MÉXICO

Intervención

De

Vicente Fox Quesada
Presidente de México

Conferencia Internacional sobre Financiamiento para el Desarrollo

Monterrey, México
21 de marzo del 2002



Señoras y señores Jefes de Estado o de Gobierno;
Señor Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas;
Distinguidas y distinguidos delegados;
Señoras y señores:

Sean ustedes bienvenidos a México.

Sean ustedes bienvenidos a una nación que busca construir un puente para transitar de los problemas del pasado a las oportunidades del futuro; bienvenidos a un país que, a partir de una nueva visión de sí mismo, mira con nuevos ojos al mundo.

Hoy es un día muy especial, de gran significado para las y los mexicanos. Celebramos el día de hoy el natalicio de Benito Juárez, un hombre admirable que dejó una imborrable huella en nuestra nación. Y es apropiado recordarlo aquí, en este encuentro de las Naciones Unidas, porque su visión de que el respeto al derecho ajeno es la paz constituye también uno de los principios en que se sustenta la convivencia entre nuestros pueblos.

Conocemos por experiencia propia, el sufrimiento y la pobreza que acompañan a la falta de desarrollo. Pero también conocemos el éxito y la prosperidad que puede lograr en un país decidido a trabajar, a progresar, si cuenta con los recursos necesarios.

Por eso hemos apoyado con entusiasmo este encuentro entre el mundo en desarrollo y el de los países desarrollados.

Durante décadas, las naciones del mundo han tratado de enfrentar el problema del desarrollo y la pobreza mediante la cooperación internacional. Pero, hasta ahora, los resultados alcanzados han sido pobres, tardíos y descorazonadores.

Hemos concluido un siglo en el que se identificó a la seguridad con la construcción de muros y barreras. Es nuestra responsabilidad abrir paso hoy a un siglo de puentes, no de barreras; a un siglo de encuentros, no de guerras; de responsabilidades y logros compartidos, no de esfuerzos aislados.

Sean bienvenidas y bienvenidos a la oportunidad histórica de construir, entre todos, esos puentes. Construyamos juntos, países en desarrollo y países desarrollados, los puentes de encuentro entre el crecimiento económico y el desarrollo humano, entre la apertura y el desarrollo local, entre la eficiencia de la economía y el bienestar de las y los ciudadanos. Que sea éste el espíritu que anime a nuestra reunión. Que sea éste el espíritu de Monterrey.

Es tiempo de cambiar; pero de cambiar para construir. Este encuentro marca el inicio de una nueva concepción del desarrollo. Monterrey se ha convertido en el detonador de un nuevo movimiento encaminado a combatir la marginación y el subdesarrollo.

Monterrey nos da la oportunidad de comprometernos libremente: los países en desarrollo con la aplicación de políticas económicas responsables; las naciones desarrolladas con el progreso de las más pobres. En la nueva era de progreso compartido todos debemos asumir nuestra responsabilidad.

Si el siglo XXI ha de ser el siglo del desarrollo para todos, debemos estar dispuestos a emprender acciones audaces. Esto implica un desafío a nuestras actitudes anteriores y una búsqueda de nuevas ideas y acciones. Que este sea el espíritu de Monterrey.

Jefes de Estado o de Gobierno;
Señoras y señores:
Esta Conferencia no es un hecho aislado; es parte de un movimiento mundial a favor del desarrollo. La Cumbre del Milenio, marcó el inicio de ese nuevo esfuerzo para erradicar, la marginación. En Doha, se impulsó una participación más equitativa de los países en desarrollo dentro del comercio mundial.

Dentro de unos meses, la Cumbre de Johannesburgo hará énfasis en los aspectos ambientales para un desarrollo sustentable.

Es necesario que todos contribuyamos a la nueva agenda del desarrollo mundial; que todos contribuyamos a forjar el futuro de paz, armonía y desarrollo universal que todos anhelamos, con un nuevo espíritu, el espíritu de Monterrey.

No podemos permitirnos ya un bienestar restringido a unas cuantas naciones; no podemos arriesgarnos ya a seguir en un mundo marcado por la exclusión y la injusticia. La lucha contra la pobreza es una lucha en favor de la justicia y la paz en el mundo.

Forjemos un nuevo porvenir para nuestras naciones. Adoptemos el Consenso de Monterrey y, más allá de ello, impulsemos el desarrollo futuro de las naciones con el espíritu de la responsabilidad y la solidaridad.

Tenemos la gran oportunidad en nuestras manos; tengamos también la entereza para aprovecharla. No defraudemos a quienes han depositado su confianza y sus esperanzas en esta reunión. Todos habremos de beneficiarnos de una comunidad más humana, más próspera y más justa.

Las futuras generaciones reconocerán, reconocerán nuestro valor o reclamarán nuestra falta de visión.
Tengamos el suficiente arrojo para hacer de este siglo un siglo de puentes y encuentros, no de muros y barreras.

El momento para decidir es ahora; hoy, aquí, en Monterrey.

Muchas gracias.



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