Señoras y Señores Jefes de Estado y de Gobierno,

 Señor Presidente de la Asamblea General,

 Señor Secretario General de las Naciones Unidas,

Damas y Caballeros:

Sergio VIEIRA de MELLO era la honra de las Naciones Unidas. Fallecido el pasado 19 de agosto con sus colaboradores, seguirá presente en nuestra memoria. Los invito a que dediquemos este período de sesiones a ese gran servidor de la paz.

 

Las Naciones Unidas acaban de atravesar una de las pruebas más graves de su historia. El respeto de la Carta y el uso de la fuerza estuvieron situados en el núcleo mismo del debate. Al emprenderse sin autorización del Consejo de Seguridad, la guerra quebrantó el sistema multilateral.

Una vez asumida esta crisis, nuestra organización retorna su camino y sigue adelante. Ya que, por encima de todo, es en este recinto, crisol del orden internacional, donde nos corresponde ejercer nuestra responsabilidad con respecto al mundo actual y ante las futuras generaciones.

En un mundo abierto, nadie puede aislarse, nadie puede actuar solo en nombre de todos y nadie puede aceptar la anarquía de una sociedad sin normas. No existe una alternativa con respecto a las Naciones Unidas. Mas para responder a los desafíos de hoy, esta elección fundamental, expresada por la Carta, exige una profunda reforma de nuestra organización.

El multilateralismo es esencial, ya que asegura la participación de todos en la gestión de los asuntos del mundo. Garantiza la legitimidad y la democracia, en particular cuando se trata de decidir sobre el recurso a la fuerza o de promulgar normas universales.

 

El multilateralismo es eficaz, ya que permitió, tanto en Monterrey como en Johannesburgo, rebasar los enfrentamientos Norte-Sur y abrir la vía para el desarrollo de asociaciones portadoras de esperanza, en particular con África.

El multilateralismo es moderno, ya que es el único que permite una comprensión de los problemas contemporáneos en su globalidad y su complejidad.

En primer lugar, la solución de los conflictos que amenazan la paz y la seguridad internacionales.

En Irak, la entrega de la soberanía a los irakies, quienes deben ser los únicos responsables de su destino, es indipensable para la estabilidad y la reconstrucción.

Corresponde a la ONU darle legitimidad a este proceso. Es también a la ONU a quien corresponde acompañar la transmisión progresiva de las responsabilidades administrativas y económicas a las instituciones irakies actuales según un calendario realista, y ayudar a la elaboración de una constitución por los irakies y a la organización de elecciones.

 

Por último, corresponde también a la ONU, mandatar una fuerza multinacional, naturalmente bajo las órdenes del principal contribuyente de tropas, con el fin de garantizar la seguridad de Irak y de todos aquellos que contribuyen a la reconstrucción del país.

 

En Medio Oriente, minado por la desesperanza y el odio, sólo una voluntad política resuelta a aplicar, por ambas partes, el derecho tal y como lo enunciaron las Naciones Unidas, abrirá la vía a una solución justa y duradera.

 

La comunidad internacional debe restablecer una dinámica de paz. Debe implicarse en la aplicación de la hoja de ruta. Esa debe ser la ambición de la próxima reunión del cuarteto a nivel ministerial. Francia estima que el mecanismo de supervisión conserva toda su vigencia y que la reunión de la Conferencia internacional es una meta que se debe alcanzar lo antes posible.

 

Y en la situación de tensión presente, Francia hace un llamado a las partes para que no cedan a la tentación de la confrontación y de una radicalización sin salida.

 

La lucha contra el terrorismo internacional constituye otro de los grandes desafíos y se ha emprendido de la manera adecuada, bajo la égida del Consejo de Seguridad y en el marco de los tratados. El horror del 11 de septiembre afianzó nuestra determinación. La amenaza tiene la mira puesta en el corazón mismo de nuestras democracias y nuestras sociedades. Combatimos el terrorismo por las armas pero no será suficiente. Renacerá sin cesar mientras dejemos prosperar el extremismo y el fanatismo, mientras ignoremos que toma como pretexto los conflictos no resueltos y los desequilibrios existentes en el mundo.

 

Frente a la proliferación de las armas de destrucción masiva, rechazamos la política del hecho consumado.

 

Debemos estar unidos para garantizar la universalidad de los tratados y la eficacia de los regímenes de no proliferación. Para lograr que se respeten, habremos de desarrollar asimismo nuestros medios de acción. Francia propuso la creación de un cuerpo de inspección permanente dependiente del Consejo de Seguridad. Imprimamos un nuevo impulso a esta política. Promovamos una reunión en la Cumbre del Consejo de Seguridad a fin de definir un verdadero plan de acción de las Naciones Unidas contra la proliferación.

 

En lo inmediato, exijamos de Corea del Norte el desmantelamiento completo, verificable e irreversible de su programa militar. Exijamos de Irán la firma y aplicación de un acuerdo de garantías reforzadas con el OIEA, sin condición ni demora alguna.

El desarrollo sostenible representa un desafío más, ya que la mitad de la humanidad vive en la precariedad o la gran pobreza. ¿sabremos establecer esa mundialización de la solidaridad que piden nuestros pueblos como respuesta a la mundialización de la economía?

 

Estamos de acuerdo sobre los objetivos y los compromisos del Milenio nos obligan. Para realizarlos sigue siendo necesario un fuerte impulso político. Propongo que los Jefes de Estado y de Gobierno se reúnan en Nueva York en 2005 a fin de elaborar conjuntamente un primer balance. Y deseo que esta Asemblea General confirme la voluntad de los estados de superar el fracaso de Cancún para garantizar el éxito de la ronda de Doha, la "ronda del desarrollo".

Para asumir las misiones que se les confiaron y remediar las flagrantes insuficiencias, las Naciones Unidas deben evolucionar. Tres consignas se nos presentan como imperativas: democracia, autoridad y eficacia. Gracias al Secretario General se han realizado progresos y se nos proponen nuevas pistas. Ahora, a los Estados les corresponde avanzar sin mayor tardanza, y poner término a las deletéreas consecuencias del bloqueo de las reformas.

 

La ONU sufre de la debilidad actual de la Asamblea General. Sin embargo aquí es donde habrá de organizarse el debate y forjarse el consenso sobre las soluciones para los grandes problemas. A fin de alcanzar los objetivos comunes que nos hemos fijado, la cultura del enfrentamiento ha de ser substituida por una cultura de la acción.

 

La responsabilidad principal del mantenimiento de la paz y de la seguridad se ha atribuido al Consejo de Seguridad. Por lo tanto, para su legitimidad es esencial que su composición refleje el estado del mundo. La ampliación resulta imperativa. Ampliación con relación a nuevos miembros permanentes, ya que la presencia de los grandes países es indispensable y, naturalmente, Francia piensa en Alemania y en Japón, mas asimismo a algunos países de Asia, de África y de América Latina. Finalmente, con el fin de mejorar aún la representatividad del Consejo, será necesario elegir a otros miembros. Con el impulso resuelto de los cinco miembros permanentes, cada uno debe retomar la discusión teniendo en mente el interés general.

 

Esta reforma debe estar acompañada por un fortalecimiento de la autoridad del Consejo. A él le corresponde encuadrar el recurso a la fuerza. Nadie podrá arrogarse el derecho de utilizarla de manera unilateral y preventiva. No obstante, en el sentido opuesto, al verse confrontados a amenazas crecientes, los Estados deben poder contar con la certeza de que el Consejo dispone de medios apropiados de evaluación y de acción colectiva, y que tiene la voluntad de intervenir.

 

Tenemos un profundo apego por la soberanía de los Estados y, sin embargo, su alcance podrá y habrá de verse limitado en caso de violaciones graves de los derechos humanos y del derecho humanitario. El Consejo de seguridad se comprometió en esta vía y Francia apoya esta evolución.

Paralelamente, la represión de los crímenes contra la humanidad adquiere mayor eficacia gracias al establecimiento de la Corte Penal Internacional, cuya vocación es universal. Este progreso histórico ha de avanzar con el fortalecimiento del Alto Comisionado para los Derechos Humanos; situado bajo la égida de una comisión a la altura de sus deberes y de su cometido.

Hoy tomamos conciencia de que la mundialización exige un gobierno económico, social y medioambiental más sólido. Con esta finalidad, Francia propone la creación de un nuevo recinto político que sea representativo del estado económico del mundo en su diversidad. Este Consejo estaría encargado de imprimir el impulso necesario a las instituciones internacionales, fomentar su coordinación y anticipar y tratar los problemas globales de una manera más adecuada.

La eficacia implica también el incremento indispensable de los recursos financieros. Francia desea promover dos cambios.

En primer lugar, invertir la tendencia relativa al aumento de las contribuciones voluntarias en detrimento de las contribuciones obligatorias. De lo contrario se trataría de una ONU a la carta, una visión arcaica y nefasta.

En segundo lugar, avanzar en la movilización de recursos para el desarrollo. Francia quiere realizar de aquí a 2012 el objetivo del 0,7% de ayuda pública para el desarrollo. Sin embargo, para liberar cada año las sumas necesarias para la financiación de los compromisos del Milenio, este esfuerzo y el de la Unión Europea no serán suficientes. Éste es el motivo por el cual Francia apoya la innovadora idea de una Facilidad Financiera Internacional. En lo personal, quisiera asimismo que reflexionemos

con pragmatismo sobre las retenciones internacionales de solidaridad, una imposición sobre las riquezas generadas por la mundialización.

Para avanzar sobre estas cuestiones, apruebo la intención del Secretario General de reunir en torno a él a un Comité de Sabios independientes, encargado de presentar propuestas.

Damas y caballeros:

Contra el riesgo de un mundo sin orden entregado a la violencia, obremos en pro del establecimiento de un estado de derecho internacional.

Contra la injusticia y los sufrimientos de un mundo en que las desigualdades se intensifican cuando nunca antes había sido tan rico, optemos por la solidaridad.

Contra el caos de un mundo trastornado por los desastres ecológicos, hagamos un llamado a favor de una responsabilidad compartida, alrededor de una Organización de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.

Contra la barbarie de un mundo en que se desprecian los derechos fundamentales, donde la integridad del hombre se ve amenazada, donde los pueblos primigenios, depositarios de un patrimonio irreemplazable, desaparecen en silencio y ante la indiferencia, afirmemos una exigencia ética.

 

Finalmente, contra el peligro del choque de civilizaciones, reivindiquemos la igualdad de dignidad de las culturas, el respeto de la diversidad y el valor del diálogo.

 

Con la Carta, adoptada en nombre de los Pueblos de las Naciones Unidas, los fundadores proclamaron su fe en estos ideales. Nos corresponde mostrarnos dignos de ella y situar a las Naciones Unidas en el corazón mismo de esta democracia planetaria tan indispensable en nuestros días.

 

Muchas Gracias.