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Mensaje del Secretario General con ocasión del Día Mundial de los Refugiados

20 de junio de 2010

En esta conmemoración del Día Mundial de los Refugiados, no podemos dejar de señalar una tendencia inquietante: la caída del número de refugiados que pueden regresar a casa.

En 2005, más de un millón de personas regresaron voluntariamente a su país. El año pasado, solo lo hicieron 250.000, la cifra más baja en 20 años. Entre las razones que explican esas cifras figuran la prolongada situación de inestabilidad en el Afganistán, la República Democrática del Congo y el Sudán meridional.

El lema del Día Mundial de los Refugiados de este año, «Casa», pone de manifiesto la crítica situación de los 15 millones de refugiados que hay en el mundo, más de las tres cuartas partes de ellos en países en desarrollo, que se han visto obligados a abandonar su hogar a causa de conflictos o persecuciones.

Hoy en día, para muchos refugiados la rapidez de la urbanización ha hecho que su nueva casa ya no sea un campamento superpoblado a cargo de una organización internacional humanitaria, sino un alojamiento improvisado en un barrio de viviendas precarias a las afueras de una ciudad del mundo en desarrollo.

En esas ciudades, que siguen experimentando un crecimiento espectacular, los refugiados figuran entre los residentes más vulnerables. Han de esforzarse por obtener los servicios más elementales: saneamiento, salud y educación. Los efectos de la crisis financiera y económica mundial no hacen más que aumentar la amenaza de la marginación y la indigencia.

Los miembros de la comunidad humanitaria debemos adaptar nuestras políticas a estos cambios en el perfil de las necesidades. Ello significa colaborar estrechamente con los gobiernos anfitriones en la prestación de servicios, además de intensificar nuestros esfuerzos en la resolución de conflictos de modo que los refugiados puedan regresar a casa.

En el Día Mundial de los Refugiados, pues, reafirmemos la importancia de la solidaridad y la distribución de la carga entre todos los miembros de la comunidad internacional. Los refugiados se han visto privados de sus hogares, pero no deben verse privados de su futuro.