En 2002, yendo hacia el Congreso de los Estados Unidos de América, donde se iba a celebrar una audiencia en la que se trataría la cuestión de la educación de los romaníes, el taxista me preguntó de dónde venía yo y cuál era el objeto de mi viaje. Le dije que iba a hablar ante el Congreso acerca de los problemas que afrontaban los romaníes en materia de educación. A lo que él reaccionó diciendo: "Ah, ¿se refiere a esos ladrones de poca monta?" Me sorprendió que hubiera prejuicios contra los romaníes incluso en los Estados Unidos, donde viven junto con otros centenares de grupos minoritarios.

En Europa, donde los romaníes-- conocidos generalmente como "gitanos" --constituyen la minoría más numerosa, con más de 12 millones repartidos por casi todos los Estados del continente, los prejuicios y los sentimientos negativos hacia los romaníes han sido, desde siempre, un rasgo definitorio de la experiencia de este pueblo, desde los primeros años en que llegó de la India, en el siglo XI, hasta la actualidad. A lo largo de la historia, la antipatía contra los romaníes ha experimentado períodos de exacerbamiento en los que se lanzaron campañas para exterminarlos, esclavizarlos, esterilizarlos por la fuerza y asimilarlos. En la actualidad, ese mismo sentimiento impide a muchos romaníes gozar de los derechos y las oportunidades de que gozan otras personas.

El movimiento de defensa de los derechos de los romaníes, que surgió en Europa central y oriental después de la caída del muro de Berlín, y que engloba también a organizaciones de la sociedad civil y a activistas particulares no romaníes, ha sido decisivo para romper el silencio acerca de los abusos y la discriminación sistemáticos que han sufrido los romaníes. A lo largo del decenio de 1990, la comunidad internacional vio pruebas abundantes de las injusticias pasadas y presentes que se habían cometido y se cometían contra esas personas. Hoy en día, la mayoría de las organizaciones internacionales y de los gobiernos nacionales han declarado su voluntad de poner fin a la discriminación.

En el último decenio, el movimiento de defensa de los derechos de los romaníes ha definido la igualdad de derechos y la igualdad de participación como objetivos primarios a cuyo cumplimiento hay que aspirar. La igualdad de oportunidades en materia de educación, empleo, atención de la salud y vivienda, así como la participación en la vida pública, son las demandas con que los defensores de las comunidades romaníes presionan a sus gobiernos. A pesar de que a los romaníes se les reconozca oficialmente igualdad ante la ley y protección jurídica frente a la discriminación racial, la igualdad de oportunidades para ellos no es todavía un hecho en Europa.

En contra de los estereotipos populares que afirman que los romaníes no valoran la educación, muchos activistas romaníes de Europa están unidos por la comprensión de que la educación es fundamental para que su comunidad progrese. La igualdad de oportunidades en materia educativa, en Europa central y oriental, entraña, de manera primordial, el desmantelamiento del sistema educativo segregacionista.

Desde el decenio de 1950 y durante algunos decenios posteriores, la segregación escolar de los romaníes ha privado a varias generaciones de la oportunidad de vivir con dignidad. Los niños romaníes han asistido a escuelas separadas debido a las costumbres residenciales de su comunidad. Se los ha colocado en escuelas para niños con discapacidades mentales o en aulas separadas de las de los niños no romaníes. En muchos casos, los intentos de padres romaníes de matricular a sus hijos en escuelas normales son frustrados por las autoridades educativas, que, en ocasiones, han llegado a aducir argumentos abiertamente racistas. En todos los casos, los efectos de la segregación escolar han sido una educación inferior y la marginación social.

Aunque la segregación escolar nunca haya sido refrendada por ley en Europa central y oriental, perdura no obstante, pues la inhibición de los gobiernos hace que se tolere. En Bulgaria, se calcula que el 70% de los niños romaníes asisten a escuelas separadas situadas en vecindarios exclusivamente romaníes. En la República Checa y en Eslovaquia, entre el 70% y el 80% de ellos reciben una educación basada en un plan de estudios adaptado para niños con discapacidades mentales, y la mayoría de los matriculados en esas escuelas son romaníes. En Croacia, Hungría, Rumania, Serbia y otros lugares, hay una o varias clases de segregación escolar. A las escuelas cuyos alumnos son romaníes en su mayoría, o en su totalidad, los no romaníes las califican despectivamente con el apelativo de "escuelas gitanas" o "escuelas gueto", y las evitan, debido a la mala calidad de la enseñanza que se imparte en ellas y a las malas condiciones materiales que padecen. 

Pese a que los encargados de formular políticas y los pedagogos hayan reconocido, de manera general, que hay una gran diferencia entre el rendimiento escolar de los romaníes y los no romaníes, no se ha planteado en la política de los gobiernos, al menos hasta hace poco, la abolición de la segregación escolar de los romaníes dentro de las reformas de los sistemas educativos de la era poscomunista. Las medidas políticas han estado-- y siguen estando --dominadas por el estereotipo de que los romaníes no quieren ir a la escuela, de modo que la culpa de su desastroso nivel educativo parece deberse a su cultura, y no al sistema educativo. En consecuencia, los programas se han dirigido a mantener a los niños en la escuela, más que a ofrecerles la oportunidad de salir de las escuelas gueto y de estudiar en un medio en que haya niños de toda procedencia. Durante los más de diez años transcurridos desde la caída del comunismo, esas medidas no han dado lugar a ninguna mejora de la situación educativa de los romaníes. Antes bien, su rendimiento escolar ha empeorado.

Ésa era la situación en la que se inscribieron las primeras iniciativas de abolición de la segregación escolar promovidas por los romaníes en Europa central y oriental. El avance decisivo lo hizo la organización romaní de base Drom in Vidin, de Bulgaria, en el año 2000, que recibió donaciones del Programa de fomento de la participación de los romaníes del Open Society Institute de Europa. Por vez primera, varios centenares de niños romaníes salieron de la escuela gueto de su barrio y se matricularon en escuelas normales de la ciudad de Vidin. La organización romaní lanzó campañas para movilizar a los padres romaníes, concienció a la comunidad mayoritaria y a las instituciones locales y veló por que los niños romaníes recibieran el respaldo educativo que necesitaban para ponerse a la altura de sus compañeros. El éxito de esa iniciativa, que se halla actualmente en su octavo año de vida, ha disipado los muchos temores y malentendidos con respecto a la integración de los niños romaníes en los establecimientos docentes. En primer lugar, ha demostrado que esos niños no necesitan planes de estudio adaptados y que pueden obtener los mismos resultados que los no romaníes cuando se les proporciona el respaldo educativo apropiado. También ha demostrado que los padres romaníes no son indiferentes a la educación de sus hijos y que, cuando disponen de información y apoyo, prefieren que sus hijos se eduquen en escuelas donde no haya segregación. El ejemplo de la organización Drom se aplicó en otros siete lugares de Bulgaria.

Las iniciativas de las organizaciones de base romaníes hicieron sentir su efecto y transformaron el discurso político acerca de la educación de los romaníes. Diversas instituciones europeas e internacionales, como la Unión Europea, el Consejo de Europa y la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa, y diversos organismos de las Naciones Unidas instaron a los gobiernos a que adoptaran medidas para poner fin a la segregación educativa de los romaníes. Varios gobiernos, como los de Bulgaria, Hungría y Rumania, han formulado como objetivo de su política pública relativa a la educación de los romaníes la abolición de la segregación escolar de esta comunidad. Ésta es una de las prioridades manifiestas del Decenio para la integración de los romaníes (2005-2015)-- iniciativa internacional dirigida a promover la inserción de esa comunidad -- , lanzado por el Open Society Institute y el Banco Mundial en cooperación con nueve gobiernos de Europa central y sudoriental. El Fondo de educación para los romaníes, instituido en el marco del Decenio para favorecer la integración de esa comunidad en los sistemas educativos nacionales, ofrece financiación para iniciativas de abolición de la segregación escolar, defiende dichas iniciativas y les presta apoyo.

Sin embargo, la abolición de la segregación escolar es algo que aún tiene que esperar al futuro. En la actualidad, las medidas adoptadas por los gobiernos a tal fin son mínimas o nulas. No se han logrado progresos palpables, debido al insuficiente compromiso de los gobiernos para garantizar la sostenibilidad del proceso y a la resistencia de las instituciones educativas de los ámbitos locales. La segregación escolar está tan extendida en los países con una población romaní cuantiosa que oponerse a ella exige movilizar recursos en todos los niveles de la administración, así como esfuerzos constantes por parte de los activistas romaníes. Soy consciente de que a nuestro movimiento le falta mucho camino por recorrer antes de que la igualdad de oportunidades educativas sea una realidad para los romaníes, pero creo que hemos dado los primeros pasos en la dirección apropiada.