A lo largo de la historia, la sociedad se ha adaptado a su entorno y ha aprendido a sobrevivir, entender y convivir con el riesgo de desastres naturales. Los cambios climáticos actuales nos indican que vivimos en un mundo en el que los riesgos se están acentuando. Además, una economía globalizada trae consigo el riesgo de desastres socioeconómicos creados por las fluctuaciones en el mercado financiero global. Mediante el desarrollo de soluciones para gestionar un aumento del riesgo, podemos ayudar a proteger a los pobres y a las comunidades vulnerables que se llevan la peor parte de los efectos de los desastres naturales. Un futuro receptivo requiere nuevas estrategias y una mejor capacidad para absorber los cambios.

Los desastres relacionados con el agua, incluyendo tanto los riesgos naturales como las inundaciones y sequías, y los desastres causados por las actividades humanas, tales como derrames de productos químicos o rupturas de presas parecen ser cada vez más frecuentes. Río+20 hizo un llamamiento para una mayor coordinación entre la reducción del riesgo de desastre y la planificación del desarrollo y sugirió la incorporación de la adaptación al cambio climático y el fomento de la resiliencia en las estrategias más amplias para el desarrollo sostenible. La Sesión Temática Especial sobre Agua y Desastres de la ONU de marzo de 2013 destacó los vínculos entre el agua y los desastres. El año 2015 podría auspiciar la transición hacia la segunda fase del Marco de Acción de Hyogo, haciendo de éste el momento oportuno para armonizar la gestión del agua y los desastres al más alto nivel.

Río+20 solicitó coordinación entre la reducción del riesgo de desastres y la planificación del desarrollo y la adaptación al cambio climático en las estrategias de desarrollo sostenible.

En julio de 2014, el Grupo Abierto de Trabajo sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) adoptó un objetivo global relacionado con el agua.

Se han identificado algunos los retos para la gestión de riesgos en relación con el agua y el saneamiento. Sería importante tratar los siguientes:

• Mejorar el conocimiento acerca de las comunidades en situación de riesgo de desastres relacionados con el agua, especialmente aquéllos que puedan originarse por el cambio climático;
• Adoptar una gestión integrada del riesgo de desastres, incluyendo enfoques estructurales y no estructurales, para reducir la mortalidad y las pérdidas económicas causadas por desastres relacionados con el agua;
• Adoptar e implementar sistemas de supervisión de alerta temprana centrados en las personas para las comunidades de mayor riesgo expuestas a desastres relacionados con el agua;
• Aplicar un enfoque de preparación de principio a fin para la gestión de desastres relacionados con el agua con el fin de ver si las necesidades de las comunidades de usuarios se están satisfaciendo.

Los retos de la implementación con respecto a la gestión del riesgo se perciben sobre todo en las comunidades más pobres del mundo. Éstos incluyen la mejora de la financiación, la falta de acceso a recursos financieros, la insuficiencia de nuevas tecnologías, la falta de capacidad y el uso limitado de los conocimientos tradicionales, la mejora de la gobernabilidad con un mayor enfoque en el agua, asegurando la participación de todos los sectores nacionales pertinentes en las acciones relacionadas con el clima, la falta de debate sobre de las barreras institucionales y cómo superarlas obstaculiza las estrategias de adaptación, la falta de capacidad, habilidades y tiempo para acceder a los recursos por parte de los gobiernos locales, el conocimiento no aprovechado de las mujeres y la incompleta, poco fiable, inaccesible o insuficiente información hidrológica.

Algunas herramientas de implementación que se debatirán incluyen:

• Mayor y mejor financiación – fondos innovadores dirigidos a grupos más vulnerables y a los ecosistemas para mejorar la capacidad de adaptación;
• Tecnologías apropiadas para la reducción del riesgo - por ejemplo, la infraestructura (incluyendo la infraestructura natural) que pueden ayudar a hacer frente a las incertidumbres del clima;
• El desarrollo de la capacidad, la sensibilización pública y la educación profesional sobre la interdependencia de los desastres con el desarrollo, el cambio climático, el riesgo de desastres y la adaptación son los cimientos de una cultura de reducción de riesgos;
• La mejora de la gobernabilidad del agua requiere la participación de las partes interesadas y la participación de las mujeres a todos los niveles. A nivel nacional, unas instituciones fuertes y una planificación adecuada son necesarias para la resiliencia a largo plazo. Los principios de la Gestión Integrada de los Recursos Hídricos necesitan guiar las estrategias de adaptación al cambio climático. También es necesaria la gestión de la incertidumbre a través de una planificación adaptativa. Las personas que trabajan en la planificación y la gestión de los recursos hídricos deben ser conscientes de que el cambio climático tendrá consecuencias para el sector. Por último, el nivel local es crucial en la adaptación al cambio climático, diseñándose las reformas institucionales en consecuencia (paisaje físico, tradiciones culturales y conocimiento regional).