En un pequeño negocio en Asker, las órdenes de los pedidos cubren las paredes de la sala de reuniones de Sisters in Business. Ruidosas máquinas de coser y cajas repletas de batas quirúrgicas, ocupan la habitación principal. 

Las fundadoras de la compañia, Sandra Tollefsen y Farzaneh Aghalo, y las mujeres inmigrantes que contrataron, están especialmente ocupadas estos días. Todas están concentrando sus esfuerzos para proporcionar suministros a los trabajadores sanitarios que están respondiendo a la crisis de la pandemia de COVID-19 por toda Noruega.

Aghalo y Tollefsen se conocieron en 2007 y abrieron su negocio con la fuerza de mujeres trabajadoras como ellas. Se asociaron con IKEA y el municipio de Asker, y establecieron un taller de costura en una tienda de IKEA y otra en Asker. Los talleres ofrecen a los inmigrantes recién llegados una oportunidad para avanzar en sus carreras profesionales. "La mayoría de estas mujeres tienen muy poca educación formal, muy poca experiencia de trabajo y tienen sobre sus espaldas la mayor parte del trabajo de cuidado no remunerado, y las tareas domésticas de la casa. Queríamos hacer algo al respecto", afirma Tollefsen. 

Cuando Noruega impuso medidas estrictas para limitar la propagación del COVID-19, muchas compañías tuvieron que cerrar. Sisters in Business perdió a sus clientes y acababa de anunciar despedidos cuando recibió un pedido de 100 batas médicas. Nunca antes habían hecho suministros médicos, pero obtuvieron una bata para usar como patrón y desde entonces han estado muy ocupadas. 

“Comparo a las mujeres con los soldados en la guerra. Venimos de países devastados por la guerra, así que esto no es rival para nosotras” se ríe Aghalo.

IKEA donó dinero para comprar nuevas máquinas de coser. El municipio de Asker proporcionó acceso a instalaciones más amplias. Cuando las costureras se quedaron sin botones, los estudiantes se ofrecieron voluntarios para imprimir unos nuevos en 3D. En total, 14 mujeres, la mayoría de Afganistán, Algeria, Irán, Pakistán y Somalia, están trabajando en "uno de los esfuerzos comunitarios más importantes de todos los tiempos", dice Tollefsen. Algunas trabajadoras no saben leer o escribir. "Yo les ayudo a rellenar sus papeles. Saben que aquí siempre tendrán ayuda", añade Aghalo. "Aquí, todas somos hermanas".

Trabajadora sonriendo a cámara frente a su máquina de coser

A la pregunta de por qué no contratan "hermanos", Aghalo explica que sin hombres en el lugar de trabajo, "te puedes sentir libre. No tienes por qué llevar el hiyab".

"Mis hijos están muy orgullosos", comenta una de las mujeres, Zainab Mohsini. "No solo de mí, sino de todas las mujeres. Me ayudan a llegar al trabajo a la hora. Si puedo ayudar a la sociedad con mi pequeña aguja e hilo, ¿por qué no debería hacerlo?"

El taller, que sigue de cerca las recomendaciones de las autoridades en materia de distanciamiento social, limpieza de equipos y lavado de manos, se ha convertido en una red social de apoyo muy importante para todo el personal.  Es "un negocio familiar", afirman las fundadoras con orgullo.

Noruega ya no tiene una industria textil propia, depende de las importaciones que ahora se han visto expuestas por el COVID-19. Sisters in Business tiene la esperanza de que su trabajo sirva como modelo de capacidad productiva a nivel nacional después de la pandemia. 

"¡Imagina cuánta gente se quedará desempleada por culpa del virus!" Tollefsen exclama. "Ahora es cuando de verdad necesitamos dar apoyo a los negocios locales. No podemos volver a hacer las cosas como las solíamos hacer" 

Este negocio, al proporcionar empleo seguro y sostenible a mujeres inmigrantes, ejemplifica los ideales del Objetivo de Desarrollo Sostenible 8: Trabajo decente y crecimiento económico.