La región árabe está compuesta por 21 países, que se extienden desde el Norte de África hasta el Asia sudoccidental, sobre una superficie total estimada de 14,1 millones de kilómetros cuadrados. Su vasto terreno incluye una variedad de características fisiográficas como llanuras, mesetas, valles secos y una cantidad relativamente limitada de zonas altas y de montaña.


Los países de la región se distinguen por sus amplias zonas costeras con vistas al Golfo de Arabia, el Mar Arábigo, el Mar Rojo, el Mar Mediterráneo y el Océano Atlántico. Se prevé que la población de la región alcanzará la cifra de 290 millones de personas para 2010, con una tasa de crecimiento continua estimada en un 2% medio anual.


La aridez es el principal rasgo climático de la región árabe; más del 89% de su superficie vive condiciones de aridez o aridez extrema, mientras el 11% restante de zonas semiáridas y subhúmedas se encuentran confinadas en las tierras elevadas. Las zonas áridas registran unos valores marginales de precipitación de lluvia de hasta 350 milímetros al año; en las zonas semiáridas, por su parte, este valor se sitúa entre los 400 y 800 mm/año, mientras en las zonas subhúmedas las precipitaciones son de entre 800 y 1.500 mm/año. No obstante, en esta región se observan rápidos cambios en la distribución espacial de las lluvias así como variaciones estacionales e interanuales, diferencias en la intensidad de los chubascos esporádicos y alteraciones en la duración del período de cultivo. La mayoría de los países árabes experimentan lluvias fuertemente variables y sequías de diversa gravedad y duración. Tales variaciones afectan asimismo a las temperaturas medias anuales así como a sus valores máximos y mínimos, que oscilan desde la temperatura de congelación hasta valores superiores a los 50˚ Celsius, según la estación y el lugar de que se trate.
Estos datos demuestran claramente los importantes efectos de las características climáticas en las categorías de uso del terreno y en la productividad de cada una de dichas categorías, con especial referencia a los ranchos, las zonas destinadas a cultivos que dependen de la lluvia y los procesos de degradación de la región.


La lluvia es uno de los factores climáticos más influyentes. Se estima que el volumen total de agua de lluvia caída en la región árabe es de 2.282 miles de millones de m3/año, en comparación con los 205.000 millones de m3/año estimados en superficie y los 35.000 millones de m3/año por vía subterránea. Este hecho muestra claramente que la cantidad de agua de lluvia (prácticamente marginal) que se recibe en la región representa el principal recurso hídrico disponible, a pesar de las limitaciones a las que se enfrenta la eficiencia en la gestión del agua. Como resultado de ello, los informes nacionales ponen de manifiesto que la mayor parte del agua de lluvia recibida se pierde a través de una combinación de evapotranspiración, fugas, escapes e inundaciones rápidas a través de valles secos sin cultivar, llegando a los lagos y a las zonas costeras marinas. Las sequías recurrentes tienen efectos adversos claramente definidos en la productividad de las zonas agroecológicas, provocando fuertes pérdidas económicas y un impacto negativo sobre el desarrollo social.


De acuerdo con el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), los potenciales escenarios del cambio climático se están convirtiendo en amenazas reales. La elevada evapotranspiración y el aumento de las tensiones asociadas al calor pueden llevar a una mayor necesidad de agua para los cultivos. Es posible que los efectos también sean importantes en relación a las plagas y a las enfermedades de las plantas, además de las posibles variaciones de las pautas de precipitación. El aumento del nivel de los mares y océanos puede producir la inundación de amplias zonas costeras de la región árabe, lo que podría traducirse en pérdidas de productividad, intrusión de agua salada, pérdida de la valiosa biodiversidad de las tierras húmedas, la salinización de los acuíferos de agua dulce y la emigración de las poblaciones de las zonas afectadas. Además de los efectos directos de los cambios climáticos, los rasgos geomorfológicos y los factores inducidos por la acción humana se combinan para dar lugar a graves procesos de degradación que se reflejan en los datos que se exponen a continuación:

La erosión producida por el viento. En todos los países de la región árabe permanecen activos los procesos de erosión producida por el viento, las dunas de arena móviles y las invasiones de arena. Las zonas afectadas, así como la velocidad y magnitud de los efectos ambientales adversos de dichos procesos, varían de forma significativa de un país a otro. La erosión producida por el viento es uno de los principales factores responsables de la degradación de la tierra, tanto a nivel nacional como regional.


La mayoría de los países de la Península Arábiga y del Norte de África tienen una parte importante de su superficie cubierta por grandes cantidades de arena: en Arabia Saudita, 2,2 millones de km2; en los Emiratos Árabes Unidos, el 90% de la superficie total; casi toda la de Kuwait; la mayor parte del desierto occidental de Egipto (más del 26% de la superficie total); así como numerosas zonas del Sudán y del sur de Marruecos. Otros países también se ven afectados en diferente medida. La compleja aerodinámica del movimiento del viento y el microclima reinante afectan a la morfología y el movimiento de los montones de arena. Durante los meses secos del verano (de junio a agosto) se producen grandes invasiones de arena. La dirección del movimiento de la arena se debe a la dirección principal del viento, de norte a noroeste, lo que explica más del 70% del movimiento total de la arena. Sin embargo, durante la época de los fuertes monzones, el movimiento de las montañas de arena se produce en ocasiones del sudeste hacia el noroeste.


El problema de las acumulaciones de arena se debe a factores climáticos, combinados con aspectos geológicos relacionados con las cualidades del suelo y otros factores inducidos por el ser humano, que incluyen la deforestación, el exceso de ganadería que se alimenta de los pastos y el uso inapropiado de los recursos terrestres, que provocan la degradación de la superficie vegetal natural. Esto, a su vez, incrementa la susceptibilidad de los suelos estériles frente a los proceso de erosión producidos por el agua y el viento.


Además, las operaciones militares asociadas a las guerras y los conflictos causan modificaciones considerables en las características de la superficie, estimulando la desaparición de rocas y arena, la abrasión y la migración. Los efectos adversos en forma de degradación del terreno y el medio ambiente de las invasiones de arena y el movimiento de las dunas incluyen la invasión de terrenos agrícolas productivos, que provoca un pronunciado descenso de la productividad y la pérdida de las capas superiores del suelo, más fértiles y ricas en nutrientes. Los golpes de viento causan graves daños en las infraestructuras y tienen efectos negativos sobre las actividades sanitarias y sociales.


La erosión producida por el agua. Los informes nacionales de más de 10 países árabes, entre los que se encuentran Argelia, Egipto, el Líbano, Libia, Marruecos, Omán, el Sudán y Siria señalan que, a pesar de la aridez reinante (en diferentes grados), la erosión producida por el agua sigue siendo uno de los principales factores responsables de la degradación del terreno. Las características fisiográficas, con fuertes chubascos y lluvias torrenciales esporádicas de corta duración, típicas de la variabilidad de las precipitaciones que se observa en la región, se unen a la degradación de la superficie vegetal natural como consecuencia de una inadecuada gestión de los recursos terrestres por parte del ser humano para erosionar los suelos a diferentes velocidades. En muchos casos, tales procesos producen una grave pérdida de materiales en la superficie del suelo, con importantes consecuencias negativas para esos y otros lugares. La erosión del suelo producida por el agua causa además sedimentación en los embalses y la pérdida de suelo marino en zonas marítimas y costeras, de nuevo con graves consecuencias económicas y ambientales. Los atributos combinados de los factores climáticos, así como las características fisiográficas y pluviales, son cruciales para la aplicación de técnicas de cultivo de regadío en la región. Dichas técnicas son imprescindibles para apoyar el suministro de agua durante la breve época de lluvias, así como para la irrigación suplementaria de los árboles y arbustos durante los meses secos.


Las inundaciones relámpago. Otro ejemplo del efecto combinado de los factores climáticos y las características fisiográficas es la formación de graves inundaciones durante la época de lluvias. A pesar del escaso volumen de precipitaciones, la extensión de las superficies divisorias de las aguas provocan la formación de inundaciones, derramándose con fuerza y a alta velocidad en valles secos y otras zonas, causando daños en instalaciones, infraestructuras y tierras de cultivo. Un claro ejemplo de ello es el desbordamiento relámpago del Sinaí, en Egipto, donde la extensión de las líneas divisorias de las aguas y un promedio anual de precipitación de tan sólo 50 mm provocan graves inundaciones, que se precipitan en pendiente hacia el Golfo de Suez o el de Aqaba.


Las características climáticas de la región árabe, ya sea a través de sus efectos directos o en interacción con otros factores, como los rasgos fisiográficos, las características del suelo, el nivel de superficie vegetal y los factores inducidos por el ser humano provocan diversos procesos fuertemente interrelacionados con la degradación del terreno y los efectos adversos de éste sobre la región. En la actualidad, todos los países árabes participan en actividades nacionales y regionales diseñadas para combatir estos procesos y atenuar sus consecuencias.
Uso de la tierra en las regiones árabes Tierras yermas
55%
Tierras destinadas a ganadería
27%
Terrenos forestales
4%
Tierras no cultivadas
que se pueden arar
10%
Tierras cultivadas
que se pueden arar
4%
Fuente: El-Bagouri, 2001 Categorías de tierras cultivadas en la región árabe Cultivo estacional dependiente de la lluvia
68%
Cultivos
permanentes
12%
Regadío
20%
Fuente: El-Bagouri, 2001