Palabras del Sr. José Antonio Ocampo, Secretario General Adjunto de las Naciones Unidas para Asuntos Económicos y Sociales ante la Conferencia Inter-Gubernamental sobre Paises de Renta Media
Madrid, 03 de Marzo del 2006

Me complace participar en la inauguración de esta conferencia inter-gubernamental sobre países de renta media, que el Departamento de Asuntos y Económicos y Sociales de las Naciones Unidas tiene el honor de copatrocinar. Me uno a todos los presentes para agradecer al gobierno de España por hacer posible este evento. Quisiera agradecer especialmente a usted, Señor Ministro, por su liderazgo, y a la Secretaria de Estado Leire Pajin y a la Directora-General Milagros Hernando por la organización de esta conferencia.

Estamos reunidos hoy aquí debido a nuestra preocupación por la insuficiencia de los esfuerzos de cooperación internacional para ayudar a los países de renta media a enfrentar los retos asociados al cumplimento de los principios, objetivos y metas que han sido acordados en las Conferencias y Cumbres de Naciones Unidas desde los años noventa y que constituyen la Agenda de Desarrollo de las Naciones Unidas. Sin duda, apoyar los esfuerzos de desarrollo de estos países es importante para todas las partes en este gran proyecto humano que es el desarrollo.

Quisiera mencionar cinco razones para ello, que se subrayan en los documentos preparados por el país anfitrión y mi Departamento, como soporte para nuestras discusiones en estos dos días. Quisiera agradecer a este respecto a José Antonio Alonso, de la Universidad Complutense, quien dirigió la preparación de este informe.

La primera razón es que el apoyo a los países de renta media es crítico en la lucha global contra la pobreza, ya que dos quintas partes de la población del mundo, que viven con menos de dos dólares al día, residen en estos países.

La segunda es que es necesario consolidar y tornar irreversible el progreso en términos de desarrollo que ya hemos logrado. Esto es crítico en los países de renta media, porque la alta volatilidad de sus procesos de crecimiento económico ha resultado en las últimas décadas en una alta frecuencia de “colapsos de crecimiento”, que han generando, a su vez, serias presiones sobre sistemas democráticos de gobierno.

La tercera es que es conveniente apoyar la capacidad de los países de ingreso medio para servir de ejes para el desarrollo, dado que algunos de ellos ciertamente juegan ese papel en las regiones o sub-regiones de las que hacen parte.

La cuarta es que es importante promover los esfuerzos de estos países por contribuir a la provisión de bienes públicos globales, tales como la sostenibilidad ambiental, la estabilidad financiera, la prevención de enfermedades contagiosas, y la construcción de paz.

La quinta es para asegurar que el sistema de cooperación internacional para el desarrollo no discrimine en contra de aquellos países o regiones que han logrado avances.

La comunidad internacional ha venido otorgando mucha atención, y con razón, a los países más pobres del mundo, en particular en África al Sur del Sahara. No obstante, esto no debería impedir que se otorgue una atención adecuada a los países de renta media, que con cierta razón se sienten excluidos del actual sistema de cooperación internacional. Los cinco argumentos que acabo de mencionar indican claramente por qué es necesario remediar este déficit.

Para ello es importante repensar las características específicas de los países de renta media, desde el punto de vista de la cooperación para el desarrollo. Quisiéramos sugerir, en esta materia, que las condiciones y reglas bajo las cuales los países se integran a la economía mundial en las áreas de finanzas, comercio y tecnología son críticas para los países de renta media. De hecho, el diseño de reglas que apoyen el proceso de desarrollo en todas estas áreas es quizás más importante que los flujos de asistencia oficial para el desarrollo dirigida hacia estos países, que seguirá siendo limitada. La asistencia oficial es también menos importante que el acceso estable a fuentes multilaterales de financiamiento y, especialmente, a fuentes de financiamiento privado. En todo caso, la asistencia oficial puede jugar un papel significativo, en particular si sirve como catalizador de esfuerzos nacionales de estos países en áreas críticas.

Al mismo tiempo, así como se pide a los países desarrollados que cooperen con los países de renta media, estos últimos deben, a su vez, convertirse en fuentes de cooperación, jugando un papel activo, a través de la cooperación Sur-Sur, con otros países de renta media y con países de renta baja.


Nuestro análisis sugiere tres áreas críticas en las que se deben intensificar los esfuerzos nacionales y la cooperación internacional hacia los países de renta media. Estas están relacionadas con políticas orientadas a fortalecer las instituciones y promover la cohesión social, a fortalecer sus sistemas financieros y facilitar una buena integración en los mercados internacionales de capital, y a generar un proceso dinámico de desarrollo tecnológico y productivo.

Nuestro conocimiento del proceso de cambio institucional y nuestra capacidad para medirlo son limitados. Sin embargo, la información con la que contamos sugiere claramente que los países de renta media deben otorgar una clara prioridad a la mejora de la calidad de sus instituciones. También sugiere que las respuestas institucionales son altamente específicas al contexto, que no existe un diseño que sea óptimo universalmente, y que el progreso institucional es más benéfico si se avanza hacia él de manera sostenida pero gradual.

La relación entre crecimiento económico y equidad social es fundamental en cualquier experiencia de desarrollo exitosa a largo plazo. Desafortunadamente, hay demasiados ejemplos de países de renta media en los que este vínculo ha funcionado en forma inadecuada. Tampoco existe en este campo un modelo universal. Sin embargo, el desarrollo de sistemas tributarios sólidos parece ser crítica para determinar la capacidad del sector público de contribuir a mejorar esta relación. Esto trae consigo el reto asociado de diseñar un sistema impositivo que cumpla los criterios básicos de suficiencia, eficiencia, equidad, simplicidad administrativa y flexibilidad.

La cooperación internacional puede jugar un papel, tanto en el desarrollo institucional como en la reforma fiscal, ayudando a los países a que extraigan lecciones de las experiencias de países desarrollados y de otros países de renta media, respetando cabalmente la soberanía nacional. También puede ayudar a enfrentar los efectos internacionales de la tributación y a manejar problemas tales como la doble imposición, la evasión y el fraude tributarios.

Mientras los países de renta media se han convertido en destinos favoritos para los flujos financieros internacionales, también han sufrido agudas crisis financieras, con enormes costos sociales. De hecho, los efectos distributivos de los choques macroeconómicos se han convertido en la característica distintiva de la relación entre crecimiento y equidad en los países de renta media. Así, el aumento de la pobreza que se da en tiempos de crisis se genera con mayor rapidez e intensidad que la reducción que se observa en la fase de crecimiento.

En un mundo caracterizado por flujos masivos y altamente pro-cíclicos de capital, no existe una garantía de que las crisis que afectaron a los países de renta media en los años ochenta y en la segunda mitad de los noventa no se vayan a repetir. Pero se pueden tomar medidas para reducir el riesgo de que ocurran movimientos abruptos de capital y fenómenos de contagio durante las crisis. Esto va a requerir, no solo consolidar un buen manejo macroeconómico, sino también un espacio adecuado para la puesta en marcha de políticas macroeconómicas anti-cíclicas. El desarrollo de mercados financieros nacionales más profundos en monedas locales es otro camino para que los países de renta media construyan un mayor grado de autonomía para llevar a cabo políticas económicas apropiadas.

Sin embargo, dado el nivel de integración actual de los mercados financieros internacionales, estas respuestas nacionales deben ser complementadas con acciones para fortalecer el marco institucional y normativo existente para prevenir y enfrentar las crisis. Esto sugiere que el Fondo Monetario Internacional debe tener una mayor capacidad para actuar como prestamista de última instancia y como garante de la estabilidad del sistema financiero internacional. Adicionalmente, debemos recordar que el mundo carece todavía de un marco apropiado para enfrentar problemas agudos de sobre-endeudamiento, que todavía asedian a varios países de renta media.

A estos temas debemos añadir la necesidad de contar con una adecuada representación de los países en desarrollo en la toma de decisiones económicas a nivel internacional. Este tema fue central en el Consenso de Monterrey sobre Financiación para el Desarrollo. Hasta ahora, sin embargo, esto solo ha empezado a ser considerado por una sola institución económica multilateral: el Fondo Monetario Internacional.

Finalmente, el crecimiento a largo plazo de los países de renta media depende críticamente de su capacidad para consolidar el proceso de transformación productiva y moverse hacia áreas de especialización más dinámicas, con mayor contenido tecnológico y mayor valor agregado. Sin embargo, el progreso en estos frentes se ve limitado por las capacidades productivas nacionales y por las restricciones que impone el sistema de comercio internacional.

La brecha internacional en la generación de conocimiento sigue siendo un determinante fundamental de las desigualdades internacionales. Disminuir esta brecha debería ser una preocupación central de la cooperación internacional en relación con los países de renta media. Al mismo tiempo, dado el éxito que algunos países de renta media han tenido en el desarrollo de capacidades en esta área, se debería poner más énfasis en la cooperación Sur-Sur, con el apoyo de los países industrializados, a través de mecanismos triangulares. Mejorar la capacidad de los países de renta media para atraer inversión extranjera debe también considerarse como un mecanismo para potenciar las capacidades tecnológicas, pero para esto es fundamental que la inversión extranjera esté firmemente arraigada en la red productiva local.

En el caso de la agricultura, los problemas que enfrentan los países de renta media están relacionados con los elevados niveles de protección de los países desarrollados, que no son compatibles con el objetivo de promover un comercio abierto y competitivo. Más allá del apoyo a las exportaciones, muchas de las economías industrializadas más grandes mantienen además subsidios a la producción agrícola que vulneran la competencia de mercado. La Ronda de Doha debería terminar con estas medidas distorsionantes.

La infraestructura también condiciona los prospectos de desarrollo y la competitividad internacional. Expandir la inversión en infraestructura en varios países de renta media va a requerir esfuerzos que van más allá de las responsabilidades fiscales y del eventual financiamiento privado nacional e internacional. Los recursos oficiales—bilaterales y sobretodo multilaterales—pueden ser decisivos en esta área.


Estoy convencido de que esta Conferencia impulsará nuestro conocimiento sobre éstos y otros temas. Y guardo igualmente la esperanza de que alimentará varios procesos que se adelantarán en el futuro próximo: el primer Foro de Cooperación Internacional que realizará el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas en julio próximo, el Diálogo de Alto Nivel sobre Financiamiento para el Desarrollo que tendrá lugar en el otoño en la Asamblea General, y la conferencia de seguimiento de Monterrey que se llevará a cabo en Doha el próximo año.

Cada uno de estos procesos se enfoca de diferentes maneras en el sistema de cooperación internacional para el desarrollo y la asociación global para el desarrollo que nació en Monterrey. Para los países de renta media y para todos los países en desarrollo, el logro de los objetivos de desarrollo del milenio de las Naciones Unidas va a requerir la construcción de una asociación más fuerte, dinámica y efectiva entre todos los Gobiernos y partes interesadas. No me cabe duda de que esta Conferencia contribuirá a este objetivo.

(* en inglés)