4 de junio de 2020

Desde el año 1974, el 5 de junio las Naciones Unidas conmemoran el Día Mundial del Medio Ambiente. Como reconocimiento de su elevado nivel de diversidad biológica, Colombia acoge la celebración del año 2020 con el objetivo de hacer hincapié en la función que desempeña la naturaleza para cada ciudadano del planeta, así como para subrayar la importancia de tomar las decisiones adecuadas en este momento crucial, cuando todas las naciones del mundo luchan contra la pandemia de COVID-19.

Como parte de nuestro compromiso con el planeta, también albergaremos la tercera reunión del grupo de trabajo de composición abierta sobre el marco mundial de la diversidad biológica posterior a 2020. Esta constituirá una oportunidad única para que las Partes en el Convenio sobre la Diversidad Biológica negocien un marco mundial y reiteren sus compromisos en virtud del Convenio. 

Es momento de reconocer una vez más que la naturaleza ofrece unos beneficios incalculables para las personas y la sociedad. Por tanto, debemos ofrecer mayores beneficios por medio de los medios de vida. La recuperación de la pandemia de la enfermedad por coronavirus debe ir de la mano con el fomento de un crecimiento sostenible y con el cumplimiento de los compromisos ambientales internacionales, tales como la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y el Acuerdo de París.

Colombia tiene la inquebrantable obligación de proteger su rico medio natural, el cual forma parte del ADN del país. Esto explica por qué trabajamos de manera muy estrecha con las autoridades y las comunidades locales de los países amazónicos para aplicar el Pacto de Leticia por la Amazonía con el fin de promover iniciativas y reforzar las acciones coordinadas. Estas medidas nos permitirán preservar y conservar los bosques y el medio ambiente, además de combatir la deforestación y la degradación forestal.

Los graves desafíos a los que se enfrenta actualmente nuestro planeta

La tendencia mundial hacia la pérdida de diversidad biológica amenaza nuestra supervivencia como especie y el futuro de nuestro planeta. De acuerdo con la Plataforma Intergubernamental sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas, un millón de especies sufren la amenaza de la extinción debido a las actividades humanas1. El 75 % de nuestra tierra ha sufrido una grave alteración en los últimos cinco decenios; el 66 % de nuestra zona oceánica está padeciendo los efectos acumulados; y se ha perdido más del 85 % de nuestros humedales2.

Vivir en armonía con la naturaleza constituye un desafío crucial que exige una profunda transformación de las modalidades de consumo y producción. Las acciones y decisiones que tomemos hoy en los planos local, nacional e internacional determinarán si será posible o no avanzar hacia una vía de desarrollo sostenible antes de que sea demasiado tarde. Las pruebas científicas han sido claras a la hora de exponer los efectos y las presiones de nuestras actividades productivas en relación con la agricultura, la agricultura extensiva de ganado, la infraestructura, la pesca, la silvicultura y la minería. El crecimiento industrial y el uso de combustibles fósiles no solo han sido los responsables del cambio climático, sino también de haber dañado nuestras mejores y más rentables herramientas para combatirlo. Las temperaturas en aumento han dañado el equilibrio y la conectividad de los ecosistemas, los cuales constituyen activos esenciales para la mitigación, la adaptación y la reducción del riesgo de desastres.

Disponemos de un impulso enorme y sin igual para cambiar esta trayectoria. Los foros multilaterales nos ofrecen una oportunidad única de negociar y aplicar un marco mundial nuevo, efectivo, ambicioso y viable con arreglo al Convenio sobre la Diversidad Biológica. En este sentido, tenemos la posibilidad de convenir en unas metas y unas medidas mundiales que puedan llevar a la naturaleza por la senda de la recuperación. Este programa resulta todavía más relevante en el contexto de la pandemia de COVID-19, la cual ha hecho hincapié en los fuertes vínculos que existen entre la pérdida de diversidad biológica y la salud humana. Por ejemplo, la deforestación y la pérdida de hábitats han acabado con la conectividad natural entre los ecosistemas, lo cual ha dado lugar a importantes interacciones entre las especies humana y silvestres, incluido a través del tráfico de fauna y flora silvestres.

La financiación relacionada con el medio ambiente desempeña una función esencial a la hora de proteger los ecosistemas y evitar que los patógenos se propaguen de las especies silvestres a los humanos. Además, la recuperación socioeconómica debería contemplar la dimensión ambiental de la sostenibilidad, ya que, de lo contrario, los efectos negativos se añadirán a los costos actuales de la pandemia y los retos ambientales. Si queremos vivir en armonía con la naturaleza, es necesaria una transformación. La ambición y la voluntad política necesarias para iniciar dicho cambio deben mantenerse firmes durante el proceso de recuperación económica que la mayoría de países iniciarán en cuanto haya terminado el confinamiento pandémico.

Guillermo Fernández de Soto, Representante Permanente de la República de Colombia ante las Naciones Unidas y Presidente de la Comisión de Consolidación de la Paz para 2019, presenta un informe elaborado por la Comisión ante la Asamblea General.

Para alcanzar este objetivo, es fundamental conseguir una movilización adecuada y el compromiso de los sectores productivo y privado, incluidos el sistema financiero, la sociedad civil, los pueblos indígenas, así como de las comunidades locales y los individuos. El marco mundial de la diversidad biológica debe convertirse en un programa de acción de los agentes estatales y no estatales, por medio de directrices claras que nos guíen para conseguir unos efectos importantes durante la aplicación.

La naturaleza debe ser una cuestión relevante en los niveles más altos de la planificación nacional, de manera que se garantice la coherencia entre diferentes ministerios con el fin de abordar las cuestiones relacionadas con las medidas de conservación y un uso sostenible. Asimismo, es necesario que la integración esté presente en los niveles de gobierno locales, así como en las empresas y las sociedades vinculadas con los sectores productivos.

La diversidad biológica se reconoce como un interés nacional y un activo estratégico de la nación. Los mejor para Colombia es estimular la adopción de un marco efectivo, ambicioso y viable que cuente con unos medios de implementación sólidos para catalizar los cambios transformadores necesarios para vivir en armonía con la naturaleza.

Notas

1 Sandra Díaz y otros, eds., Resumen para los Encargados de la Formulación de Políticas del Informe de la Evaluación Mundial de la IPBES sobre la Diversidad Biológica y los Servicios de los Ecosistemas. (Bonn, Alemania, Secretaría de la IPBES, 2019), p. 12. https://www.ipbes.net/sites/default/files/2020-02/ipbes_global_assessment_report_summary_for_policymakers_es.pdf

2 Ibid., p. 11

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