COSTA RICA

Debate General

Quincuagésimo Sexto Periódo de Sesiones de la Asamblea General

Intervención

de

S. E. Sr. Roberto Rojas

Ministro de Relaciones Exteriores y Culto de Costa Rica

13 de noviembre del 2001

(revisar contra la entrega)



 Señor Presidente,
 

Permítame, en primer lugar, felicitarlo a Usted por su muy merecida elección para presidir las labores de esta Asamblea General. Conocemos sus valiosas cualidades personales al tiempo que apreciamos el liderazgo de su nación, la República de Corea, en el concierto de las naciones. Igualmente, quisiera expresarle mi agradecimiento al presidente saliente, el Señor Harri Holkeri, Ministro de Relaciones Exteriores de Finlandia, por su excelente labor.

Este año, la Asamblea General se reune bajo circunstancias excepcionales. Hace tan solo dos meses, esta ciudad fue víctima del más horroroso y repugnante atentado terrorista de la historia universal. Aún hoy, a pocos kilómetros de esta sala, podemos contemplar, pasmados, la columna de humo que marca las ruinas de las Torres Gemelas. Los escombros nos recuerdan la destrucción, el dolor y la muerte producto de la violencia y el odio irracional. No puedo, por ello, dejar de reiterar hoy el más sentido pésame del pueblo y del gobierno de Costa Rica al pueblo y al gobierno de los Estados Unidos.

El pasado 11 de septiembre, los terroristas atacaron no sólo a Nueva York sino a toda la humanidad. Hoy, todos somos víctimas del terrorismo. Costa Rica reconoce que el terrorismo constituye un gravísimo crimen de lesa humanidad, que victimiza a la población civil inocente y pone en peligro a toda la comunidad internacional. Por ello, condenamos categóricamente al terrorismo en todas sus formas y manifestaciones, donde quiera y por quien quiera que lo cometa, al tiempo que proclamamos que no existe ninguna justificación política, filosófica, racial, étnica o religiosa que fundamente este crimen.

Los recientes atentados terroristas nos obligan a replantear nuestra concepción de la seguridad internacional y nos llaman a reiterar nuestro compromiso con los valores básicos de la humanidad. Ante la barbarie del terror y el odio, debemos levantar la bandera de la civilización, la tolerancia y la fraternidad. Frente a la violencia irracional debemos empuñar las armas de la razón, la ley y el orden. En contra del terrorismo debemos recurrir al estado de derecho, la justicia, y el debido proceso, por medio de la cooperación internacional en el ámbito judicial y policial.

Frente a las nuevas amenazas en contra de la seguridad internacional, la Comunidad de Naciones debe crear mecanismos efectivos y certeros que le permitan garantizar la paz y el desarrollo de todos los pueblos. En este contexto, acogemos con beneplácito la adopción de la resolución 1373 por parte del Consejo de Seguridad. Ella constituye una respuesta firme, proporcional y necesaria a los aborrecibles actos del pasado 11 de septiembre.

 Igualmente, acogemos los progresos realizados en la negociación de una Convención General para proscribir y sancionar el terrorismo en todas sus formas. Mi delegación ha participado activamente en las recientes negociaciones para resolver los asuntos pendientes y agradece la intervención personal del Secretario General dirigida a obtener una solución de consenso. Llamamos a todas las delegaciones a flexibilizar sus posiciones y a aceptar la formula de consenso propuesta por el coordinador del grupo de contacto sobre este tema.
 

Señor Presidente,

La lucha en contra del terrorismo debe conducirnos a construir una verdadera cultura de la paz y de la vida. Hoy tenemos la obligación de plantar la semilla de la paz, con miras a sustituir los excesos de la destrucción y el conflicto por las virtudes de la fratenidad, la tolerancia y la cooperación entre todos los hombres.

En la actualidad, gracias a los avances en la ciencia y la tecnología podemos triunfar sobre la enfermedad, la pobreza, el hambre, el odio y la guerra. Hoy poseemos los medios económicos, tecnológicos y filosóficos para garantizarle a todas las personas el disfrute de los más altos estándares de vida así como las condiciones necesarias para su pleno desarrollo fisico, intelectual y espiritual.

En este contexto, las Naciones Unidas pueden y deben jugar un papel central en la construcción de un futuro de paz y libertad. Esta Organización debe ser un bastión en contra de la guerra, el odio y la pobreza. Este organismo debe servir de faro que alumbre el camino e indique la meta.

Con este fin, la promoción de los Derechos Humanos y el respeto a la dignidad humana, en todos lo ámbitos, deben ser el eje fundamental de la acción de las Naciones Unidas. Sólo la defensa del ser humano justifica las labores de mantenimiento de la paz. Sólo la promoción de la dignidad humana legitima la busqueda del desarrollo sostenible. Sólo la protección de la vida humana justifica la protección del medio ambiente o la busqueda del desarrollo económico. La filosofía de esta Organización debe ser, en consecuencia, profundamente humana.

La defensa de los Derechos Humanos constituye la piedra angular de la política exterior de Costa Rica. Los costarricenses aborrecemos toda violación a los Derechos Fundamentales. Rechazamos la intolerancia, el odio, la desigualdad y la guerra. Condenamos las ejecuciones extrajudiciales, la pena de muerte, el aborto, los desplazamientos forzados, la tortura, las violaciones y los secuestros. Censuramos categóricamente todo tipo de restricción a la libertad de expresión y de pensamiento. Los principios
 morales del ser costarricense nos llaman a proclamar una sociedad más justa, más humana y más solidaria.

La labor de esta Organización en materia de Derechos Humanos es notable. Los trabajos de codificación y las conferencias periódicas le han dado claros lineamientos de conducta a la comunidad internacional. Ahora debemos concentrar nuestros esfuerzos en la implementación de dichas normas a todos los niveles de la sociedad, haciendo especial énfasis en la satisfacción de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales.

En particular, es necesario racionalizar y coordinar la labor de órganos de monitoreo, incluyendo a la Comisión de Derechos Humanos, a fin de hacerla más efectiva. Costa Rica considera necesario revisar el sistema de los informes sobre Países, haciéndolo más transparente y expedito. Creemos que los Estados Miembros debemos abrir nuestras fronteras de forma franca y abierta a los Relatores de Derechos Humanos nombrados por la Comisión. Esta obligación, dimana directamente de los compromisos que incorporados en los artículos 55 y 56 de la Carta. Paralelamente, debemos responder positivamente a la solitud de nuevos recursos que nos ha hecho la Alta Comisionada sobre Derechos Humanos.

Por otra parte, las Naciones Unidas debe mantenerse vigilante ante los nuevos retos que amenazan el disfrute de los Derechos Humanos. Vemos con preocupación los recientes desarrollos en el campo de la clonación y de la biotecnología, por lo que acogemos la propuesta de Francia y Alemania de negociar un tratado internacional que prohiba la clonación reproductiva de seres humanos. Creemos que ese intrumento debe prohibir, además, todas las otras formas de experimentación en biotecnología que sean contrarias a la vida y la dignidad humanas.

Es necesario fortalecer el papel de la familia como la célula básica de la sociedad. Ella es indispensable para la formación de ciudadanos sanos, productivos y responsables. Debemos, igualmente, hacer esfuerzos adicionales para apoyar a los padres en la formación de sus hijos. A este respecto, mi país promulgó recientemente una ley excepcional en la materia de "Paternidad Responsible" la cual garantiza, por medio de fuertes instrumentos judiciales sin precedente alguno, que los padres biológicos tomen responsabilidad en la educación y manutención de sus hijo habidos fuera de matrimonio.

Las labores de mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales deben ser conceptualizadas desde la perspectiva de los Derechos Humanos. Los conflictos armados generan continuas crisis humanitarias y atrocidades. Mientras persista la guerra, será imposible respetar los Derechos Fundamentales. En las situaciones de conflicto armado, deben tomarse todas las medidas posibles para proteger la seguridad de los civiles inocentes. Es indispensable proveerles de asistencia inmediata a fin de evitar una mayor pérdida de vidas y destrucción. Es necesario velar por los derechos humanos de los refugiados y desplazados. Más aún, al término del conflicto armado se requiere de mayor cooperación internacional con miras a reconstruir la economía nacional, reedificar la infraestructura perdida y reiniciar el camino de la vida.

Por varios años, mi delegación ha abogado por el fortalecemiento del Consejo de Seguridad. Hemos indicado que él es el único mecanismo que la humanidad poseé para enfrentar los peligros que la acechan. Costa Rica ha cuestionado al Consejo cuando este ha renunciado a sus funciones y se ha visto reducido a la irrelevancia. Lo hemos censurado cuando se ha limitado a dar respuestas débiles e inadecuadas a las más graves emergencias políticas y humanitarias. Lo hemos denunciado cuando no ha podido actuar por el uso irresponsable del veto o por la defensa de intereses nacionales por algunos de sus miembros. Hoy, la adopción de la resolución 1373, sobre terrorismo, nos da nuevas esperanzas. Confiamos que, en el futuro, el Consejo de Seguridad actuará con la misma firmeza, prontitud y efectividad al enfrentar otras situaciones de emergencia.

Las armas constituyen un elemento catalizador de los conflictos armados. Su proliferación alienta el fuego de la violencia, recrudece las luchas y odios, exacerba la delincuencia y el terrorismo, y favorece la inestabilidad política y social. Los arsenales militares prolongan los conflictos armados y dificultan los procesos de paz mientras que los ejércitos consumen, insaciablemente, los exiguos recursos nacionales. Para alcanzar la paz es necesario prohibir la transferencia de armas a grupos rebeldes, extremistas o terroristas. Igualmente, se debe prohibir la transferencia de armas a aquellos gobiernos que cometan violaciones sistemáticas de los Derechos Humanos, que no respeten los principios democráticos o que no hayan ratificado los principales intrumentos del Derecho Internacional Humanitario: Consideramos indispensable regular la posesión de armas ligeras en las manos de civiles.

Mi país condena el uso unilateral y desproporcionado de la fuerza y de las contramedidas, al tiempo que apoya los mecanismos y principios consagrados por el Derecho Internacional. Es necesario abrazar la negociación, el diálogo, la mediación y la solución judicial de las controversias. Por ello, Costa Rica respalda y confía plenamente en la excelente labor de la Corte Internacional de Justicia. Consideramos que la aceptación voluntaria de su jurisdicción obligatoria, por medio de declaraciones opcionales, es una clara muestra de buena voluntad. Sin embargo, no podemos dejar de señalar nuestra consternación por la existencia y presentación de nuevas reservas a la aceptación voluntaria de la jurisdicción de la Corte. La buena fe en las relaciones internacionales demanda el retiro de esas reservas.

 La paz verdadera y sostenible sólo se alcanza cuando se garantizan condiciones dignas de vida a todos los habitantes, cuando existe un nivel de desarrollo económico suficiente para que todos satisfagan sus necesidades básicas, cuando los derechos humanos fundamentales son respetados y cuando las diferencias sociales y políticas son resueltas por vías democráticas, el díalogo y la negociación. Por ello, es necesario invertir intensa y sistemáticamente en nuestros recursos humanos, dedicando todos los recursos necesarios a la educación y la salud. Sólo una población educada puede vivir en libertad, sólo una población sana puede trabajar para el desarrollo, sólo una población culta puede integrase al mundo globalizado de hoy.

Igualmente, es necesario garantizar el uso y el manejo sostenible de los, recursos naturales. Sin un medio ambiente sano es imposible alcanzar condiciones de vida dignas tanto en la actualidad como en el futuro. No podemos olvidar el daño causado a las futuras generaciones al ser arrasados miles de kilómetros cuadrados de bosques en el planeta.

Costa Rica ha desarrollado un sistema nacional de pago por servicios ambientales para mitigar el impacto de los gases de "efecto invernadero" y conservar nuestros bosques en beneficio de la humanidad. Mi país ha dedicado un cuarto de su territorio nacional a la protección de sus bosques. La producción y pago de los bienes y servicios ambientales se ha convertido en un motor del desarrollo nacional. Por ello, mi país verá honrado al ser, en marzo del 2002, la sede de la Primera Reunión Ministerial del Foro de las Naciones Unidas sobre los Bosques. Esperamos contar con la activa y constructiva participación de todos los Estados Miembros en esa reunión.

Mi delegación ve con preocupación la creciente desigualdad en materia de vulnerabilidad. Los Estados con economías más frágiles o cuyas poblaciones disponen de menos recursos para la prevención y la reconstrucción, son quienes sufren más de forma más contundente los efectos de los desastres naturales. En nuestra región, Centroamérica, hemos sido víctimas varias catástrofes que, en el transcurso de la última década, han ocasionado gravísimas pérdidas humanas y materiales. La falta de recursos financieros impone un férreo límite a la capacidad de las naciones más pobres para prevenir las emergencias humanitarias. Por esta razón, abogamos por un incremento en la cooperación internacional a las naciones en desarrollo a fin de permitirles diseñar e implementar programas que reduzcan su vulnerabilidad.

En este contexto, debo señalar la asistencia bilateral que la República de China en Taiwan ha prestado a la región para enfrentar estas emergencias. Costa Rica entiende y apoya los reiterados esfuerzos de la República de China en Taiwán, con dieciséis millones de habitantes y con un fuerte proceso de evolución y fortalecimiento democrático, para conseguir representación dentro de esta Organización. Igualmente, ella constituye uno de los principales emporios industriales de la cuenca asiática, con el cual la mayoría de los Estados Miembros tienen fuerte lazos comerciales y de intercambio técnico. Esperamos que, en poco tiempo, por encima de las diferencias, se logren acuerdos para que las dos vertientes del pueblo chino puedan participar conjuntamente en los foros internacionales.
 

Señor Presidente,

Hace un par de meses, fuimos testigos de la sangrienta y nefasta acción del terrorismo internacional. Esos actos censurables convulsionaron la conciencia de toda la humanidad. Ante estas circunstancias, el mundo espera el liderazgo de las Naciones Unidas. Los pueblos reclaman la acción firme y decidida de la Comunidad Internacional. La humanidad entera nos llama a cumplir con los altos objetivos que asumimos al fundar esta organización.
 

Muchas Gracias