo enemigo sin precedentes, ni siquiera el personal de paz de las Naciones Unidas. Estas mujeres y hombres trabajan sin descanso para mantener la paz y la seguridad en las situaciones más difíciles, lejos de sus familias y amigos. La pandemia ha agravado aún más las condiciones bajo las que este personal de paz trabaja.

Permítanme profundizar en la forma en la que yo, personal de paz de las Naciones Unidas de Italia que sirve en el sur del Líbano, me he visto afectado personalmente y la forma en que la Fuerza Provisional de las Naciones Unidas en el Líbano (FPNUL) sigue cumpliendo con su mandato a pesar de las duras adversidades que nos ha planteado esta pandemia.

Dado que formo parte de la FPNUL desde agosto de 2019, puedo describirme como testigo de los problemas que han ido apareciendo tras el surgimiento de la COVID-19 en el Líbano. De la mano de las comunidades anfitrionas, todo lo que hacemos, pensamos o expresamos va orientado a contener la propagación del virus, a la vez que llevamos a cabo el mandato de la misión establecido en la resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas 1701(2006). Durante estos tiempos de coronavirus, todas las tareas relacionadas con el mandato se han realizado con capas extra de precaución y de conformidad con las pautas del Gobierno anfitrión y la Organización Mundial de la Salud.

Ser personal de paz de las Naciones Unidas es un honor y, en ocasiones, una tarea difícil, especialmente cuando vives lejos de tu familia durante un largo periodo de tiempo. Se hace incluso más duro cuando también tienes que enfrentarte a este adversario nunca antes visto, un virus que no solo te está amenazando a ti, tu misión y las comunidades anfitrionas para las que trabajas, sino también a tu familia en tu país de origen. Los retos son descomunales, sobre todo cuando eres de uno de los países más afectados.

Superando los desafíos

Yo me preocupo por el bienestar de mi familia en mi país de origen, pero ellos se preocupan aún más por el mío. Cuando el número de casos de COVID-19 alcanzó niveles máximos en Italia, comenzaron a vivir en un confinamiento nacional y a salir solamente una vez a la semana para comprar productos básicos, situación que persistió durante casi dos meses. Por suerte, comprendieron plenamente mi compromiso aquí en el Líbano y siguieron apoyándome. Gracias a la tecnología, podemos comunicarnos a diario a través de videollamadas, en las que nos damos fuerza los unos a los otros. Esto me ayuda a cumplir con mi misión en las Naciones Unidas de mantener la paz.

El lado bueno de todo esto es que, en el momento en que se confirmó el primer caso de COVID-19 en el Líbano a finales de febrero de 2020, ya se había aprendido mucho de los países más afectados, como Italia. Las estrictas medidas aplicadas por el Gobierno y por la FPNUL ayudaron a contener la propagación del virus. En el momento de la redacción de este artículo, no había ningún caso positivo de COVID-19 en el campamento en el que vivo, que alberga a unos 900 miembros del personal de paz de las Naciones Unidas. Este es otro factor tranquilizador que ayudó a reducir la ansiedad de mi familia.

El apoyo que recibí de su parte y la oportunidad que me dio la FPNUL me empujaron, como personal de paz de las Naciones Unidas, a desempeñar un papel activo en esta inusual guerra global por el bien de la humanidad. Así es como me siento: como personal de paz, puedo contribuir a la solución.

Contribuyendo a la solución

Cuando la FPNUL comenzó a apoyar a las comunidades locales, tuve el honor de formar parte presencialmente de la primera donación llevada a cabo por la misión en beneficio del municipio de Naqoura el 31 de marzo de 2020. Suministrar equipos médicos y de protección con el objetivo de evitar el contagio y salvar vidas me hace sentir orgulloso y más cerca de mis camaradas de Italia, que participan en actividades similares para proteger a mis compatriotas.

En la sede de la misión, coordino y recopilo datos de todas las donaciones de la FPNUL a las comunidades locales antes de compartir esta información con los componentes relevantes de la misión. Esto sirve de ayuda en nuestra respuesta global y de apoyo a las comunidades anfitrionas para la contención de la propagación del virus. También contribuyo a la lucha contra la enfermedad mediante mi compromiso continuo en la Sección de Información Pública y Comunicaciones Estratégicas, en la Célula de Crisis del Coronavirus (CCC) de la FPNUL, un equipo de emergencia centrado en la puesta en común a tiempo de noticias y planes de emergencia relacionados con la COVID-19. Se trata de un foro en el que se discuten acciones prácticas antes de recomendarlas a los directivos.

La pandemia de COVID-19 no solo ha afectado a las actividades operativas de la misión, sino que también ha cambiado la esencia de nuestros estilos de vida. Dado que gran parte del personal civil de mantenimiento de paz trabaja desde casa, asumo más responsabilidades. Sería justo afirmar que los miembros del personal militar nos hemos «quedado al mando del fuerte» en estrecha coordinación con los componentes civiles de la misión a través de videoconferencias, llamadas de teléfono y otros medios de mensajería. Tengo el honor de representar a mi unidad cuando se necesita presencia física. Toda esta experiencia ha supuesto para mi carrera profesional una oportunidad de aprendizaje.

Vida en el campamento

Desde el surgimiento de la COVID-19, existen nuevas normas en el campamento que todos nosotros debemos seguir estrictamente. Respetamos rigurosamente la distancia social, incluso durante nuestra pausa para la comida, que ahora se sirve en varios turnos con el fin de reducir el número de comensales, y los asientos se organizan siguiendo un patrón de tablero de ajedrez. Además, todas las oficinas, puestos de trabajo y alojamientos cuentan con desinfectantes. Se toman estas precauciones para minimizar la posibilidad de contagio. La CCC ha desempeñado un papel fundamental a la hora de aplicar estas medidas, especialmente creando canales de comunicación oportunos y dando instrucciones para implementar las mejores prácticas en la FPNUL.

El personal de la FPNUL lleva mascarilla cuando sale de nuestras bases y cuando atraviesa municipios y pueblos. Las mascarillas ayudan a proteger a la población local y a demostrar que los cascos azules de la FPNUL están librando la misma batalla que ellos y que también los ayudan a cuidar de su salud.

Determinación

A pesar de las restricciones de emergencia y de estar pensando en lo que mi familia está atravesando en mi país sin mí, reúno toda la energía necesaria para continuar cumpliendo con mi misión. Soy un casco azul de la FPNUL que actúa en apoyo a la paz del Líbano y no descansaré mientras este trabajo esté en marcha.

No renunciaré a mi misión con la FPNUL. La población local ha depositado una tremenda confianza en nosotros, el personal de paz, especialmente durante estos tiempos de COVID-19, pues nos ven como ejemplos que emular durante esta lucha. Trabajar hombro con hombro con nuestros camaradas vence nuestro miedo y deja espacio a la convicción de que la FPNUL puede ayudar a restaurar el sentido general de normalidad, calma y estabilidad, tal como se prevé en su mandato.

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