En 2009, Colin Beavan rediseñó todo su estilo de vida durante un año para reducir su huella de carbono. Documentó su experimento en su libro No Impact Man. Desde entonces, es defensor de las cuestiones de sostenibilidad y consulta periódicamente con empresas y otras organizaciones sobre la mejora de sus medidas ecológicas y centradas en las personas. Conversamos con él en el lanzamiento de su nuevo libro, How to be Alive: A Guide to the Kind of Happiness that Helps the World, en la Sede de las Naciones Unidas en Nueva York.

P: ¿Qué consejo les daría a las personas que quieren empezar a vivir de manera más sostenible

CB: Normalmente hay una esfera de nuestra vida en la que podríamos vivir de manera más sostenible y que también nos haría más sanos y felices a nosotros, a nuestras comunidades y a nuestros seres queridos. Por lo tanto, si vives en una situación en la que es posible caminar y resulta que necesitas hacer más ejercicio, a lo mejor empezar a montar en bici sería lo adecuado para ti. La cuestión es, ¿qué puedes hacer que sea mejor para tu hábitat y que también sea mejor para ti? Empieza por ahí, pero no te detengas ahí. Una vez que has adoptado este hábito, busca el siguiente hábito que es mejor para el hábitat y mejor para ti. Es difícil hacer estas cosas solo, así que si te importa la sostenibilidad, tu hábitat y tu calidad de vida, reúne a un grupo de amigos y conversad sobre lo que podéis hacer juntos para marcar cambios.

P: ¿Por qué parece difícil llevar un estilo de vida sostenible?

CB: Vivir de manera sostenible debería ser coser y cantar. Cuando compras electricidad, debería ser renovable, cuando te desplazas, deberías poder hacerlo en un medio distinto al coche, pero la razón de por qué nos resulta difícil es porque los sistemas establecidos no son sostenibles. Aquellos a los que nos cuesta vivir de manera sostenible cuando queremos hacerlo tenemos que participar en nuestros sistemas democráticos para ayudar a que cambien estas cosas.

P: Entonces ¿la sostenibilidad es más una acción colectiva que una opción individual?

CB: Ambas. Existen dos tipos de cambios que se producen en el mundo. Uno es el cambio cultural: la manera de pensar en cómo vivimos y los hábitos que tenemos. Se produce en realidad por la amalgama de muchos cambios individuales. El cambio cívico proviene en parte de muchas personas que están obligando a sus políticos a realizar también estos cambios, de modo que el propio cambio puede ser individual: cuántos de nosotros nos involucramos desde el punto de vista cívico, por ejemplo acudiendo a una marcha por el clima o insistiendo en que nuestros alcaldes solo permitan la producción de energía renovable dentro de los límites de la ciudad, etc. Esa especie de división entre el cambio individual y el cambio colectivo es falsa en cierto modo.

P: Su segundo libro relaciona la sostenibilidad con la felicidad. ¿Puede hablarnos más sobre esta relación?

CB: Cuando escribí No Impact Man, en parte lo hice porque estaba preocupado por el cambio climático y nuestra dependencia del petróleo. Estas cosas estaban pasando a cuenta de un modo particular de vida y descubrí que incluso en Nueva York, una ciudad rica, las personas eran verdaderamente infelices. Trabajaban entre 12 y 14 horas al día, no pasaban suficiente tiempo con las personas a las que quieren y no estaban utilizando su talento y las pasiones que les importan, incluso en este supuesto lugar rico. La idea es que trabajamos muchísimo para comprar lo máximo posible y eso es lo que se está cargando nuestro planeta. Los recursos utilizados para ello implican que tenemos cambio climático, tenemos deforestación, tenemos océanos agotados, por lo que el origen de la insostenibilidad y el origen de determinados tipos de infelicidad es en realidad el mismo. Si lo hacemos con inteligencia, tanto a nivel individual como social, la calidad de vida y la sostenibilidad van totalmente en paralelo.

P: ¿Qué les diría a las personas que consideran que es necesario consumir cosas para el crecimiento económico?

CB: Bueno, lo que pasa es que inicialmente las economías se inventaron al servicio de la humanidad, y ahora pensamos que la humanidad está al servicio de las economías. Lo que tenemos que recordar es que, cuando hablamos de crecimiento en la economía, solo estamos hablando de dinero que circula por el sistema. No significa que sea un dinero que circule por el sistema para hacer bien. El aumento del consumismo per se no aumenta la calidad de vida. Lo que necesitamos es un mayor acceso a atención sanitaria, agua limpia, educación. Es más probable que contribuyan a que seamos felices estas cosas que el hecho de que todos trabajemos para comprar más. La cuestión es cómo desvinculamos el consumo de recursos de los servicios y las cosas que realmente contribuyen a nuestra calidad de vida. Por ejemplo, es agradable ir a hacer surf, pero lo cierto es que tener una tabla de surf es una lata. Tienes que guardarla, andar llevándola, así que una mejor solución podría ser compartirla con otros.

P: Entonces, ¿el consumo colaborativo sería una forma de evitarlo?

CB: Sí. Es sin duda un buen ejemplo. También son importantes otras cosas, como las medidas sociales del progreso. A nivel mundial, utilizamos el producto interno bruto (PIB), pero esto no significa necesariamente que la calidad de vida y la seguridad y la felicidad de los ciudadanos estén aumentando, así que adoptar nuevas medidas del progreso es otra cosa que puede contribuir a una economía no consumista sólida que realmente ayude a aumentar la calidad de vida.