ONU Bienvenidos a las Naciones Unidas. Son su mundo.

Secretario General Ban Ki-Moon

Memoria del Secretario General sobre la labor de la Organización

Introducción

Vista de la sede de la ONU en Nueva York. Foto: ONU/Rick Bajornas

Vista de la sede de la ONU en Nueva York. Foto: ONU/Rick Bajornas

Desde las cenizas de la guerra y durante siete décadas de profundos cambios y turbulencias, la visión consagrada en la Carta de las Naciones Unidas ha resistido el paso del tiempo, todo ello en un mundo que ha experimentado una transformación inimaginable para nuestros fundadores. Esa visión (la de que los Estados Miembros «unieran sus fuerzas» para lograr la paz, la prosperidad y la dignidad para todos) sigue sustentando nuestra labor en el mundo.

En la conmemoración del septuagésimo aniversario de las Naciones Unidas, tenemos mucho de que enorgullecernos. Se ha evitado un conflicto mundial de la magnitud de los dos que estallaron en la primera mitad del siglo XX. Se han eludido o llevado a una pronta conclusión numerosas guerras de menor escala. Hemos hecho grandes avances en la consolidación de unas bases duraderas para la paz librando a millones de personas de la pobreza extrema, empoderando a las mujeres, promoviendo los derechos humanos, el derecho internacional y los esfuerzos para administrar justicia en el caso de crímenes atroces, e impulsando el movimiento de descolonización.

Sin embargo, quedan problemas sempiternos como la pobreza o la discriminación. Las desigualdades van en aumento en todas las sociedades, y los más pobres entre los pobres están quedándose cada vez más rezagados. Siguen cometiéndose espantosos crímenes contra las mujeres y las niñas, especialmente en situaciones de conflicto, cuando la violencia sexual se convierte en arma de guerra. La amenaza más reciente del cambio climático apenas está empezando a mostrar cuán graves pueden ser sus efectos. En un mundo que evoluciona a un ritmo cada vez más vertiginoso y está cada vez más interconectado, los problemas aumentan en complejidad. Las oportunidades abundan, pero los riesgos son mayores y más contagiosos. Nunca antes habían sido tan comunes a todos las preocupaciones y los problemas más acuciantes. Nunca habían sido más necesarias las Naciones Unidas. Nunca habían tenido más motivos los Estados Miembros para atender el llamamiento de la Carta para «unir nuestras fuerzas».

Durante el año pasado hubo más personas desplazadas que en cualquier otro momento desde la Segunda Guerra Mundial. Los migrantes, en su desesperación, arriesgaron todo para huir del hambre, la persecución y la violencia, pero por el camino se encontraron con la muerte, la discriminación y una desesperación aún mayor. Los conflictos y las crisis afectaron a millones de personas en el Afganistán, Darfur, Gaza, Libia, el Iraq, Malí, la República Árabe Siria, la República Centroafricana, la República Democrática del Congo, Somalia, Sudán del Sur, Ucrania y el Yemen. Millones de personas padecieron las tácticas brutales de grupos extremistas violentos como Boko Haram, Al-Shabaab y Daesh/Estado Islámico del Iraq y el Levante (EIIL) y, al mismo tiempo, numerosos combatientes extranjeros se sintieron lo bastante atraídos por el mensaje de esos grupos como para unirse a su causa. La degradación ambiental, la contaminación y el agotamiento de los recursos continuaron por todo el planeta casi con la misma intensidad. Los avances en la agenda de desarme, hace tiempo estancada, fueron escasos. Innumerables personas fallecieron de enfermedades para las que existe cura, pasaron hambre, vieron morir a sus hijos por falta de atención médica básica y sufrieron de otras múltiples maneras niveles inaceptables y evitables de privación, miedo y desesperanza.

Las personas alrededor del mundo confiaron en sus gobiernos y las Naciones Unidas para el liderazgo en la prevención y la respuesta a esos problemas. De cara al futuro, tenemos una confluencia de oportunidades para corregir el rumbo de los asuntos mundiales. Se nos presenta la ocasión de poner fin a la pobreza, controlar el cambio climático y acordar enfoques comunes para financiar y ejecutar una nueva agenda para el desarrollo.

Ya el año pasado avanzamos considerablemente con esos fines interrelacionados. El impulso político adquirido en torno al cambio climático se aceleró en gran medida gracias a la Cumbre sobre el Clima que organicé en Nueva York en septiembre de 2014 y al vigésimo período de sesiones de la Conferencia de las Partes en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático celebrado en Lima en diciembre. Se ha propuesto un conjunto inspirador de objetivos de desarrollo sostenible para orientar nuestra labor en la generación venidera, y en la Tercera Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo se aprobó un marco amplio para financiar esos planes. Los grupos encargados de examinar cuestiones relacionadas con las operaciones de paz y la consolidación de la paz elaboraron importantes informes sobre el modo en que las Naciones Unidas podían responder más eficazmente en el futuro a los retos en materia de seguridad. Mi iniciativa Los Derechos Humanos Primero se ha concebido con la idea de impulsar los esfuerzos que realizamos para detectar en una fase temprana las violaciones graves de los derechos humanos y del derecho internacional de los derechos humanos y responder a ellas. Acojo con beneplácito el acuerdo general alcanzado recientemente entre el grupo de los cinco más uno y la República Islámica del Irán, que espero contribuya a establecer en el Oriente Medio una zona libre de armas nucleares y de todas las demás armas de destrucción en masa.

Por último, hemos avanzado en una serie de iniciativas fundamentales de transformación concebidas para dar a la Organización una verdadera proyección mundial y aprovechar al máximo nuestra capacidad para cumplir los mandatos de manera eficaz y eficiente.

Mirando con optimismo hacia el año que se nos presenta, tengo confianza en que pronto confluiremos en una nueva visión para el desarrollo sostenible, en nuevas orientaciones para el mantenimiento de la paz y la seguridad, en un reconocimiento renovado de los derechos humanos y en una Organización de las Naciones Unidas fortalecida que nos ayude a hacer realidad nuestros objetivos.