Un entorno propicio, que incluya unas instituciones eficaces e instrumentos de gestión, facilita la formulación y aplicación de políticas y planes pertinentes. Esto responde directamente al documento final de Río+20 "El futuro que queremos", que aboga por unas mejoras significativas en la aplicación de la gestión integrada de los recursos hídricos a todos los niveles apropiados. Sólo a través de un enfoque integrado, la asignación de los recursos hídricos puede beneficiar a la mayoría y no a unos pocos. La gobernanza del agua resulta esencial para equilibrar los recursos disponibles con las demandas de un gran número de usuarios del agua, a menudo en conflicto, y para garantizar que los ecosistemas siguen manteniendo la base de los recursos.

La gobernanza o gobernabilidad del agua se ha definido como "el conjunto de sistemas políticos, sociales, económicos y administrativos que existen para desarrollar y gestionar los recursos hídricos y la prestación de los servicios del agua en los distintos niveles de la sociedad" (Effective Water Governance. Rogers y Hall, 2003). Su importancia para el nuevo marco de desarrollo ha sido subrayada por muchas organizaciones internacionales, incluyendo la ONU, la OCDE y el Banco Mundial.

Los mecanismos de participación y rendición de cuentas ayudan a abordar las disparidades en la prestación de servicios y apoyan a los políticos a la hora de centrarse en las desigualdades y sus causas más profundas. Con vistas a la agenda del desarrollo post-2015, se propone un enfoque universal que aborde tanto las desigualdades como la sostenibilidad (lograr la equidad intergeneracional) y que respete el derecho humano al agua y al saneamiento (A Post-2015 Global Goal for Water: Synthesis of key findings and recommendations from UN-Water. ONU-Agua, 2014).

Unas medidas de gobernanza apropiadas, tales como la regulación y el cumplimiento de las normas acordadas, resultan esenciales para asegurar la calidad general de los cuerpos de agua a través del tiempo. El control de la contaminación mejorará la calidad del agua en los ríos y los lagos y favorecerá el funcionamiento de los ecosistemas al reducir el volumen de nutrientes orgánicos y minerales que agotan el suministro de oxígeno (ONU-Agua, 2014).

El fortalecimiento de la gobernanza del agua requerirá un programa concertado de educación, conocimiento y desarrollo de habilidades que incluya a la juventud y las las mujeres. La recopilación, el análisis y el uso de datos desglosados por sexo, las estadísticas de género y otros datos sociales son necesarios para comprobar que la consecución de los objetivos elimina las desigualdades. Las herramientas para la preparación, la supervisión y la gestión de proyectos también tendrán que ser desarrolladas a la hora de asegurar una implementación efectiva (ONU-Agua, 2014)