La evidencia científica actualmente disponible ha puesto de manifiesto que los beneficios de una actuación temprana decidida superan con creces los costes de la inacción. Si no reducimos ahora de forma drástica e inmediata las emisiones de gases de efecto invernadero, corremos el riesgo de sufrir graves trastornos en los complejos sistemas ambientales, económicos, sanitarios, morales, políticos y sociales (todos ellos interrelacionados) que sostienen la civilización tal y como la conocemos hoy.
Sin embargo, esta actuación colectiva, necesaria para evitar la catástrofe inminente, sigue siendo uno de los mayores desafíos a los que la humanidad se ha enfrentado jamás. Su magnitud y la urgencia de la acción pondrán a prueba el sistema de gobernanza mundial y resaltarán la relación existente entre los países en desarrollo y los más desarrollados a lo largo de la próxima década. Para evitar los peores efectos del cambio climático, debemos ser capaces de encontrar soluciones equitativas y conseguir reducir al máximo las emisiones. El mundo se ha quedado muy atrás en la lucha contra el calentamiento de la Tierra. No podemos permitirnos más demoras. Los países más desarrollados y el rápido crecimiento de los grandes países en desarrollo tienen una mayor responsabilidad en la acción climática, pero esto no puede ser una excusa para que los países más pequeños no hagan nada.
Costa Rica ha decidido responder a este reto y alinear sus prioridades nacionales con la acción climática mundial. El gobierno ha preparado una estrategia de largo alcance de lucha contra el cambio climático y mantiene el compromiso de convertirse en un país neutral frente al carbono. Aspiramos a construir una sociedad en la que la consecución del bienestar no suponga una reducción o un riesgo para el bienestar de los demás. En palabras del Presidente de Costa Rica, Óscar Arias, "lo hacemos con la esperanza de que, quizá, seremos capaces de mostrar al mundo que, en última instancia, aquello que es necesario hacer, puede hacerse". Costa Rica es un país pequeño, pero ésta es su importante contribución al problema del cambio climático.
El cambio climático es una de las prioridades del programa de trabajo del gobierno. La nueva Administración, que accedió al poder en 2006, lo incluyó como tal en su plan nacional de desarrollo. Tanto en el plano nacional como internacional, el gobierno ha anunciado su compromiso por transformar a Costa Rica en un país líder en la batalla contra el cambio climático. Se está elaborando un plan económico integral con la participación de todos los sectores económicos, los organismos gubernamentales competentes y las instituciones académicas. Asimismo, una serie de segmentos importantes del sector privado y los propios medios de comunicación han mostrado su apoyo entusiasta a este objetivo. La sociedad comienza a compartir la visión que he venido defendiendo-- de que "una economía neutral frente al carbono es al mismo tiempo una economía competitiva" -- . No sólo compartiremos con el resto del mundo la responsabilidad frente al fenómeno del cambio climático, sino que además trataremos de desarrollar las capacidades necesarias para convertir los complicados objetivos de atenuación en oportunidades que nos permitan hacer realidad nuestro desarrollo sostenible potencial.
La estrategia de lucha contra el cambio climático, claramente orientada hacia la acción, se define en torno a cinco componentes estratégicos: mediciones; mitigación; vulnerabilidad y adaptación; fomento de la capacidad; y educación, cultura y sensibilización pública.
Mediciones. Este componente desarrollará un sistema de medición preciso, fiable y verificable, que estará dotado de mecanismos integrados de supervisión.
Mitigación. Este componente estratégico se centra en la creación de un país neutral frente al carbono con una visión que integre los complejos problemas ambientales, económicos, humanos, sociales, morales, culturales, educativos y políticos, así como la estrategia nacional de contratación. La promoción de empresas y comunidades neutrales frente al carbono, entre otras partes interesadas, brindará incentivos para la acción y para la introducción de elementos diferenciadores adicionales en la estrategia de contratación. Las actuaciones incluyen los siguientes elementos principales: reducción de emisiones por fuente, que incluye energía, transportes, agricultura, uso del terreno (modificaciones en el uso del terreno y reducción de la deforestación), industria, gestión de desechos sólidos y turismo (y transporte aéreo internacional relacionado con este último), entre otros sectores; mejora de los yacimientos de carbono a través de la repoblación forestal y la regeneración natural de los bosques; y desarrollo de los mercados del carbono en las esferas de producción nacionales e internacionales.
El programa contra la deforestación, que incluye la participación en la Coalición de Países con Bosques Tropicales y una nueva campaña de plantación de árboles que se vinculará a la campaña Wangari Maathai de las Naciones Unidas, representa una parte de las actuaciones previstas por Costa Rica, a través de la cual se fortalecerá la experiencia del país en materia de reforestación. Mediante un sistema que incluye diversos mecanismos, como el pago de los servicios ambientales de protección y mejora de la recuperación de los bosques, Costa Rica ha logrado incrementar su superficie forestal, pasando de un 21% en 1986 a un 51% en 2006. Sus esfuerzos de plantación y protección de los bosques seguirán centrándose en los servicios ambientales de alta calidad, que incluyen la conservación de la biodiversidad, la protección y conservación de los recursos hídricos, el desarrollo de las comunidades locales y el fomento de la belleza escénica, más allá de resolver el problema del carbono.
La relación de todo ello con una estrategia competitiva constituye un elemento importante de nuestro diseño. El cambio climático, junto con la degradación del medio ambiente, la energía y la seguridad alimentaria, ejercerá un profundo impacto en el crecimiento económico sostenible. El valor de las empresas, así como su crecimiento y rentabilidad, dependerán de los riesgos y oportunidades asociados al cambio climático. El modo en que las empresas gestionen dichos riesgos y oportunidades se convierte en la clave para traducir sus esfuerzos en éxitos. Estamos creando las condiciones para inducir un comportamiento responsable y competitivo, incluso en nuestra economía. Tal y como han reconocido las empresas que participan en el proyecto Carbon Disclosure, los principales riesgos económicos, financieros y competitivos del cambio climático están asociados a la exposición de los siguientes factores:

  • Riesgos competitivos como consecuencia del cambio en la demanda de los consumidores de productos y servicios con un alto contenido de carbono hacia productos y servicios con bajo contenido de carbono o neutrales frente a él. La diferenciación del carbono también constituirá un factor relevante, mientras los productos, servicios y procesos limpios ofrecerán importantes ventajas competitivas en el futuro.
  • Riesgos para la reputación, debido a la percepción por parte de los consumidores de que las empresas no hacen nada.
  • Riesgos legales, debidos a la exposición a potenciales normativas locales e internacionales.
  • Riesgos económicos y financieros, como consecuencia de los efectos que tienen los eventos climáticos extremos sobre los activos y las infraestructuras.

Las principales oportunidades que ofrece el cambio climático están relacionadas con la educación, la cultura, la innovación y los rápidos cambios tecnológicos que se observan en los diversos sectores económicos existentes, así como el desarrollo de nuevos sectores orientados a las cuestiones ambientales. El cambio climático ejercerá un notable impacto en la mayoría de los sectores económicos y de la sociedad en general. La manera en que los países y las empresas respondan a este fenómeno determinará su futuro desarrollo económico, financiero y humano, así como su bienestar ambiental y social. El futuro desarrollo sostenible humano dependerá de cómo respondamos al cambio climático.
Adaptación. Esta estrategia incluye una serie de estudios dirigidos a identificar las vulnerabilidades y diseñar mecanismos destinados a aplicar medidas que permitan reducir los efectos del cambio climático, investigación y supervisión, sistemas de alerta temprana y fomento de la capacidad para mejorar de forma integrada la capacidad de adaptación del país desde el punto de vista económico, social, ambiental y biofísico. Dicha estrategia de adaptación contará entre sus principales componentes los recursos hídricos, la salud, la agricultura, las infrastructuras, las zonas costeras y la biodiversidad marina y terrestre, así como la preparación para hacer frente a los desastres y la gestión de los riesgos asociados a éstos. Su principal objetivo será reducir la vulnerabilidad de los diferentes sectores y ecosistemas.
Fomento de la capacidad. Para que una nación sea capaz de aplicar una estrategia global de lucha contra el cambio climático, es preciso fomentar su capacidad de responder de forma consciente a este fenómeno, medir y atenuar sus causas, y comunicar a todos los niveles de la sociedad cuál es el modo de adaptarse a sus consecuencias.
Educación, cultura y sensibilización pública. Es necesario que la población se involucre y se comprometa en la lucha contra el cambio climático, construyendo así un sistema social de adopción de decisiones para la aplicación de la estrategia. Los hábitos individuales y las pautas de consumo deben compatibilizarse con los imperativos del cambio climático. Si queremos realmente marcar la diferencia, la población debe ser informada y reeducada, y participar activamente en las cuestiones relacionadas con el cambio climático.
La estrategia de Costa Rica, consistente en convertirse en un país neutral frente al carbono, es una combinación de compromisos voluntarios amplios y concretos que se refuerzan entre sí e integran las cuestiones relacionadas con el clima en la planificación del desarrollo. Asimismo, estos compromisos permiten diseñar políticas a medida de acuerdo con las circunstancias nacionales, al tiempo que producen un aumento de la competitividad al atraer inversiones extranjeras directas. Esta estrategia es coherente con nuestras responsabilidades locales y globales. No obstante, un régimen internacional más amplio de lucha contra el cambio climático no sólo será de gran ayuda para nosotros sino también para otros países en desarrollo, que podrán introducir los enfoques políticos y sectoriales necesarios para lograr una mayor reducción de emisiones.
Por ejemplo, se necesitan créditos programáticos en el marco del mecanismo para un desarrollo limpio, o a través de otros mecanismos, para financiar actividades de base sectorial y política. Esto permitirá asumir importantes compromisos en la esfera de la política nacional, tales como el fortalecimiento de la seguridad energética a través de una mayor utilización de fuentes renovables, así como la mejora de la eficiencia energética, la promoción del transporte sostenible, la reducción de la contaminación del aire urbano por medio del uso de combustibles menos contaminantes, la reducción de las emisiones procedentes de la deforestación, el fomento de la gestión forestal sostenible o el incremento de la productividad agrícola, entre otros. Para conseguir la reducción de las emisiones imprescindible en todo el mundo, es necesario que estas actuaciones climáticas que se pondrán en marcha en los países en desarrollo dispongan de la financiación del carbono.