El impacto combinado de la desnutrición y el sobrepeso, también conocido como la doble carga de la malnutrición, genera una pérdida multimillonaria en las economías latinoamericanas, advierte un informe dado a conocer este martes.

El estudio de dos agencias de la ONU revela el enorme impacto de estos padecimientos en las tasas de enfermedad y mortalidad, así como en el rendimiento educativo y de productividad, lo que acarrea consecuencias negativas para las economías.

Una de las secuelas es la reducción anual del PIB de los países latinoamericanos. Por ejemplo, en México las pérdidas alcanzan unos 28.800 millones de dólares, en Ecuador 4.300 y en Chile 500 millones.

El reporte resalta que se espera que la desnutrición disminuya en los próximos 50 años, pero advierte que la sobrealimentación se convertiría en la mayor carga social y económica de Latinoamérica.

“Durante la última década muchos países de ingresos medios han hecho grandes avances en la reducción de la desnutrición. Sin embargo, el problema persiste y ahora presenciamos una tendencia preocupante entre las comunidades vulnerables con casos de desnutrición y sobrepeso simultáneamente dentro de las mismas familias”, aseguró el Director Regional del PMA, Miguel Barreto.

La desnutrición socava el crecimiento físico y perjudica el desarrollo del cerebro, mientras que la obesidad y el sobrepeso aumentan el riesgo de diabetes tipo 2, hipertensión y cáncer. Ambos flagelos impiden el desarrollo de los individuos, el bienestar de las comunidades y la meta de alcanzar Hambre Cero para el año 2030, advierte el reporte.

“En el actual contexto de desaceleración económica, es más imperativo que nunca que los países hagan todos los esfuerzos por transitar hacia un nuevo paradigma en los modos de producción y de consumo, que es clave en la implementación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible”, declaró la Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, Alicia Bárcena.

El informe recomienda a los gobiernos promover la educación del consumidor a través de políticas como el etiquetado confiable en los alimentos, los programas de actividad física y el apoyo a proyectos de educación nutricional en las comunidades.

También invita a la industria alimentaria a trabajar con las autoridades de cada país para asegurar la producción, disposición y accesibilidad a alimentos sanos.

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