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Mensaje del Secretario General en el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía

17 de junio de 2009

La desertificación y la degradación del suelo afectan a un tercio de la superficie terrestre y ponen en peligro los medios de subsistencia, el bienestar y el desarrollo de unos 1.000 millones de personas. Ante los largos períodos de sequía, el hambre y la pobreza rampante, muchos sólo tienen una alternativa: el éxodo rural. Unos 24 millones de personas ya se han visto obligadas a migrar debido a factores ambientales, número que podría alcanzar los 200 millones en 2050.

Este año, el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía sirve para poner de relieve la creciente amenaza que supone la desertificación para la estabilidad nacional y regional. En los últimos 40 años, casi un tercio de las tierras de cultivo del mundo han dejado de ser productivas y han sido abandonadas. Cerca de tres cuartas partes de las tierras de pastoreo presentan diversos indicios de desertificación. El cambio climático es una de las causas, pero no la única. Debemos, sobre todo, replantearnos nuestras prácticas agrícolas y la manera en que gestionamos los recursos hídricos. La agricultura y la ganadería consumen el 70% de los recursos de agua dulce y ocasionan el 80% de la deforestación. La demanda cada vez mayor de cultivos destinados a la producción de piensos y biocombustibles acrecentará la presión a que están sometidos los escasos recursos hídricos si no se gestionan de manera sostenible.

Las actuales modalidades de consumo y producción mundiales son insostenibles y darán lugar a crisis alimentarias mundiales como la de 2008, el avance de la desertificación, la degradación del suelo y períodos de sequía. Como suele suceder, los pobres serán los primeros en sufrir las consecuencias y los últimos en recuperarse.

En el 17º período de sesiones de la Comisión sobre el Desarrollo Sostenible, celebrado recientemente, se insistió en que la desertificación y la degradación del suelo son problemas de carácter mundial que requieren una respuesta mundial. En diciembre, los dirigentes mundiales tendrán la oportunidad de aportarla cuando se reúnan en Copenhague para sellar un acuerdo sobre el cambio climático. Este acuerdo general y equitativo para ralentizar el calentamiento del planeta debe también ayudar a los países en desarrollo a adaptarse a los efectos que ya se están dejando notar. En particular, debe garantizar una financiación suficiente y previsible para contribuir a una mejor ordenación territorial, un uso más eficiente de los recursos hídricos y una agricultura sostenible.

En este Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, cobremos conciencia de los riesgos de no poner freno a la desertificación. Cobremos conciencia también de que nuestra lucha contra el cambio climático puede contribuir a revertir la desertificación, aumentar la productividad agrícola, aliviar la pobreza y aumentar la seguridad mundial.