2 de mayo de 2021

UDAYAN PANDIT: Dime primero si estás de mi lado o no...

BAGHA BYNE: Estamos en el lado del bien.

GOOPY GYNE: Sí, en el lado del bien.
 

Este breve intercambio entre el maestro convertido en rebelde, Udayan Pandit, y los protagonistas, Goopy y Bagha, en la película Hirak Rajar Deshe (1980) resume el humanismo universal que impregnó la filmografía de Satyajit Ray. Sencillo, pero profundo.

Esta película “infantil para todos los públicos” es una obra de arte emblemática que aborda la resistencia contra la tiranía, con el levantamiento de un pueblo contra el totalitarismo. Cuarenta años más tarde, Hirak Rajar Deshe —la historia de cómo un maestro y sus insólitos aliados, el cantante Goopy y el percusionista Bagha, logran derrocan a un tirano— está más de actualidad que nunca, ya que dirigentes de todo el mundo muestran características similares a las del antidemocrático Hirak Raja, dispuesto a reprimir cualquier forma de desacuerdo o crítica.

Hirak Rajar Deshe termina con un tono de esperanza idealista y celebración popular cuando el déspota se ve sometido a su propia máquina de magajdholai (lavado de cerebro), el pueblo derriba su estatua y se restaura la libertad y la justicia en el país.

Los finales de las películas de Ray simbolizan a menudo el humanismo y la esperanza, que llegó a representar como una fuerza creativa única entre 1955 y 1992.

Un ejemplo de esto es Ganashatru, su película de 1989 basada en la obra de Henrik Ibsen Un enemigo del pueblo, pero adaptada al contexto de un poblado bengalí. La obra de Ibsen termina con un brutal tono individualista: “el hombre más fuerte del mundo es el que está más solo”. Sin embargo, la película de Ray culmina con el honrado e idealista doctor hostigado por su comunidad por defender la ciencia y la verdad, y preguntándose “¿queda esperanza?”. Justo en ese momento, puede escucharse el sonido de una manifestación en su apoyo organizada por un grupo de jóvenes intelectuales locales. Conmovido, el doctor proclama exultante, “¡no estoy solo!”. 

La lucha individual por el bien común constituía a menudo un leitmotiv de Ray. Como declaró una vez, “También soy activista en mi papel de artista. Es mi modo de ser”1

Las Naciones Unidas reconocieron y celebraron esa forma de arte como activismo, como agente del cambio, aproximadamente 23 años después del fallecimiento de Ray, con la exposición “The Transformative Power of Art”. Su retrato se presentó en Nueva York en 2015, junto con el del otros 15 artistas y figuras importantes de la talla de Audrey Hepburn, Joan Baez y Malala Yousafzai, para “resaltar el poder transformador de la humanidad, ya que el arte es capaz de transformar vidas”.  

No es de extrañar que se le concediera a Ray un lugar de honor en este panteón, puesto que sus películas verdaderamente reflejaban los valores fundamentales de las Naciones Unidas: derechos humanos universales, justicia y dignidad para todos los pueblos y equidad. Conseguían su objetivo relatando historias humanas y centrándose en las relaciones y las emociones.

Sharmila Tagore, la protagonista de Apur Sansar (El mundo de Apu, 1959) lo resumió de esta forma: “Para Tagore y Ray, el pueblo y sus problemas son lo primero”2. Se refería, evidentemente, al icono cultural más ilustre de Bengala, Rabindranath Tagore, el erudito Premio Nobel que influyó profundamente en Ray.

“Me sentí conmovido por la obra de Tagore... Naturalmente, nuestro trasfondo y herencia cultural es una fusión de Oriente y Occidente... Nos hemos empapado de la educación, la música, el arte y la literatura occidentales”, comentó Ray3

La sensibilidad creativa de Ray era una combinación de lo innato y lo adquirido. Su abuelo, Upendrakishore Ray, fue un célebre escritor, ilustrador, filósofo y personaje destacado bengalí del movimiento Brahmo Samaj (una rama del hinduismo que rechazaba la idolatría y hacía hincapié en la igualdad entre los hombres). Su padre, Sukumar Ray, fue un vanguardista escritor bengalí de poesía sin sentido y literatura infantil, así como ilustrador y crítico. Sus fuentes de inspiración abarcaban desde Rabindranath Tagore hasta sus profesores, Nandalal Bose y Benode Behari Mukherjee en Santiniketan, desde las películas de Renoir y De Sica (Ladrón de bicicletas), Chaplin y Ford (Fort Apache) hasta la fotografía de Cartier Bresson y la música de Beethoven.

Por ello, cuando su biógrafo, Andrew Robinson, le preguntó si se consideraba “50 % occidental”, Ray contestó: “Sí, eso creo, lo que me acerca más al público occidental que alguien que no se ha visto influido en la misma medida por los modelos occidentales”4

Sin embargo, Ray permaneció leal a sus raíces y su desordenado estudio en su hogar al sur de Calcuta fue siempre su sede creativa, desde donde exploraba y representaba los valores humanos universales a través de sus películas. Fue un verdadero ciudadano “glocal”: firmemente local en su medio de trabajo, pero naturalmente mundial en su atractivo.

Un ejemplo es una de mis secuencias favoritas de una película de Ray, el fascinante juego de memoria que aparece en Aranyer Din Ratri (1970), donde los protagonistas recitan de un tirón los nombres de personas famosas. El abanico “glocal” de personajes que arroja el juego nunca deja de sorprenderme cuando pongo a prueba mi memoria sobre Ray: ¡“Rabindranath, Karl Marx, Cleopatra, Atulya Ghosh, Helena de Troya, Shakespeare, Mao Tse Tung, Don Bradman, Rani Rashmoni, Bobby Kennedy, Tekchand Thakur, Napoleón, Mumtaz Mahal”!

El hecho de que el juego de memoria se centrara solo en personas era significativo. Como declaraba Ray: “No soy humanista de forma consciente. Simplemente los seres humanos me despiertan interés”. Y la forma en la que representaba a los seres humanos, sus debilidades y sus luchas, sus rebeliones individuales y sus simples victorias, atrajo a admiradores de todos los rincones del mundo.

No es de extrañar que cuando Ray contactó vacilante con Richard Attenborough para ofrecerle un papel menor en Shatranj Ke Khiladi (1977) el actor británico respondiera: “Satyajit, te recitaría gustosamente hasta la guía telefónica”5. Tras haber trabajado con Ray, Attenborough comparó su genialidad con la de Chaplin.

Las creaciones de Ray eran tan fundamentales para la vida y la humanidad que el director japonés, Akira Kurosawa, escribió una vez: “No haber visto la filmografía de Ray es como existir en el mundo sin contemplar el sol o la luna”6

Incluso antes de embarcarse en su primera película, Pather Panchali (La canción del camino, 1955), Ray había escrito un artículo en 1948 titulado “What Is Wrong with Indian Films?” (¿Qué falla en el cine indio?) en el diario The Statesman de Calcuta: “La materia prima del cine es la vida misma. Resulta increíble que un país que ha inspirado tantos cuadros, música y poesía no logre emocionar al cineasta. Tan solo tiene que mantener sus ojos y sus orejas abiertos. Permitídselo”.

Precisamente a esto se dedicó Ray a lo largo de los siguientes 40 años y 37 películas. Desde la dignidad humana en medio de la tragedia en La trilogía de Apu hasta la resiliencia de la voluntad humana en Mahanagar; desde el firme mensaje antibélico a través de la fábula infantil en Goopy Gyne Bagha Byne hasta el triunfo del castigo sobre el delito en sus populares películas detectivescas Sonar Kella y Joi Baba Felunath.

La última película de Ray, Agantuk (1992) fue la culminación de la filosofía e ideología de este maestro de la narración. Cuando seleccionó a Utpal Dutt para el papel principal de Agantuk, Ray explicó al veterano actor que había introducido sus propias opiniones en el personaje y, por ello, debía hablar en nombre del cineasta. Desde la civilización hasta la religión, desde Tagore hasta los pueblos tribales, desde la ciencia hasta la moralidad, desde los deberes sociales hasta los valores humanos, Ray, el humanista, exploró todo ello de la forma más personal.

Cuenta la leyenda que, en el último día de rodaje de su última película, Ray alzó los brazos al aire y proclamó: “Se acabó. Esto es todo. Ya no tengo nada más que decir”. Poco tiempo después falleció en su amada Calcuta.

Menos de un mes antes de su muerte, Ray recibió un Oscar honorífico. La mención del galardón decía: “Para Satyajit, en reconocimiento de su excepcional dominio del arte del cine y de su profunda perspectiva humanitaria, que ha ejercido una influencia indeleble en los cineastas y públicos de todo el mundo”.

Notas

1 Derek Malcolm, "Satyajit Ray: Interview", en Satyajit Ray: Interviews, Burt Cardullo, ed. (Jackson, Mississippi, University Press of Mississippi, 2007). 

2 Shamila Tagore, "What Satyajit Ray Left Us is an Inheritance of Endless Possibilities", The Wire, 11 de septiembre de 2015. Disponible en https://thewire.in/film/what-satyajit-ray-left-us-is-an-inheritance-of-endless-possibilities

3 Udayan Gupta, "The Politics of Humanism: An Interview with Satyajit Ray", en Satyajit Ray: Interviews, Burt Cardullo, ed. (Jackson, Mississippi, University Press of Mississippi, 2007). 

4 Andrew Robinson, Satyajit Ray: The Inner Eye: The Biography of a Master Film-Maker (Nueva York: I.B. Tauris, 2004).

5 Suresh Jindal, My Adventures with Satyajit Ray: The Making of Shatranj Ke Khilari (Noida, India, HarperCollins, 2017).

6 Andrew Robinson, Sudden Genius? The Gradual Path to Creative Breakthroughs (Nueva York, Oxford University Press, 2010).


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