30 de enero de 2021

El virus de la COVID-19 surgió en 2020 y, desde entonces, se ha ido propagando por todo el mundo. La consiguiente crisis y las diversas respuestas gubernamentales han afectado a los modos de organizar nuestras vidas, vivir en las ciudades y conceptualizar nuestro mundo. Aún no se conocen del todo las repercusiones globales de la pandemia, pero si los recursos y el foco se desvían de los compromisos a largo plazo, como los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), para centrarse en parches a corto plazo y recuperaciones apresuradas, los progresos que se han hecho hacia la sostenibilidad y la igualdad se podrían ver amenazados.

En Australia, la ciudad de Melbourne se ha enfrentado a retos sin precedentes. La incidencia de casos de COVID-19 en Melbourne ha sido mayor que en el resto de Australia y, en consecuencia, ha sufrido uno de los confinamientos más largos y generalizados del mundo. Estos confinamientos, a pesar de tener éxito a la hora de combatir el virus, han tenido consecuencias reales sobre la ciudad, con implicaciones para los negocios, el empleo y la economía, la salud mental y física, y el bienestar general. Las restricciones y sus secuelas también han tenido efectos desiguales dentro de la propia ciudad, pues han afectado desproporcionadamente a los más vulnerables. Sin embargo, la respuesta a la crisis también nos ha enseñado lo que podemos hacer a nivel gubernamental y comunitario para apoyar a aquellos que más lo necesitan.

El Experimento de Melbourne

En el "Informe de políticas: COVID-19 en un mundo de población urbana" de las Naciones Unidas, el Secretario General António Guterres hace hincapié en que las elecciones políticas que hacemos hoy determinarán nuestra resiliencia en el contexto de los riesgos futuros y nuestra capacidad de lograr los ODS. Para reconstruir, los gobiernos y los encargados de la adopción de decisiones deben identificar lagunas en la asistencia que prestan, determinar la forma de ampliar las redes de protección frente a la pandemia e identificar los planes que se deben cambiar. Tal como apuntó Juan Romo, Rector de la Universidad Carlos III de Madrid, en su respuesta al Informe de políticas, las universidades desempeñan un papel clave en la planificación para este futuro.

Tenemos la oportunidad de aprender de esta pandemia, y las universidades ocupan una posición única y cuentan con los recursos necesarios para liderar el diálogo transformador.

En la Universidad de Monash, en Melbourne, un grupo de diferentes expertos ha iniciado un proyecto de investigación multidisciplinario y colaborativo llamado el Experimento de Melbourne para estudiar el impacto de la COVID-19 en la ciudad. Tal como sugiere el Secretario General en el Informe de políticas, estos investigadores están trabajando para conformar el cambio positivo a través de la creación de conocimientos y la formulación de políticas conscientes para la recuperación y la renovación urbanas pos-COVID-19.

Igualdad: una oportunidad para el cambio

Al igual que en otras partes del mundo, los investigadores que participan en el Experimento de Melbourne han descubierto que los efectos de esta crisis reflejan e intensifican las desigualdades y los problemas sociales ya presentes en nuestras sociedades. Ahora bien, con un mayor entendimiento y una mayor atención a estas cuestiones, existen oportunidades para solventarlas. 

En una encuesta en línea a 14.000 personas, un proyecto llamado Psychological Impacts of COVID-19 on Urban Residents (Impactos psicológicos de la COVID-19 sobre los residentes urbanos) detectó que la prevalencia de problemas de salud mental se había multiplicado por dos durante la pandemia. Los más afectados perdieron sus trabajos; vivían solos o en zonas de bajos recursos; eran cuidadores, miembros de minorías marginadas, mujeres o jóvenes. Tal como indica la meta 3.4 del ODS 3, es necesaria una respuesta multisectorial e integrada que promueva la salud mental.

Si los recursos y el foco se desvían de los compromisos a largo plazo, como los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), para centrarse en parches a corto plazo y recuperaciones apresuradas, los progresos que se han hecho hacia la sostenibilidad y la igualdad se podrían ver amenazados.

La COVID-19 también está exacerbando las desigualdades de género existentes en todo el mundo. Los factores de estrés situacionales relacionados con los confinamientos impuestos por los gobiernos aumentaron la incidencia y la gravedad de la violencia contra las mujeres, que ya constituía un problema generalizado antes de la pandemia. La desigualdad de género es el principal detonante de esta violencia. Un proyecto llamado Gender-Based Violence and Help-Seeking Behaviours During the COVID-19 Pandemic (Violencia con razón de género y conductas de búsqueda de ayuda durante la pandemia de COVID-19) conformará planes de recuperación sensibles al género.

La COVID-19 está teniendo un impacto desproporcionado sobre las trabajadoras australianas, pues ellas asumen mayor carga que sus compañeros hombres en lo que respecta al cuidado de los hijos. Las investigaciones llevadas a cabo en el marco del proyecto Flexible Work Arrangements During the COVID-19 Response (Acuerdos de trabajo flexible durante la repuesta a la COVID-19) abordan la forma en que se podrían reforzar las protecciones legales para mejorar la igualdad de género. Esto incluye las medidas legales que podrían fomentar la flexibilidad laboral y proteger a las mujeres contra la discriminación en el lugar de trabajo. El uso de la tecnología ha facilitado el acceso remoto y en línea a la justicia durante las restricciones impuestos por la COVID-19. En el Centro de innovación para el acceso a la justicia de la Facultad de Derecho de Monash se está analizando cómo la COVID-19 ha incrementado la necesidad de un acceso remoto y virtual a testigos expertos y vulnerables, de forma que, a través de las cápsulas virtuales inmersivas para audiencias judiciales, se crean estrados virtuales inmersivos para garantizar que se imparte una justicia de calidad a través de audiencias virtuales innovadoras. En este momento se están llevando a cabo más investigaciones para identificar y tratar la forma en que puede verse afectado el derecho a un juicio justo, las implicaciones del uso de tecnología de reconocimiento facial y otras formas de vigilancia, así como las consecuencias sobre la confianza general en la legitimidad política y su percepción.

Un taller de investigación colaborativo en la Universidad de Monash, Melbourne, Australia, el 11 de diciembre de 2019 (antes de la pandemia de COVID-19). ©Simon Milder

Una recuperación verde

La pandemia también nos ha ofrecido la oportunidad de cambiar la relación que mantenemos con nuestro espacio y nuestro entorno. Las decisiones que tomemos ahora pueden acercarnos a una recuperación verde y a los ODS vinculados a ella o, por el contrario, alejarnos. Un proyecto llamado Travel Patterns During and After COVID-19 (Hábitos de viaje durante y tras la COVID-19) identifica los retos en materia de políticas y su mitigación a través de la previsión del impacto de los viajes urbanos tras la pandemia de coronavirus. El miedo al contagio ha provocado cambios comportamentales que han hecho que se pase de un uso del transporte público sostenible (ODS 11) a un mayor empleo del coche. Las consecuencias de la congestión del tráfico y la menor calidad de vida (ODS 3 y 11) incluyen un descenso del 20 % en la actividad en los distritos financieros centrales y una bajada de la producción y el crecimiento urbanos (ODS 8), lo que pone en riesgo la recuperación sostenible.

Todos los estados y territorios australianos tienen metas u objetivos aspiracionales de cero emisiones netas de aquí a 2050. Los proyectos que está llevando a cabo Climate Works Australia muestran cómo los responsables de la formulación de políticas de los estados y territorios australianos pueden utilizan las inversiones para la recuperación económica de la COVID-19 para conseguir muchos resultados, como la creación de empleos y la generación de demanda, el impulso de la productividad y la consecución de progresos esenciales hacia los objetivos de cero emisiones netas.

Diseñando el futuro

El conocimiento se puede utilizar para conformar respuestas inmediatas orientadas a proteger a los más vulnerables y reformular los planes futuros con el fin de asegurar una recuperación inclusiva, igualitaria y sostenible. Los planes de reconstrucción pueden fomentar la resiliencia o recrear el sistema y los problemas que contribuyeron a la crisis actual. Trazar un mapa de lo ocurrido nos ayudará a reconstruir para mejorar.

El Survey of COVID-19 Responses to Understand Behaviour (SCRUB) (Estudio de las respuestas a la COVID-19 para entender el comportamiento), realizado en colaboración con el gobierno de Victoria, ha registrado las respuestas comportamentales y las actitudes de los australianos ante la COVID-19 desde marzo de 2020. En el estudio se reflejan comportamientos de protección, como el uso de mascarillas y distanciamiento social, comportamientos relacionados con los viajes y en el lugar de trabajo, y cumplimiento con las normas y restricciones. Se han recopilado evidencias urgentes que sirvieron de apoyo para formular las respuestas políticas del gobierno a la COVID-19. El estudio SCRUB también sirve de ejemplo de cómo la estrecha colaboración entre gobierno y medios académicos puede generar políticas basadas en evidencias, incluso potencialmente para futuras pandemias.

La maqueta digital de la ciudad de Melbourne combina diferentes conjuntos de datos urbanos en una plataforma 3D interactiva. Este proyecto fomenta el ODS 11: Ciudades y comunidades sostenibles, a través del apoyo a la toma de decisiones colaborativa sobre un futuro poscoronavirus sostenible. El proyecto está llevando a cabo una prueba piloto en un barrio de Melbourne, donde investiga cómo planificar y diseñar barrios de 20 minutos en la ciudad pos-COVID-19.

Conclusión

El enfoque multidisciplinario del Experimento de Melbourne reviste relevancia más allá de su ciudad homónima. Su forma y función podrían replicarse globalmente para mapear y deshacer estratégicamente la compleja red de repercusiones y oportunidades surgidas de esta pandemia y de crisis futuras. A nivel mundial, necesitamos respuestas a medida que apoyen la consecución de los ODS. Para ello, los gobiernos necesitan información actualizada y precisa. Tenemos la oportunidad de aprender de esta pandemia, y las universidades ocupan una posición única y cuentan con los recursos necesarios para liderar el diálogo transformador.

El autor quiere dar las gracias a las siguientes personas por su ayuda en la preparación del presente artículo: Sr. Marc Parlange, Rector y Vicepresidente senior de la Universidad de Monash y coordinador del Experimento de Melbourne, Sra. Dominique Allen, Sra. Laura Aston, Sra. Alexa Gower, Sra. Becky Batagol, Sr. Kevin H. Bell, Sra. Liz Campbell, Sr. Graham Currie, Sra. Jane Fisher, Sra. Kate Fitz-Gibbon, Sra. Sarah Fumei, Sr. Simon Graham, Sra. Genevieve Grant, Sr. Carl Grodach, Sra. Emily Grundy, Sra. Maggie Kirkman, Sra. Karin Hammarberg, Sr. Bryan Horrigan, Sra. Jacqui Horan, Sra. Taru Jain, Sra. Laura McCarthy, Sra. Ruby O’Connor, Sra. Adriana Orifici, Sra. Maria O'Sullivan, Sr. Rupert Posner, Sra. Naomi Pfitzner, Sra. Kate Phillips, Sr. Alexander Saeri, Sra. Anna Skarbek, Sr. Liam Smith, Sr. David Tait, Sr. John Thwaites, Sr. Thach Tran y Sra. Jacqui True.

 

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