CONFERENCIA
POLÍTICA DE ALTO NIVEL Mérida,
Diciembre 9-11, 2003 DISCURSO DEL SEÑOR PRESIDENTE DE LA DELEGACIÓN DE PERÚ Dr.
Fausto Alvarado Ministro de Justicia Señor Secretario General de Naciones Unidas Señores Representantes de los Estados Miembros
Señores Delegados Señoras y señores Es un honor, en tanto Jefe de la delegación del Perú, de dirigirles la
palabra esta mañana, en un inmerecido privilegio que compromete mi agradecimiento
personal y el de los miembros de la delegación que me acompañan, pues,
al ser uno de los primeros oradores, quisiera expresarles la enorme
satisfacción de participar en la firma de uno de los más importantes
documentos de alcance universal, plasmado en el marco de Naciones Unidas
para enfrentar el flagelo de la corrupción; que constituye la respuesta
global y consensuada, a una amenaza que afecta a todos nuestros pueblos,
que, sin dudas, viene postergando de manera dramática el desarrollo
de las naciones, afectando sobre todo a los más pobres. La corrupción necesitaba una respuesta mundial de esta naturaleza, y por
ello el Perú no ha dudado en comprometer su apoyo a esta feliz iniciativa,
que viene a constituir un nuevo instrumento internacional en resguardo
del desarrollo. En nombre del gobierno peruano así como de las instituciones representativas
de la sociedad, que han hecho suya esta causa universal, felicito en
la persona de su Secretario General a la Organización de Naciones Unidas,
y en especial a la Oficina contra el Crimen con sede en Viena, así como
a los cientos de expertos y delegados de mas de ciento cuarenta Estados
y múltiples Organizaciones Internacionales que con tanta seriedad han
plasmado a lo largo de las siete reuniones de Viena, este instrumento
internacional llamado a controlar y hacer desaparecer la corrupción,
contribuyendo al nuevo orden internacional que anhelamos. La corrupción tiene un profundo significado negativo para los pueblos traicionados
por venales dirigentes políticos, y un sin número de malos funcionarios
públicos, empresarios deshonestos y una variada gama de intermediarios,
personas naturales e instituciones, que con sus recursos y no pocas
posibilidades tecnológicas, concretan y esconden el producto de estos
delitos, propiciando aquello que hemos llamado una amenaza y que requería
de una urgente y organizada reacción internacional. En el Perú tuvimos que reaccionar con denuedo a una herencia de corrupción
dejada por el régimen del Presidente Fujimori.
El fenómeno alcanzó tal relevancia que comprometió los cimientos mismos
de la sociedad y puso en riesgo la viabilidad de desarrollo y de la
sociedad peruana. Quisiera decirles que el fenómeno de lo que se llama
"captura del estado" significó, para un país como el Perú,
probar su capacidad de reacción ante un fenómeno que parecía desbordar
el orden legal establecido: la corrupción había determinado la forma
de hacer política, el camino para hacer empresa y también, tan grave
como lo anterior, la forma de hacer periodismo Por la magnitud del fenómeno de corrupción en que se incurrió, rápidamente
nos dimos cuenta que en pleno comienzo del siglo XXI, no contábamos
con los instrumentos legales nacionales e institucionales para enfrentar
con éxito un masivo proceso de investigaciones y determinación de responsabilidades;
nuestras instituciones habían sido exprofesamente
mediatizadas, y era con ellas con quienes debíamos emprender tareas,
que de no hacerse con prontitud y efectividad, ocasionarían no solo
un proceso más de impunidad mundial ante el delito, como ha sido lamentablemente
la historia de muchos países de América Latina y África principalmente,
sino también un cierto descrédito a nosotros como país por no manejar
adecuadamente esta crisis. Así empezó el proceso que significó innovar en las modificaciones al ordenamiento
legal, creando fiscalías y juzgados anticorrupción, introduciendo la
necesidad de una procuraduría que se encargara de la defensa judicial
del Estado en esta materia, impulsar y promover los procedimientos de
colaboración eficaz, innovando los sistemas para recuperación de activos
y perfeccionando lo relativo a investigaciones en el extranjero; solicitando
colaboración internacional en cuanto a capturar, a extradiciones y repatriación
de activos. Al respecto, son conocidas las dificultades que encuentra
nuestro país para poder lograr poner ante tribunales peruanos a un ex
Presidente y otros conspicuos miembros de su gobierno. Queremos, al respecto, públicamente agradecer a los países que no sólo
han acogido nuestros pedidos de colaboración, sino que han logrado con
éxito ubicar a personas requeridas para ser sometidas a la justicia
peruana; esperando que muy pronto podamos extender este agradecimiento
al gobierno mexicano, que hoy nos sirve de anfitrión, la ubicación y
captura de dos connotados ex militares que se encuentran en su territorio. Ese fue el reto que le tocó enfrentar al gobierno del Presidente Toledo
al iniciar su gobierno; lo actuado hasta la fecha ha sido importante
pero no suficiente. Sabemos que la tarea de acusación, enjuiciamiento
y sanción a los responsables seguirá su camino, pero quisiéramos expresar,
con toda hidalguía, que en todo ese proceso encontramos muchas dificultades
y limitaciones. Todo ello nos enseñó lo difícil y complicado que es
luchar contra un flagelo cada vez más difícil de detectar y de sancionar. Vivencias que fueron trasladadas a los debates de la Convención y que,
de esta manera, se ha nutrido no sólo de las experiencias del Perú,
sino de otros muchos países, y que dio como resultado un documento basado
en parte en respuesta a las dramáticas experiencias acumuladas mundialmente. Por otro lado, no podemos olvidar que el tema de la corrupción se encuentra
en el debate internacional recién desde hace 10 años, luego de su inclusión
en la primera Cumbre de las Américas. Posteriormente
siguió un período de difusión de su negativo impacto, luego uno de encuestas,
mediciones y comparaciones, y ahora viene el momento de ejecución de
reformas. Estamos seguros que el mundo será distinto después de la entrada en vigor
de la presente Convención y que muchos países podrán enfrentar de manera
más adecuada lo que tanto costó a otros, a veces con mucho sacrificio,
pocas victorias y un alto grado de impunidad. Dada la complejidad del delito que se trata, el enfoque de la Convención
no podía ser concebido sino de manera multidisciplinaria, pues fuera
del hecho de ser la corrupción una preocupación moral, económica y social,
la Convención trata ampliamente sobre la prevención, la educación y
el mejoramiento de las administraciones públicas, el resguardo de valores,
la recuperación de activos así como la cooperación entre las naciones,
pero tiene igualmente otro significado tanto o aun más trascendente
al establecer cuales deben ser los parámetros de referencia para el
conjunto de países. Ya no es posible imaginar el desarrollo de un país sin un adecuado sistema
de administración de justicia y persecución de la corrupción, pues ella
influye también de manera sustancial en la confianza de los ciudadanos,
el establecimiento de adecuados medios para promover la economía de
mercado así como la expansión del comercio, y es por ello que la justicia
y el control de la corrupción alcanza tan alta significación. El Perú, al igual que muchos otros países, se encuentra ahora negociando
varios acuerdos de libre comercio, como es uno con los Estados Unidos
de América por ejemplo, y no es novedad mencionar que en todos ellos
hay capítulos específicos dedicados a la transparencia y también a la
lucha contra la corrupción. Quiero resaltar que la corrupción implica
un costo económico en la producción de bienes y servicios de nuestros
pueblos que nos hace perder competitividad en el mercado y afecta los
niveles de empleo, contribuyendo a la miseria de muchos ciudadanos. Así como hoy en día es una necesidad del mundo cada vez más globalizado
que los países tengan claros estándares de respeto a los derechos humanos,
también lo es el sincerar los costos de producción. Nos satisface, ciertamente, y nos llena de aliento, pero no nos debe hacer
olvidar que este es sólo el inicio de un largo y no siempre fácil camino
aún por recorrer. El primer paso, el trascendental, ha sido dado. La
entrada en vigor de la Convención, debe ser una tarea de urgencia impostergable
como parte de la alianza de la humanidad.
Muchas gracias |