MEXICO
PALABRAS
DEL
DOCTOR JORGE CASTAÑEDA
SECRETARIO DE RELACIONES EXTERIORES DE MEXICO
EN EL
DEBATE GENERAL DEL 57º PERIODO ORDINARIO DE SESIONES DE LA
ASAMBLEA GENERAL DE LAS NACIONES UNIDAS
NUEVA YORK, A 13 DE SEPTIEMBRE DE 2002
Señor Presidente;
Señor Secretario General;
Señoras y señores Jefes de Estado y de Gobierno;
Señoras y señores Ministros;
Señoras y señores Delegados:
México da la bienvenida a dos nuevos Estados miembros. Su Presencia consolida la vocación universal de Naciones Unidas. Nuestra felicitación a la República Democrática de Timor Oriental, expresión renovada del derecho a la libre determinación y de la incansable lucha de su pueblo por la independencia. Felicitaciones al pueblo Suizo por su decisión soberana de sumarse de pleno derecho a la Organización, reforzando los valores y los principios esenciales de Naciones Unidas.
La comunidad internacional atraviesa por un período de definiciones.
A un año del terrible ataque contra Estados Unidos, en el que perecieron
hombres y mujeres de unos 80 países, tenemos la responsabilidad de decidir,
juntos, el rumbo que deberá seguir el sistema internacional en los próximos
años.
México está consciente de la magnitud de los desafíos
que hoy enfrenta nuestra organización: la urgencia de reconducir la globalización
con un sentido humano; de combatir la pobreza que divide al mundo; de hacer
posible un desarrollo que respete al medio ambiente; de encontrar fórmulas
para resolver los múltiples conflictos y guerras que afectan hoy a millones
de personas en todo el orbe; de combatir con eficacia el terrorismo internacional;
de garantizar la vigencia de los derechos y las libertades fundamentales de
todo ser humano.
Responder a esos desafíos de manera responsable y visionaria es hoy
más necesario que nunca. En estos momentos, la indignación o las
inevitables dificultades para construir consensos pueden ofuscar un juicio claro
y dar lugar a presiones para actuar de manera precipitada o unilateral. México
está convencido de que, en la coyuntura actual, la única vía
de acción legítima debe basarse en un enfoque multilateral, que
privilegie el acuerdo y la acción colectiva, en beneficio de la comunidad
internacional en su conjunto y de cada una de nuestras naciones en lo individual.
Por ello, México refrenda, hoy y aquí, su compromiso con la vigencia
del sistema de seguridad internacional que otorga al Consejo de Seguridad la
responsabilidad de mantener la paz mundial.
En el cumplimiento de ese mandato, el Consejo tiene que sustentar su actuación
en los principios que consigna la Carta de las Naciones Unidas, tales como la
solución pacífica de las controversias, aspiración central
de la comunidad de naciones desde mediados del siglo pasado y uno de los anhelos
más caros de mi país.
México sostiene que el Consejo de Seguridad es la instancia privilegiada
para adoptar hoy las medidas necesarias que permitan alcanzar una solución
duradera a la cuestión de Iraq. Por ello, valoramos que el discurso pronunciado
ayer por el Presidente George Bush encierre un reconocimiento a la importancia
que tendrá en los días y semanas por venir el debate y la decisión
colectiva sobre el rumbo a tomar con respecto a Iraq. Sin embargo, no podemos
dejar de reconocer que el espacio de acción que se abre ante nosotros
también encierra retos complejos para los miembros del Consejo y para
la comunidad internacional en su conjunto.
Condenamos inequívocamente, como lo han hecho la mayoría de las
naciones, el continuo incumplimiento por parte de Iraq de las resoluciones de
ese órgano en materia de desarme y de renuncia a las armas de destrucción
en masa, y reiteramos la importancia de que ese país cumpla inmediatamente
y sin condiciones previas las resoluciones del Consejo sobre el retorno de los
inspectores de las Naciones Unidas. Pero no por ello, dejamos de reconocer que
el incumplimiento de resoluciones de Naciones Unidas ha ocurrido en otras coyunturas,
en otros momentos y en otras latitudes.
Hoy creemos indispensable que el Consejo cuente con el tiempo y el apoyo necesarios
para buscar ese retorno y, por ello, respaldamos la reciente propuesta del Presidente
Jacques Chirac de fijar un plazo para cumplir este objetivo. Igualmente, como
miembro responsable y comprometido del Consejo de Seguridad, México considera
que cualquier decisión que se desprenda de un posible incumplimiento
iraquí de las resoluciones en la materia deberá tomarse con base
en dos condiciones indispensables: primero, una evaluación más
clara con respecto a la verdadera capacidad armamentista iraquí -tanto
tecnológica como de vectores, así como de sus intenciones de uso
o de la capacidad de grupos terroristas de acceder a ella- la cual podría
basarse tanto en los reportes emanados de los mecanismos de inspección
de Naciones Unidas como en información adicional que pudiesen presentar
países individuales; segundo, el acuerdo de los países miembros
del Consejo, así como de otras naciones directamente involucradas, sobre
los pasos que deben seguirse ante la corroboración de esos hechos o en
caso de que Iraq se negase a permitir el regreso de los inspectores a su territorio.
México considera que una acción militar unilateral y sin previa consulta al Consejo socavaría los cimientos de la nueva arquitectura de seguridad internacional y podría afectar los consensos a favor de la lucha contra el terrorismo internacional derivados de los ataques perpetrados hace un año contra Estados Unidos.
Señor Presidente:
México llega a esta Asamblea General con la determinación de
asumir un papel activo y propositivo en la construcción de un nuevo orden
mundial. Esa voluntad de diálogo y concertación con otros pueblos
es reflejo del cambio democrático ocurrido en mi país en un entorno
de paz social, libertades irrestrictas, fortalecimiento de la legalidad y estabilidad
económica. Ello, además, ha conferido a México una nueva
confianza respecto de su capacidad para contribuir a los objetivos de la comunidad
internacional.
Esa voluntad de desempeñar un papel más activo y constructivo
en el mundo nos ha llevado a incorporar, como parte medular de los intereses
nacionales, temas y visiones de dimensión e impacto globales. El fomento
del desarrollo económico mundial, la promoción y defensa de los
derechos humanos, el fortalecimiento de la democracia y el desarrollo sustentable
son ejemplos de este compromiso que trasciende fronteras y soberanías.
Los esfuerzos que emprendamos para hacer realidad los ideales globales también
nos permitirán impulsar con mayor vigor los valores nacionales.
La redoblada actividad internacional de México se ha expresado, a lo
largo de los pasados meses, en un conjunto de acciones que marcan un hito en
la historia de nuestros vínculos con el exterior. Uno de los proyectos
con mayor visión estratégica que hemos impulsado es el Plan Puebla-Panamá,
la iniciativa de desarrollo regional más ambiciosa que se haya emprendido
en América Central. El objetivo de esta estrategia consiste en articular
los esfuerzos de los sectores público, social y privado de México
y de las naciones centroamericanas, en la ejecución de proyectos comunes
de desarrollo e inversión.
Con esa misma determinación, estamos promoviendo un sentido de comunidad
en América del Norte, a fin de articular valores compartidos en torno
a una sola visión de desarrollo regional que sea coherente, amplia y
de largo plazo. En este marco, consideramos que la negociación gradual
de un acuerdo migratorio por el cual se dé orden y legalidad a los movimientos
de mano de obra en la región es una prioridad inaplazable. Desde la perspectiva
de México, los flujos laborales entre países deben concebirse
como una oportunidad para reconducir el proceso de globalización y reducir
la brecha que separa a las naciones desarrolladas de las demás sociedades.
Mi país ha emprendido, igualmente, una intensa política de promoción
cultural en el exterior, mediante el establecimiento del Instituto de México,
un instrumento diplomático de los llamados "de poder suave".
De este modo, México busca proyectar al mundo la riqueza, diversidad
y vitalidad de su cultura, con el fin de tender puentes hacia otras naciones
y regiones. El fortalecimiento de la cooperación y los lazos culturales
entre nuestros países debe ser una tarea prioritaria para todos nosotros;
por ello celebramos el reingreso de Estados Unidos a la Organización
de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.
El activismo internacional que México ha desplegado desde hace ya casi
dos años, se ha traducido, de manera destacada, en una labor más
intensa dentro de los foros multilaterales. En la realización de estas
tareas hemos podido construir, en muchos casos, sobre los cimientos establecidos
por gobiernos anteriores. Pero es indudable que hay un nuevo sentido y un nuevo
propósito en el papel que desempeña el activismo multilateral
dentro de la estrategia internacional que México persigue.
Nuestra tarea más importante en el ámbito multilateral se da
en el seno mismo de esta Organización. El gobierno de México se
congratula de haber logrado el apoyo de la comunidad de naciones para que nuestro
país ingresara como miembro no permanente al Consejo de Seguridad de
las Naciones Unidas. Estamos participando activamente, en éste y otros
foros, en la construcción de la nueva arquitectura internacional que
habrá de regular las relaciones entre las naciones durante las décadas
próximas.
La participación de México en el foro de APEC, al que pertenece
desde 1993, es también un elocuente ejemplo de ese activismo internacional.
En octubre nuestro país será la sede de la Décima Reunión
de Líderes de ese mecanismo, donde podremos continuar impulsando acciones
que promuevan una mayor prosperidad para los pueblos de la región Asia-Pacífico.
México también ha promovido vigorosamente el relanzamiento de las negociaciones económicas internacionales. La Conferencia Mundial sobre la Financiación del Desarrollo, celebrada en marzo en Monterrey, promovió una alianza amplia e incluyente entre Estados y organismos internacionales que hiciera posible un mayor nivel de financiamiento para el desarrollo, con un equilibrio claro entre responsabilidades nacionales y cooperación internacional. El Consenso de Monterrey es hoy la base para reconducir la globalización hacia objetivos de crecimiento y combate a la pobreza, y constituye el instrumento idóneo para ubicar las prioridades del desarrollo en el centro de la agenda económica internacional.
Desde la perspectiva de México, la Conferencia de Monterrey forma parte
de una secuencia integral de cumbres internacionales dedicadas a impulsar la
agenda de desarrollo mundial. Este proceso se inició el año pasado
en Doha, con la Conferencia Ministerial de la OMC; se fortaleció al incorporar
la dimensión ambientalista del desarrollo sustentable en Johannesburgo;
y continuará con la celebración de la conferencia ministerial
de la Organización Mundial del Comercio que tendrá lugar el año
entrante en Cancún, México. Esa estrecha interrelación
de los temas relacionados con el desarrollo quedó demostrada durante
la reciente Cumbre de Johannesburgo, donde las posiciones que el Presidente
Vicente Fox expuso en nombre de México merecieron un amplio apoyo y reconocimiento.
Consciente de las nuevas amenazas a la seguridad internacional, el gobierno
de México también ha hecho llamados para actualizar los esquemas
de seguridad del continente americano. Ofrecimos a nuestro país como
sede de la Conferencia Especial de Seguridad convocada por la Tercera Cumbre
de las Américas, misma que, gracias al apoyo de las naciones miembros
de la OEA, se llevará a cabo en México en mayo del 2003.
aún más claramente en nuestra promoción de los derechos
humanos y la democracia. Mi país ha expresado su convicción de
que los derechos humanos representan valores absolutos y universales y que,
como tales, constituyen deberes compartidos por todos los gobiernos y todos
los pueblos, por encima de fronteras y soberanías. Y hemos sido congruentes
con estas convicciones. Por eso, y a pesar de la reacción mixta que ello
ha generado en México, dado el profundo afecto que la sociedad mexicana
ha profesado siempre hacia varios pueblos cercanos, hemos sentido la necesidad
de expresar nuestra preocupación por el estado que guardan los derechos
humanos en esas naciones.
Una de las acciones de mayor alcance que hemos realizado para demostrar el
compromiso de México con los derechos humanos es la armonización
de la legislación mexicana con los instrumentos internacionales que protegen
esos derechos, con el objeto de asegurar que en nuestro país tengan plena
vigencia los criterios que la comunidad internacional ha establecido. Y hemos
puesto especial énfasis en la protección de los derechos de grupos
vulnerables, como las mujeres, los niños, los pueblos indígenas
y los discapacitados.
Al mismo tiempo, hemos dejado atrás la actitud defensiva que impedía
un diálogo más constructivo con otras naciones y con los organismos
multilaterales dedicados a la protección de los derechos humanos. Por
invitación del gobierno mexicano, numerosos representantes de mecanismos
internacionales de derechos humanos han visitado México y aportado su
visión y experiencia a la tarea de fortalecer la vigencia de los derechos
humanos en todo el país. En este mismo espíritu de apertura, el
gobierno mexicano suscribió un acuerdo marco con la Oficina del Alto
Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, que incluye el
establecimiento de una representación permanente de dicha Oficina en
México.
Como parte de los esfuerzos del gobierno de México por fortalecer el
Estado de derecho, el Senado Mexicano actualmente analiza una iniciativa de
reforma constitucional que haga posible la ratificación del Estatuto
de Roma por el cual se ha creado la Corte Penal Internacional, y que plantea
el reconocimiento de la jurisdicción de los tribunales internacionales
establecidos en tratados de los que México sea parte, así como
el cumplimiento de sus resoluciones y sentencias. La reforma representa un paso
decisivo en la incorporación y eficacia de las normas de derecho internacional
en el ámbito interno, especialmente aquellas dirigidas a la protección
de los derechos humanos.
México expresa su beneplácito por la reciente entrada en vigor
de la Corte Penal Internacional, la cual refleja la voluntad de la comunidad
de naciones por crear un sistema internacional basado en normas universales.
Sin embargo, consideramos que la suscripción de acuerdos por los que
se pretende evitar que determinada calidad de personas puedan ser objeto de
enjuiciamiento ante la Corte Penal Internacional constituye un grave retroceso
en el derecho internacional. Ello vulnera el alcance universal de las disposiciones
del Estatuto de Roma, desvirtúa el espíritu que condujo a su instauración,
y debilita los esfuerzos de la comunidad de Estados por erradicar la impunidad
por la comisión de crímenes de gravedad extrema. Hacemos un llamado
a los miembros de la comunidad internacional para que contribuyan a consolidar
la autoridad de la Corte, que tanto tiempo y esfuerzo ha costado levantar.
La defensa de los derechos humanos tiene su corolario en la promoción
de las libertades democráticas. Actualmente se observa un reconocimiento
cada vez más amplio de que la democracia representativa, con su andamiaje
institucional de partidos, grupos y organizaciones de la sociedad civil, así
como de un marco normativo que garantice las libertades ciudadanas de asociación
y de expresión, constituye la mejor forma de conciliar el ejercicio legítimo
de la autoridad con el respeto a las libertades esenciales del ser humano.
La activa participación de México en la elaboración de
la Carta Democrática Interamericana, suscrita por las naciones del continente
en septiembre de 2001, es otra muestra del compromiso de mi país con
los principios democráticos. Su adopción representa un avance
histórico en la consolidación de la democracia en América
Latina, proceso en el que, junto con otras naciones de la región, México
ha asumido un papel de vanguardia. Al mismo tiempo, estamos impulsando con éxito
los valores democráticos en otras regiones, como lo demuestra la labor
que realizamos en el seno de la Comunidad de Democracias, la cual celebrará
en noviembre su Segunda Conferencia.
La adhesión de la sociedad y el gobierno de México a los derechos humanos y la democracia tiene dos vertientes mutuamente complementarias: por una parte, implica el fortalecimiento de las prácticas e instituciones democráticas y de los derechos humanos en todo el país, para lo cual estamos restableciendo la vigencia del Estado de derecho. Por la otra, nos obliga a desplegar un renovado activismo en los foros internacionales, de modo que podamos alentar la vigencia plena de los derechos humanos y la democracia en todo el mundo. Ello nos permite consolidar más firmemente los derechos humanos y la democracia en México, de modo que el cambio democrático que hemos experimentado se vuelva irreversible.
Señor Presidente:
Señores y señoras delegados:
Hoy vengo a expresar ante ustedes que mi país ha vuelto, con renovado
ímpetu, al escenario internacional. El gobierno de México ha pasado
del distanciamiento defensivo al diálogo constructivo; de una limitada
legitimidad internacional a un ejercicio diplomático basado en principios
democráticos y en el respeto irrestricto a los derechos humanos.
Qué tipo de mundo deseamos crear y qué estamos dispuestos a hacer
-y dejar de hacer- para lograrlo, son preguntas que no podemos eludir en este
momento crucial de definiciones internacionales. México reafirma su convicción
de que la acción basada en principios y acuerdos debe anteponerse a las
tentaciones del unilateralismo; que las normas universales deben prevalecer
frente a los intereses inmediatos. El activismo internacional y, en especial,
el compromiso de México con los derechos humanos y la democracia, expresan
la creencia de la nación mexicana en la esencial igualdad de todos los
seres humanos, y en los deberes que ello conlleva para todos nuestros pueblos
y gobiernos.
Muchas gracias.