Palabras del Sr. José Antonio Ocampo, Secretario General Adjunto de las Naciones Unidas para Asuntos Económicos y Sociales a la Conferencia Internacional Especial de Países en Desarrollo con Flujos Sustanciales Internacionales de Migrantes
Lima, 16 de Mayo del 2006

Vengo hoy aquí en representación del Secretario General de Naciones Unidas, para acompañarlos en esta Conferencia Internacional Especial, a Nivel Ministerial, de Países en Desarrollo con Flujos Sustanciales Internacionales de Migrantes. Les reitero el agradecimiento del Secretario General por esta invitación y en especial por sus esfuerzos por contribuir al Diálogo de Alto Nivel sobre Migración y Desarrollo, que llevará a cabo la Asamblea General de Naciones Unidas el próximo mes de Septiembre, pero sobretodo por su empeño en construir un mundo mejor para todos los migrantes.

Como indica la Declaración de Lima, que ustedes acaban de aprobar, la alta movilidad de bienes, capitales, información e ideas que caracteriza la globalización actual está en fuerte contraste con las importantes barreras que siguen existiendo para la movilidad de mano de obra, y en particular de mano de obra de baja calificación. La migración internacional es, en cualquier caso, un componente esencial de nuestra realidad contemporánea.

De acuerdo con las estimaciones de las Naciones Unidas, hoy hay 191 millones de migrantes internacionales en el mundo, cerca de la mitad de los cuales son mujeres. Aunque casi dos de cada cinco residen en países en desarrollo, como resultado de grandes flujos de retorno, en particular de refugiados, el número de tales migrantes no ha cambiado sustancialmente desde 1990. Al mismo tiempo, el número de migrantes de países en desarrollo hacia países desarrollados ha continuado aumentando, tornando el proceso de migración internacional en un flujo crecientemente, aunque no exclusivamente, desde países en desarrollo hacia países industrializados. Las tendencias actuales indican que la necesidad de trabajadores migrantes continuará, o incluso se incrementará, en particular en los países de ingresos altos, debido al rápido envejecimiento de su población.

En muchos países persisten mitos acerca de los migrantes. Sin embargo, el mundo ha comenzado a ver cada vez más a los migrantes, y al proceso de migración mismo, desde una perspectiva de desarrollo, y una que revela una imagen ampliamente positiva.

Saltan a la vista, en tal sentido, el aporte de los migrantes a los países de destino a través de la dedicación al trabajo y la voluntad de tomar los riesgos necesarios para triunfar, así como las contribuciones de los empresarios migrantes a la inversión y el empleo en los países que los acogen. Conocemos también de la creciente importancia de las remesas de los trabajadores y de las contribuciones que las comunidades de expatriados brindan a los países de origen a través de apoyos solidarios y de las redes de conocimiento, comercio e inversión. Todo esto torna a la migración internacional en uno de los ingredientes que permite que el sistema económico global funcione mejor.

Además de contribuir a mejorar los resultados económicos, la migración también forma parte de aquellos factores que une a las sociedades y que expone el “nosotros” a los “otros”, haciéndonos a todos, migrantes y nativos, conscientes de lo que nos une en nuestra diversidad como seres humanos. Aunque el proceso de adaptación mutua de los migrantes y las sociedades que los reciben no es siempre fluído, la migración enriquece el tejido social y cultural, tanto de las sociedades receptoras como de origen.

Así, el verdadero tema que nos reúne hoy es la migración internacional y el desarrollo global, no solo de las economías sino de las sociedades.


Ha llegado el momento de una discusión sobria, franca y constructiva acerca de la migración internacional y de su contribución al desarrollo para todos, teniendo en cuenta los intereses de todas las partes involucradas y buscando promover una mayor colaboración entre todos los actores clave. De ahí el llamado de la Asamblea General a un Diálogo de Alto Nivel sobre Migración Internacional y Desarrollo, y la solicitud de contribuciones para su proceso preparatorio, tales como esta Conferencia Internacional Especial.

Quisiera discutir con ustedes los principios que el Secretario General ha sugerido para guiar nuestra aproximación al Diálogo. Estos principios, como verán ustedes, están en armonía con la Declaración de Lima que ustedes acaban de aprobar, que hace un llamado a la comunidad internacional a que se aproxime al análisis de la migración desde la perspectiva del reconocimiento del beneficio mutuo y el mutuo compromiso. Permítanme resaltar algunos de estos principios clave.

En primer término, los beneficios sociales y culturales de la migración dependen críticamente de la protección y el respeto de los derechos de los migrantes y de sus familias. De hecho, en la medida en que los migrantes puedan ser explotados o estar sujetos a abusos impunes, todos pierden: los migrantes, los trabajadores nativos que no pueden competir con quienes reciben salarios que implican explotación, y la sociedad que se ve minada por esta explotación y debe enfrentar los problemas que implican poblaciones marginalizadas. El éxito de la migración radica en el respeto, por parte de los Estados y los migrantes, de sus respectivas obligaciones y del imperio de la ley. Y esto requiere el compromiso inequívoco de los Gobiernos de defender a cada persona de los flagelos del racismo, el etnocentrismo y la xenofobia.

En segundo lugar, hay mucho que ganar de una colaboración entre los países de origen y destino para forjar asociaciones que promuevan los efectos positivos de la migración y que promuevan la migración a través de canales legales. Esta colaboración es todavía más urgente ya que, como ya lo señalé, la migración tiene lugar hoy en un contexto de grandes disparidades económicas y demográficas. Y dicha colaboración debe ser entendida como un mecanismo para promover el co-desarrollo, es decir, la mejora coordinada o concertada de las condiciones económicas y sociales tanto el origen como en el destino, basado en sus complementariedades.

Una estrategia ampliamente reconocida para asegurar que la migración contribuya al desarrollo de las comunidades de origen es la reducción de los costos y el apalancamiento del impacto de las remesas a través de un mayor acceso a servicios financieros con el propósito de que las familias de los migrantes puedan obtener créditos para invertir. Deberíamos también seguir experimentando con otras estrategias, tales como: inversiones directas y financieras de los migrantes en sus comunidades de origen; la transferencia de conocimiento y del saber tecnológico y productivo hacia los países de origen, a través de redes de profesionales altamente calificados; el crecimiento del comercio de bienes étnicos consumidos por las comunidades de migrantes que residen en el exterior; y la oferta adicional de recursos humanos generados por los flujos migratorios circulares y de retorno.

Esto nos conduce, en tercer lugar, a un reto fundamental que enfrenta la migración en nuestros días: la alta movilidad de los migrantes altamente educados o calificados. Dada la alta movilidad y la mayor facilidad para el movimiento de la mano de obra calificada, las necesidades de los países en desarrollo en esta área probablemente requerirán una aproximación global a la formación de capital humano, basada en principios fundamentales de solidaridad. Esto es de vital importancia, sobretodo en ciertas áreas, tales como la salud, la educación y el sector de información y comunicaciones (ICT). Se requieren con urgencia acuerdos de colaboración y asociaciones para entrenar personal calificado y para mejorar las condiciones de trabajo en los países de origen. De otra manera, la fuga de cerebros seguirá teniendo un efecto adverso en el desarrollo en muchos países en las próximas décadas.

En cuarto término, es esencial enfrentar la integración de los migrantes desde la perspectiva de la adaptación mutua de los migrantes y las sociedades que los reciben. En algunos lugares, el sentido de que las comunidades migrantes tienen dificultades para integrarse y no están experimentando una movilidad socio-económica ascendente ha generado antagonismo hacia ellos por parte de otros miembros de la sociedad. Esto puede reflejarse, a su vez, en un creciente apoyo a partidos políticos con posiciones contrarias a la migración e incluso con visiones racistas y xenofóbicas.

Estas situaciones pueden verse exacerbadas por la realidad y la percepción pública sobre la migración irregular, cuyos flujos son especialmente difíciles de cuantificar. De acuerdo con algunas estimaciones, la mitad de los migrantes que entran clandestinamente a otros países lo hacen a través del tráfico ilícito de migrantes y la trata de personas. Esto apunta hacia otras preocupaciones fundamentales: crímenes transnacionales relacionados con la migración y las vulnerabilidades que enfrentan los migrantes, los potenciales migrantes y sus familias. Un desarrollo esperanzador en este frente ha sido la entrada en vigencia en el 2004, a pocos años de su adopción, de los Protocolos para Prevenir, Suprimir y Castigar la Trata de Personas, especialmente de Mujeres y Niños, así como el Protocolo contra el Tráfico Ilícito de Migrantes por Tierra, Mar y Aire lo que indica la alta prioridad que muchos países otorgan a prevenir y combatir estos crímenes.


Estos principios e implicaciones de política se han combinado en el conjunto de acuerdos y objetivos relacionados con la migración, producidos por las Conferencias y Cumbres de las Naciones Unidas y sus procesos de seguimiento. Estos incluyen, en particular, los objetivos relacionados con la migración, acordados en la Conferencia sobre Población y Desarrollo que se llevó a cabo en el Cairo, así como en las Conferencias de Copenhagen sobre Desarrollo Social, la de Beijing sobre la Mujer y la de Durban sobre el racismo. Estos principios fueron resaltados e impulsados la semana pasada por la Comisión sobre Población y Desarrollo de las Naciones Unidas.

Como lo recuerda la Declaración de Lima, también hacen parte de este marco normativo las convenciones de la OIT sobre la migración de mano de obra y la Convención Internacional sobre la Protección de los Derechos de Todos los Trabajadores Migratorios y de sus Familiares. Sin embargo, aunque se han convertido en estándares internacionales, estas Convenciones no han sido ratificadas por un número significativo de países receptores de migrantes.

El logro de los objetivos relacionados con la migración depende, en primera instancia, de que los Países Miembros muestren la voluntad política para mantener estos compromisos y para poner en marcha políticas nacionales coherentes y amplias. Adicionalmente, tal como se los he sugerido hoy, otro ingrediente esencial es un continuo diálogo internacional para compartir experiencias, discutir caminos y medios para impulsar de manera sinérgica estos objetivos, y desarrollar las modalidades efectivas de cooperación bilateral, regional e internacional para maximizar los beneficios de la migración para todas las partes, como lo reclama la Declaración de Lima.

Las Naciones Unidas proporcionan un escenario único para este tipo de diálogo y acción a nivel global. Estamos complacidos por la visión decidida que comparten todos los países en desarrollo reunidos aquí en el Perú. En nombre del Secretario General de las Naciones Unidas, les agradezco sus esfuerzos y la importante contribución que la Declaración de Lima representará para el Diálogo de Alto Nivel de Septiembre.

(* en inglés)