COMUNICADO DE PRENSA UNCTAD/PRESS/PR/Accra/2008/011**

LA INCERTIDUMBRE ECONÓMICA MUNDIAL AMENAZA CON SOCAVAR
EL CRECIMIENTO DE LOS PAÍSES EN DESARROLLO

La XII UNCTAD considerará el impacto a largo plazo de la inestabilidad
financiera en el comercio y el desarrollo

Ginebra, 2 de abril de 2008 – Es probable que una de las cuestiones principales que se abordarán en la XII UNCTAD sea el riesgo que supone para los países en desarrollo una ralentización económica en el mundo industrializado. La conferencia se celebra en un ambiente de creciente incertidumbre sobre las perspectivas económicas mundiales, con una turbulencia financiera que está ralentizando el crecimiento de las naciones desarrolladas.

Se espera que los participantes en la conferencia – dedicada a “abordar las oportunidades y los retos de la globalización para el desarrollo” – consideren el impacto de la actual crisis económica y financiera en los países en desarrollo. Con la recesión que amenaza a los Estados Unidos y el debilitamiento del crecimiento en Europa, las perspectivas económicas internacionales dependen cada vez más de la capacidad de las naciones en desarrollo para seguir registrando tasas de crecimiento sólidas. Es probable que la atención se centre en el mantenimiento del dinamismo de las economías emergentes como la de China, India, Brasil y Sudáfrica.

Según los economistas de la UNCTAD, las dificultades a las que actualmente se enfrenta la economía mundial ponen de manifiesto la urgente necesidad de mejorar la coordinación de la política macroeconómica entre las principales economías, así como de mejorar las normas y reglamentos que regulan las finanzas internacionales.

La confusión financiera que empezó con el colapso del mercado de las hipotecas de alto riesgo (subprime) en los Estados Unidos y su propagación a los países europeos ha tenido, hasta el momento, un impacto limitado en los sectores financieros de los países en desarrollo. Esto refleja el hecho de que los bancos y los mercados de los países en desarrollo estaban menos expuestos a transacciones financieras de riesgo que sus homólogos de los países desarrollados.

En cambio, el principal peligro para el mundo en desarrollo procede de las consecuencias económicas más amplias de la crisis financiera. Una ralentización económica en los Estados Unidos y los demás países industrializados, especialmente si es prolongada, reduciría la demanda de exportaciones que ha sido crucial para sustentar las fuertes tasas de crecimiento de los países en desarrollo. Asimismo, la continua confusión financiera podría propiciar todavía más el rechazo al riesgo, aumentando el coste del capital externo. También existe la posibilidad de que la volatilidad se propague por los mercados de productos básicos, que han experimentado un auge de los precios y del volumen de transacciones.

Una recesión en los Estados Unidos se transmitiría a otras partes del mundo, principalmente a través de vínculos comerciales. Las importaciones de los Estados Unidos representan el 15% del total del comercio mundial. El 44% procede de otros países desarrollados y más del 50% de los países en desarrollo. El impacto directo repercutiría en mayor medida en los países cuyo principal mercado de exportación es el estadounidense, especialmente en los demás miembros del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y otros países de América Latina y el Caribe.

La secretaría de la UNCTAD calcula que con un crecimiento cero en los Estados Unidos que no quedara compensado, al menos en parte, por un estímulo más fuerte de la demanda en Europa occidental y Japón, el crecimiento en los países en desarrollo caería entre 2 y 2,5 puntos porcentuales.

Este escenario refuerza la necesidad de una coordinación en política macroeconómica entre las principales economías mundiales, que no ha existido en los últimos años. Los Estados Unidos pueden reducir el riesgo de un aterrizaje brusco de la economía mundial mediante la adopción de políticas macroeconómicas expansivas. Sin embargo, la brusca caída del valor del dólar como consecuencia de estas políticas podría perjudicar el crecimiento económico de los países que exportan a los Estados Unidos. Es necesario mejorar la coordinación internacional para ayudar a mitigar el impacto de la debilidad del dólar y reducir gradualmente los desequilibrios mundiales. Los países con excedentes en la balanza de cuenta corriente, como Japón, China y Alemania, pueden complementar los esfuerzos de los Estados Unidos estimulando el gasto interior y el crecimiento de las importaciones. En la zona euro, es necesario recortar los tipos de interés. En Japón, donde sigue habiendo poco margen para políticas monetarias expansivas, las autoridades podrían tener que intervenir para sacar al país de su bache deflacionista.

Unas tasas de crecimiento sólidas y un mayor volumen comercial entre los países en desarrollo significan que éstos se encuentran en una posición más fuerte en cuanto a resistir las turbulencias financieras y económicas que hace diez años. Su principal cometido será intentar mantener la demanda interior en la medida de lo posible y centrarse cada vez más en la integración regional. Asimismo, los cuantiosos excedentes acumulados por gobiernos y organismos nacionales en los países en desarrollo pueden contribuir a fomentar la estabilidad financiera. Los fondos de riqueza soberanos de los países en desarrollo (SWF, por sus siglas en inglés) ayudaron a algunos grandes bancos europeos y estadounidenses en la tarea de reconstruir su base de capital y también tienen el potencial de satisfacer algunas de las necesidades de financiación externa a largo plazo de otros países en desarrollo.

A largo plazo, es necesario mejorar la supervisión global de las cuestiones económicas y financieras. En 2002, el Consenso de Monterrey1 adoptado por los Jefes de Estado y de Gobierno identificó "la urgente necesidad de fomentar la coherencia, buena gestión y cohesión de los sistemas monetarios, financieros y comerciales internacionales", incluso mediante la "reforma de la arquitectura financiera internacional". El Consenso también instaba a las instituciones financieras internacionales a seguir asignando una gran prioridad a la prevención de posibles crisis y al refuerzo de las actividades de vigilancia de todas las economías.

Sin embargo, en los años posteriores se han visto muy pocos progresos en este frente, si es que ha habido alguno. Por el contrario, la integración de los mercados financieros ha aumentado de modo espectacular, sin un fortalecimiento proporcional del sistema mundial de buena gestión económica. También falta coherencia entre el sistema de comercio internacional, que está regulado por una serie de normas y reglamentos, y el sistema monetario y financiero internacional, que no lo está.


** Contactos: Oficina de Prensa +41 22 917 5828, unctadpress@unctad.org, http://www.unctadxii.org/media, http://www.unctad.org/press

1 Consenso de la Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo de las Naciones Unidas, celebrada en Monterrey, México, 18-22 marzo de 2002.

 

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