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Mensaje del Secretario General sobre la observancia de la tregua olímpica

Nueva York, 12 de febrero de 2010

A pocos días de que comiencen en Vancouver los XXI Juegos Olímpicos de Invierno, las Naciones Unidas y el Movimiento Olímpico piden una vez más la cesación de hostilidades en todo el mundo mientras duren los Juegos.

Con la tregua olímpica nace la esperanza de que remitan la violencia y los conflictos armados, al menos temporalmente. También nos percatamos de una terrible paradoja. En los Juegos Olímpicos y durante todo el año alabamos con razón los magníficos logros del cuerpo humano y los valores sociales positivos del deporte de competición, entre ellos el espíritu de equipo y la imparcialidad. Sin embargo, con demasiada frecuencia utilizamos los estragos de la guerra para infligir daños terribles a ese mismo cuerpo humano y a nuestros valores compartidos.

La paz y la estabilidad son imprescindibles para que las personas alcancen su verdadero potencial. La tregua olímpica se basa en ese anhelo y en ideales compartidos en igual medida por las Naciones Unidas y el movimiento olímpico: que en todo el mundo reinen la amistad, la armonía, la no violencia y la no discriminación.

Por tanto, me uno a la Asamblea General de las Naciones Unidas, al Comité Olímpico Internacional y al movimiento olímpico e insto a las partes beligerantes en todo el mundo a que depongan las armas durante los XXI Juegos Olímpicos de Invierno. Comencemos con la tregua olímpica y prolonguemos la paz, incluso después de concluidos los juegos y concedidas las medallas.