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Secretario General Ban Ki-Moon

El tiempo corre

Artículo de opinión - «International Herald Tribune», 2 de noviembre de 2011

Por Ban Ki-moon

Ahora que la población mundial rebasa los 7.000 millones de personas, las alarmas se están empezando a disparar. Las crecientes protestas ciudadanas son la expresión popular de un hecho evidente: la incertidumbre económica cada vez mayor, la volatilidad de los mercados y las desigualdades rampantes han alcanzado un punto crítico.

Demasiadas personas viven con miedo. Se sienten descorazonadas por la incertidumbre y furiosas por el empobrecimiento de sus perspectivas. En torno a la mesa de la cocina y en las plazas públicas, se preguntan:«¿Quién velará por mi familia y mi comunidad?» En estos tiempos difíciles, el desafío mayor al que se enfrentan los gobiernos no es el déficit de recursos; es el déficit de confianza. La población está perdiendo la fe en que sus dirigentes y las instituciones públicas vayan a hacer lo que deben.

La reunión del Grupo de los 20 que se va a celebrar en Cannes se enmarca en este dramático contexto. Los dirigentes de las economías más grandes del mundo tienen una oportunidad histórica —y una responsabilidad sin precedentes— para reducir el déficit de confianza. Para ello, deben estar unidos. En medio de la crisis y la incertidumbre, deben ofrecer propósitos claros y soluciones audaces. El momento de regatear y discutir por medidas graduales pasó ya hace mucho tiempo. En la cumbre celebrada en 2009 en Londres, los dirigentes del Grupo de los 20 demostraron valor y creatividad para estabilizar el sistema financiero mundial. Hoy necesitamos unos líderes igualmente ambiciosos.

Todos reconocemos que los presupuestos están sumamente ajustados y no pueden estirarse más. Para gran parte del mundo, la austeridad fiscal es la nueva orden del día. Es evidente que la prioridad inmediata en Cannes será apoyar las decisiones adoptadas en Bruselas en relación con la crisis en la zona del euro. Sin embargo, es igualmente evidente que, para ser eficaz, cualquier respuesta a esos múltiples desafíos, ha de ser global.

Es más, debe venir acompañada de un ambicioso programa social a largo plazo. No podemos permitirnos dejar olvidados a los más vulnerables: los pobres, el planeta, las mujeres y los jóvenes. Quienes menos responsabilidad tienen son los que están pagando el precio más alto. Pedirles que esperen mientras se solucionan otros problemas no es solo contraproducente, también es inmoral. En Cannes, los dirigentes deberían acordar un plan de acción concreto que promueva el bienestar de todas las naciones y las personas, no solo de las más ricas y las más poderosas.

Para los pobres: En la cumbre del Grupo de los 20 del año pasado celebrada en Seúl, los dirigentes reconocieron una realidad fundamental: no puede haber crecimiento sostenible si no hay desarrollo. Las economías emergentes son las impulsoras del futuro. En Cannes, los dirigentes deben mostrar un apoyo firme al programa en favor de los pobres y del crecimiento que se plasma en los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Sabemos qué es lo que funciona; debemos seguir invirtiendo en políticas y programas que den abundantes frutos: en la salud de las mujeres y los niños, en la alimentación y la agricultura y en la igualdad entre los géneros, por mencionar algunos ejemplos.

Para el planeta: Al igual que no puede haber crecimiento sostenible si no hay desarrollo, no puede haber desarrollo sostenible si no protegemos el planeta. Nuestra salud, nuestra riqueza y nuestro bienestar colectivos dependen de cómo administremos el «capital natural» de la Tierra: el aire, los ríos y los océanos, el suelo y los bosques, su flora y fauna en toda su diversidad.

El próximo mes de junio, veinte años después de la primera Cumbre de la Tierra, las Naciones Unidas celebrarán una gran conferencia sobre el desarrollo sostenible. Río+20 nos brinda la oportunidad de definir una senda clara para un futuro mejor: un futuro de soluciones integradas para problemas interrelacionados. Esto significa nuevas iniciativas en materia de seguridad alimentaria e hídrica. Significa avanzar en el ámbito del cambio climático y las energías renovables, incluida la aplicación de medios de financiación innovadores. Sobre todo, significa mirar más allá del horizonte y pensar de manera estratégica en qué tenemos que haber conseguido dentro de diez años. Hace tres años, en Londres, los dirigentes debatieron sobre cómo «estimular» el crecimiento mundial a corto plazo. En Cannes, debemos centrarnos en potenciar la inversión inteligente a largo plazo; en tomar las decisiones correctas hoy para dar forma al mundo de mañana.

Para las mujeres y los jóvenes: En todo el mundo, los jóvenes y las mujeres se han echado a las calles. Reclaman sus derechos y mayor voz en la vida económica y política. Juntos, las mujeres y los jóvenes representan más de dos terceras partes de la población mundial. En todos los sentidos, son la próxima economía emergente del mundo. Debemos escucharlos. Debemos hacer todo lo que esté de nuestra mano para satisfacer sus necesidades y crear oportunidades, desde la prestación de servicios de salud materna hasta la creación de puestos de trabajo.

En todos los países que lo integran, situados en muy distintos puntos de la geografía del planeta, el Grupo de los 20 debe abordar de frente la crisis del aumento de las desigualdades. Si no lo hacemos, el futuro se volverá contra nosotros con ganas. La alienación social y la inestabilidad, cada vez más profunda, minarán las perspectivas de paz, seguridad y prosperidad para todos.

Para los líderes que se reunirán en Cannes, esta cumbre es una prueba. El mundo está pendiente. Las decisiones que tomen afectarán a todos los países y a todas las personas, ya sea directa o indirectamente. Un fracaso sería desastroso. Con sabiduría y previsión, podemos aprovechar este momento para sentar los cimientos de una prosperidad económica saludable, inclusiva y respetuosa con el medio ambiente que llegue a todos. Si actuamos todos juntos, ahora, podemos alejarnos del precipicio y mejorar la situación para las generaciones venideras. No nos equivoquemos: estas difíciles decisiones no se pueden aplazar. El tiempo corre.

El autor es el Secretario General de las Naciones Unidas.