Mi primer impulso por aprender español fue la visita de una intérprete de las Naciones Unidas en nuestra casa familiar cuando yo tenía doce años. Tina era de Argentina. Por dos años consecutivos pasó la navidad en nuestra casa como “cultural homestay” durante sus vacaciones. Ella me dio mis primeras lecciones de español.

El año siguiente yo entré a la  escuela secundaria y yo elegí el español para mi “foreign language study”. El español se hablaba como idioma oficial en 20 países y vi el español como el idioma más global y con mayor valor para comunicarme con más de cuatro millones de habitantes de mi país y de 20 países más.

En mis estudios secundarios yo era un estudiante muy aplicado. Me iba bien en matemáticas y ciencias, pero no me gustaba la memorización. Aunque mis notas en “Spanish” eran mis notas más bajas tuve una experiencia muy formativa cuando fui con mi clase de español a Mexico. En el Distrito Federal me quedé con una familia mexicana. Me trataron muy, muy bien y aprendí mucho de su estilo de vida, su comida, y sus costumbres. Fueron mis primeros amigos de habla hispana que no hablaban inglés.

Cuando comencé mi educación terciaria en Oberlin College hice muchas amistades entre los estudiantes internacionales que hablaban español y estudiantes latinos nacidos en E.E.U.U. quienes también estudiaban el idioma de sus familias. Hablar con ellos estimulaba mi imaginación y me hizo entender que, aunque habláramos el mismo idioma, sus vidas, su forma de pensar, y sus costumbres eran muy distintas. Pero lo más significativo fue la transformación de mi forma de ver las cosas, ya que contextualizaba mi manera de ser, más allá de mi experiencia norteamericana. A través del aprendizaje de un segundo idioma, empecé a ver que mi segundo idioma me facilitaba ver una “cuarta dimensión” que no correspondía a las realidades definidas y limitadas por las dimensiones del inglés.

Decidí estudiar en el exterior y fui a estudiar en Madrid. Viví con tres otros estudiantes en un piso de una señora que era viuda. Desde el primer día de mi llegada a un mundo nuevo me enfocaba con más claridad, añadiendo palabras a mi pobre léxico y accediendo a los límites de la lingüística española (la cuarta dimensión).

Durante los siete meses que estuve en España descubrí y me imbuí de su cultura, la rutina cotidiana, la manera de socializar, los valores, la comida, la importancia de la práctica de la religión y los ritos y “ritmos” de la vida. Descubría todo esto gracias a que entendía el idioma.Este “entendimiento” se manifestaba en una profunda comprensión y lo que a su vez influía en las posibilidades de interacción y conversación.

De 2014 a 2017 ELS y Berlitz en cooperación con el UNAI promulgaran un concurso, Many Languages, One World, para promover el aprendizaje de idiomas. Ensayistas estudiantiles en NY con Señor Harris y con co-fundador del concurso, Sr. Ramu Damodaran, 2016.

En cuanto a la semántica, la disciplina llamada “psico-lingüística”, explica cómo las palabras, los tiempos verbales (o la falta de tiempos verbales en ciertos idiomas) cambian la manera de “comprender” el mundo y las acciones humanas. Así como un idioma puede obstaculizar el entendimiento entre dos personas, el estudio de un segundo idioma abre la mente, los ojos y la comprensión de que una persona que no habla nuestro idioma tiene una percepción distinta a la nuestra, percepción que no nos podemos entender sin compartir un idioma en común. Esto despierta una conciencia de una “cuarta dimensión” aunque no la podamos ver ni medir.

Cuando volví a EE.UU. quería prepararme como profesor universitario para así abrir la puerta para la comprensión y tolerancia. Veía la enseñanza de idiomas como una estrategia para lograr entendimiento, cooperación y paz a nivel mundial. Desde ahí en adelante mi meta y misión fue promover el aprendizaje de idiomas.

El acto de aprender un segundo idioma me transformó y, durante más de cincuenta años, he visto este mismo impacto en miles de alumnos alrededor del mundo. Invertir miles de horas para aprender bien un idioma es un acto de fe y de “conciencia”.

En la competencia Many Languages, One World, organizada por Berlitz en cooperación con Mr. Ramu Damodaran, Director del Impacto Académico de las Naciones Unidas, hemos escuchado las voces de más de 10,000 estudiantes universitarios de 172 países. Los ensayistas competidores han dicho que, en este siglo, quien no ha aprendido un segundo o tercer idioma no puede considerarse un “ciudadano global”. Los estudiantes universitarios que escribieron ensayos en árabe, chino, español, francés, inglés, y ruso, como promedio, hablaban cuatro idiomas.

Pero el mayor valor de aprender otro idioma es que nos permite percibir “la cuarta dimensión”. Y quien escucha su idioma nativo hablado por un “extranjero”, entra por el oído pero llega directamente al corazón.

¡No me “extraña” nada!

 

23 de abril de 2020

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