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Diques que quitan el hambre

Narración

Es el fin de la época de lluvias en Gambia, un tiempo en que las existencias de alimentos son normalmente escasas. Mientras los hombres trabajan en las áreas fértiles más altas, las mujeres de aquí cultivan arroz, generalmente en tierra muy improductiva y degradada.

«En este lugar, no crecía nada. El agua sólo se acumulaba durante períodos cortos Ni las malas hierbas crecían bien aquí.»

Por ser la cuarta esposa de un anciano, Awa Jagne es el principal sostén de sus seis hijos. Y dice que las mujeres son con frecuencia las responsables de alimentar a sus familias.

«Somos responsables de las necesidades básicas del hogar, como los alimentos, pagar la escuela y la ropa. Por eso siempre es un problema cuando las mujeres no tienen dinero.»

Pero este año, no tiene por qué preocuparse. A diferencia de muchas madres en el país, sigue alimentando a su familia con la cosecha del año pasado – y también está vendiendo el excedente.

Todo esto se debe a una tecnología muy sencilla. Un número de diques y desagües, como éste, se han construido aquí, y ahora retienen el agua que solía filtrarse, lo que hace a la tierra mucho más productiva.

Se construyeron gracias a un proyecto del gobierno que recupera y desarrolla la tierra degradada para la agricultura. Muy cerca también están convirtiendo marismas en cultivos. Hasta ahora, se han recuperado más de 34.000 hectáreas.

La meta del proyecto, financiado por el FIDA, la agencia de la ONU encargada de erradicar la pobreza rural, es aumentar la producción de alimentos y los ingresos de la población. Y para hacerlo, dice el responsable de programas de la organización en Gambia, Moses Abukari, las mujeres deben tener acceso a las tierras productivas.

«La tierra productiva se usa por los hombres. Las mujeres no tienen ningún área que cultivar. Nos dimos cuenta de que, con tecnologías sencillas, era posible ayudar a un país a obtener más tierra y permitir a las mujeres producir arroz, porque el arroz es el alimento básico del país.»

No basta con que las mujeres tengan acceso a tierra cultivable. También necesitan fondos para desarrollar y ampliar su producción. Pero los bancos comerciales son reacios a invertir en áreas rurales.

«Los bancos comerciales dicen que una de las razones por las que no invierten en las áreas rurales se debe al alto riesgo de la agricultura, porque han visto que depende de las estaciones y es muy arriesgada.»

Así que el FIDA es quien apoya a las asociaciones locales de ahorro y crédito de las aldeas, administradas por las propias campesinas.

Mama B. Ceesay es la cuarta persona que se une a su asociación local, que cuenta ahora con más de dos mil miembros. Después de depositar regularmente sus ahorros, pudo optar por un préstamo.

Con estos préstamos, Mama ha duplicado el tamaño de su terreno y ha comprado un burro y una carreta para ayudar a transportar sus nuevos rendimientos. Hace poco, Mama luchaba por cultivar comida suficiente para alimentar a sus hijos, y ahora tiene más de lo que necesitan.

«Ahora cada vez que viene mi familia, hay comida suficiente para darles. Aunque no sean de la familia, me alegra servir comida a todo el que viene a mi casa.»

Más de 80.000 personas, como Mama y Awa, se están beneficiando de la agricultura en la tierra recuperada. Y cuantas más mujeres tengan acceso a una tierra productiva y crédito, más familias tendrán alimentos todo el año.

Este reportaje fue producido por Joanne Levitan para las Naciones Unidas.

27 de marzo de 2013

La ONU en Acción: A veces con muy poco se consigue mucho. Por ejemplo, apenas unos diques convierten ciénagas en tierras de cultivo que, trabajadas por mujeres, quitan el hambre a miles de personas en Gambia.

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